Isabel de Habsburgo. Jacob Cornelisz. Museo Thyssen
Era un caluroso día de verano en Bruselas, concretamente el 18 de julio de 1501 cuando Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, traía al mundo al tercero de sus hijos. En esta ocasión era una niña, a la que se llamó Isabel en honor a su abuela.
La pequeña Isabel disfrutaría muy poco de la presencia de sus padres. La muerte rondaba la casa de su familia materna y una serie de fallecimientos propiciarían el nombramiento de su madre como heredera de los Reyes Católicos. Juana y Felipe partirían en noviembre de 1501 para su nombramiento ante las Cortes de Castilla y Aragón.
Isabel y sus hermanos fueron encomendados al cuidado de su tía paterna, Margarita de Austria, trasladándose al poco tiempo a la corte de Malinas donde los tres serían educados. Aunque sus padres regresaron en 1504 poco sería el tiempo que pasarían con ellos puesto que, tras la muerte de Isabel La Católica, ambos regresarían a Castilla para tomar las riendas del Reino heredado por Juana.
Isabel no volvería a ver a sus progenitores puesto que Felipe murió y Juana fue encerrada en Tordesillas. Así pues, su tía Margarita ejercería de madre de ella y de sus hermanos.
Poco sabemos de la educación que recibió pero lo que si se sabe es que hablaba francés y alemán. Es de esperar, no obstante, que su educación fuese esmerada si tenemos en cuenta que su tía Margarita era una mecenas de las Artes y las Letras y que en Malinas reunió a cantidad de pintores, arquitectos, literatos y músicos.
Palacio de Malinas
Siguiendo con la tradición existente en las cortes europeas el futuro matrimonial de Isabel empezaría a estudiarse cuando la niña contaba pocos años. En Malinas se consideraba que una unión con los países nórdicos convenía a la política expansiva de los Habsburgo y, debido a éstas consideraciones, el futuro de Isabel quedaría marcado. Se la prometería a Cristián II, rey de Dinamarca y Noruega.
Con apenas 14 años emprendió viaje hacia su nuevo hogar para unirse a un hombre al que no conocía y que era 20 años mayor que ella. Tristes momentos para una niña que había crecido rodeada del cariño de su tía y de sus hermanos. El matrimonio se celebraría el 12 de julio de 1515 en la ciudad de Copenhague.
Isabel se encontró con un hombre irascible con el que no podía entenderse sin la ayuda de un traductor y que además estaba enamorado de otra mujer a la que había convertido en su amante. La mujer se llamaba Dyveke y era una bella holandesa a la que el rey había conocido en Bergen y que lo acompañó a Dinamarca.
Pese a la exigencias del abuelo de Isabel, Maximiliano I, para que Cristián abandonara a su amante, la pareja continuó su relación sin respeto alguno por la nueva posición de hombre casado del rey danés. Como consecuencia de ello las relaciones de Isabel con su esposo serían prácticamente inexistentes.
Cristián II. Van Orley. Múseo Lázaro Galdiano
En 1517 se produce la muerte, en extrañas y nunca aclaradas circunstancias de Dyveke, la amante del rey. Se llegaría a decir que Maximiliano I había ordenado su envenenamiento pero serían solo rumores. Lo cierto es que se culpó de su muerte al encargado del castillo de Copenhague y que Cristián lo mandó ejecutar a pesar de no existir pruebas contra él.
Isabel ya hablaba el danés y por tanto, desaparecida la amante, se produjo un acercamiento entre los esposos. Los daneses empezaban a apreciar las muchas virtudes de su Reina y el cariño del pueblo era cada vez más patente.
En 1519 es coronada junto a su esposo Reina de Suecia, tras haber derrotado Cristián a quienes se oponían a la Unión Kalmar. Después de la coronación, el nuevo Rey haría ejecutar a todos los los rebeldes. Aquel acto fue conocido como el Baño de sangre de Estocolmo. Su cruel comportamiento llevaría a los suecos a una nueva sublevación en 1521 y está vez los sublevados conseguirían destronar a Cristián.
La pérdida del trono sueco no sería la única, Cristián no tenía demasiados partidarios en Dinamarca tras las reformas que había impuesto. Apenas dos años después de perdida Suecia se revocaba su mandato en Dinamarca y se nombraba como nuevo Rey a su tío Federico.
En abril, y a bordo del navío El León, Isabel y Cristián abandonan Dinamarca. El nuevo rey danés , Federico I, consciente de que Isabel era muy querida por el pueblo, le ofreció poder permanecer en el país junto a sus hijos. La respuesta de Isabel ha traspasado los siglos :" Ubi Rex meus, ibi regnum meum" ( "Donde está mi rey está mi reino"). Isabel nunca volvería a pisar Dinamarca.
Durante el siguiente año viajarían por toda Alemania intentando recabar ayudas para recuperar el trono danés. Las relaciones con Lutero de ambos esposos y el abrazo a la reforma por parte de Isabel supusieron un autentico mazazo para los católicos Habsburgo, al frente de los cuales estaba Carlos I de España y V de Alemania. Ninguna ayuda vendría por parte de la familia de Isabel.
Isabel de Habsburgo
La salud de Isabel empezó a resentirse. Había tenido seis hijos sin apenas tiempo para recuperarse de los partos y además sufría dificultades respiratorias. Se sometería a una cura de baños en Augsburgo pero la pequeña mejoría experimentada duraría muy poco.
En julio de 1525 celebra, ya muy débil, su cumpleaños rodeada por su esposo y sus hijos. En vista de su mal estado Cristián decide instalar a la familia en la población de Zwijnaarde cerca de Gante. Su tía Margarita, angustiada por el estado de salud de su sobrina, se mantiene en contacto desde Malinas.
Los ahogos de Isabel aumentaban y ésta intuye que su fin se acerca. Escribe una carta conmovedora a su tía Margarita en la que le suplica que no abandone a sus hijos y a su esposo. Cinco días después de redactarla, moriría. Era el 19 de enero de 1526, tenía 24 años.
Fue sepultada en el altar mayor de San Pedro de Gante.
Fue sepultada en el altar mayor de San Pedro de Gante.
La polémica se desató en torno a la fe de Isabel. Su familia, toda ella católica, afirmaba que había recibido la extremaunción por el rito católico y había sido enterrada en la iglesia católica además de dejar a sus hijos al cuidado de su católica tía. Los luteranos afirmaban lo contrario.
En 1883 sus restos fueron trasladados a Dinamarca. En la actualidad reposa junto a su esposo en la catedral de Odense.