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domingo, 22 de febrero de 2015

Catalina de Aragón







Catalina de Aragón. Juan de Flandes


La última hija de los Reyes Católicos nació en Alcalá deHenares en 1485. Al igual que sus hermanas, creció en una corte itinerante y en medio del ajetreo de las guerras. El mecenazgo de su madre, Isabel I de Castilla había estimulado en España un Renacimiento precoz, como consecuencia, la educación de Catalina fue muy completa y muy superior a la de los príncipes y princesas de la época. Hablaba con fluidez latín, francés, ingles y flamenco. Además, los Reyes Católicos viajaban siempre con sus hijas por lo que Catalina había vivido la toma de Granada y aprendido de primera mano el arte de gobernar. Aprendió también que Francia era el principal enemigo de su Casa en Europa y todos estos avatares fueron lecciones que jamás olvidó. 

La política matrimonial de los Reyes Católicos ya estaba en marcha: unidos a los Habsburgos por el matrimonio de Juana, a Portugal por el de Isabel y después por el de María, sólo faltaba Inglaterra para asegurarse el cerco a Francia. Así pues, a Catalina le correspondía esa alianza y se la prometió al príncipe Arturo, heredero de la Corona inglesa. Fue duro para Isabel de Castilla separarse de su hija, ambas se parecían, el mismo porte, similar inteligencia, la misma dignidad y firmeza. 

Cuando Catalina embarca rumbo a Inglaterra tenía tan sólo quince años. La flota llegó a Plymounth el dos de octubre de 1501, la recibieron el volteo de todas las campanas de las iglesias dándole la bienvenida y un intenso clamor de las gentes que abarrotaban el puerto. Catalina empezaba a ganarse ya el favor del pueblo ingles. En Dogmersfield se produjo el encuentro de los novios. Catalina simpatizó al momento con su prometido, un joven rubio, mas bajo que ella de aspecto frágil y que aparentaba menos de los quince años que tenía. 

Arturo Tudor

Tras la fastuosa boda y algún que otro problema diplomático por la dote de Catalina, los Príncipes partieron hacia Gales. Residirían en un inhóspito y siniestro castillo, el de Ludlow. Se sabe poco de cómo pasaron sus días allí, aunque éstos serían escasos, ya que, Arturo enfermó gravemente y murió cuando apenas llevaban seis meses casados. Se cree que la causa de la muerte de Arturo fue la enfermedad del “sudor ingles”, Catalina también enfermó, pero ella logró sobrevivir. 

Tras las pompas fúnebres, Catalina fue instalada en el palacio de Durham House situado en el Strand. Allí, rodeada de su corte de españoles esperaba que se decidiera su destino. Tanto su suegro como su padre, ambos hábiles políticos, buscaban su propio interés y Catalina no es más que una ficha a mover en el tablero. Se la había prometido ya al nuevo Príncipe de Gales, Enrique, pero seguirá recluida en Dirham hasta que se llegue a un acuerdo beneficioso para ambos países. 

En 1509 fallece su suegro y el Príncipe de Gales asciende al trono con el nombre de Enrique VIII. Era un hombre guapo, atlético, alegre, un gran deportista y un gran bailarín y además estaba deseando casarse con Catalina. Así que, en el momento en que ella juró que el matrimonio con Arturo no había sido consumado y se obtuvo la dispensa papal, contrajeron matrimonio. Fueron coronados ese mismo año.


Catalina de Aragón. Michel Sittow. Kunsthistorisches Museum

Enrique disfrutaba viéndose admirado por su esposa en los torneos y justas y siempre buscaba su aprobación. Por otra parte podría afirmarse que Catalina fue la mejor embajadora con la que contó Fernando el Católico en Inglaterra, y así quedó demostrado con la firma de un tratado entre los dos países.

Sólo faltaba la llegada de un hijo para que la dicha de Catalina fuera completa. Su primera gestación finalizó en aborto pero la segunda supuso una gran alegría para todo el pueblo inglés. Había nacido el tan ansiado varón. El pueblo estallaba en júbilo y la alegría de Enrique era inmensa. Consideraba Enrique que la dinastía Tudor no estaba suficientemente consolidada y que el nacimiento de un hijo era necesario para perpetuar su estirpe en el trono de Inglaterra. La alegría se tornó tristeza cuando a los 52 días de su nacimiento moría el pequeño príncipe. 

Cuatro años después de su boda Enrique VIII nombra regente a Catalina mientras él marcha a combatir a Francia. La Reina demuestra que tiene verdaderas dotes para el gobierno de la nación. Al regreso del Rey la alegría del reencuentro se ve empañada por un nuevo aborto de Catalina. Además, la estancia en Francia había cambiado a Enrique que ya no buscaba el consejo de su esposa. El cardenal Wosley ( un arribista ambicioso y carismático que llego a ser Lord Canciller) era ahora su consejero y otras mujeres ocupaban su corazón y su cama. No obstante en 1516 Catalina alumbra a la única de sus hijas que sobrevivirá: María. 

Enrique VIII. Hans Holbein. Colección privada

Apareció entonces en la vida de Enrique, Ana Bolena, mujer hermosa, joven e inteligente que supo jugar muy bien sus cartas y consiguió obsesionar al rey hasta el extremo de desear la nulidad de su matrimonio con Catalina, argumentando que según el Levítico era un pecado haber desposado a la esposa de su hermano cuyo matrimonio si había sido consumado y este pecado es lo que le impedía procrear hijos varones con Catalina.

En 1529 se inició un proceso presidido por un representante del Papa. Durante el mismo Catalina se postró a los pies de su marido y pronunció un discurso valiente y conmovedor, después abandono la sala con gran dignidad. El Papa prohibió a Enrique que volviera a casarse antes de que la Iglesia de Roma se hubiera pronunciado. Catalina fue desterrada de la corte y se la instalaría en el castillo del More. La decisión del Papa no llegaba y finalmente en 1533, el arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, declara nulo el matrimonio del rey con Catalina. Enrique y Ana Bolena se casan. Al separarse de este modo de la Iglesia de Roma , Enrique se hace nombrar jefe supremo de la nueva iglesia de Inglaterra. 

Dos años después Catalina es trasladada al castillo de Kimbolton, una fortaleza oscura, rodeada de un foso y cuyo puente levadizo se alzó tras ella dejándola recluida. Se le prohibió a su hija María el acceso y éste sería uno de los peores castigos para Catalina. Sólo tras una enfermedad de María y para evitar murmuraciones, Enrique consintió que se vieran. Toda visita debía contar antes con la aprobación del Rey.

Catalina de Aragón. Nacional Gallery

En la navidad de 1535 se le acentúa a Catalina una enfermedad que ya venía sufriendo, sus pies y sus manos se hinchaban y le venía un cólico detrás de otro.Su médico Miguel de Sá lo calificaba de hidropesía. En los primeros días de enero de 1536 Catalina se siente morir, tiene un intenso dolor de estomago y vomita lo que come, además los ahogos le impiden dormir en la cama y dormita sentada en un sillón. 

Solicita la visita de su hija para despedirse de ella pero el Rey se niega y solo permite la presencia del embajador español, Chapuys, que acudió a Kimbolton. Parece que la visita del embajador la animó y logró comer e incluso dormir. Una noche, una llamada impetuosa despierta a todos. La amiga de la Reina, la más querida de sus damas, María de Salinas, insiste en verla al saber de su enfermedad y a pesar de no tener permiso del Rey se le franquea el paso. 

El embajador se marcharía el seis de enero dejando a Catalina muy restablecida charlando con María de Salinas. Esa noche, el dolor y las nauseas reaparecieron con mayor virulencia, Catalina sintiéndose morir llama a su confesor y dicta dos cartas, una para su marido Enrique y otra para su sobrino, el Emperador Carlos V, al que ruega vele por su hija. Catalina muere a las dos de la tarde del siete de enero. 

Castillo de Kimbolton

Por orden del Rey su cuerpo fue abierto a las ocho horas del fallecimiento para ser embalsamado. El embalsamador dijo al capellán que los órganos se veían bien excepto el corazón que se veía negro y con una excrecencia adherida. El rumor que se extendió es que la Reina había sido envenenada por orden de Ana Bolena. Estos rumores se acrecentaron cuando se impidió la salida del país a todos los que habían permanecido con la Reina cuando ésta falleció. Hoy se considera que su muerte se debió, probablemente, a un cáncer, un tumor cardiáco, a tenor de la descripción realizada por el embalsamador. 

Catalina de Aragón, la que fuera definida por Shakespeare como "La Reina de todas las Reinas y modelo al mundo de la majestad femenina", fue sepultada en la catedral de Peterborough. Sólo se le rindieron honores como Princesa Viuda de Gales. Sin embargo, hoy sobre su tumba puede leerse la siguiente inscripción : Katherine, Queen of England.


sábado, 14 de febrero de 2015

Mafalda de Saboya




Nacida el 19 de noviembre de 1902, era hija de los reyes de Italia, Victor Manuel III y Elena de Montenegro. Mafalda, como el resto de sus hermanos, fue educada por institutrices en el mismo palacio del Quirinal donde residían hasta que algunos años después de su nacimiento su padre adquiere la “Villa Ada”que se convierte en la residencia real. Pasan los años y, como todas las princesas de la época,  recibe clases de literatura, arte y aprende perfectamente alemán, inglés y francés.

Es en Roma donde Mafalda conocerá al príncipe Felipe de Hesse- Kassel , sobrino del Kaiser Guillermo II. El príncipe Felipe había asistido a una academia militar como parte de su educación y durante la primera guerra mundial se había alistado en el regimiento de Hesse alcanzando el grado de teniente. Tras la guerra estudió en la universidad de Darmstadt historia del arte y arquitectura y, aunque todavía no había concluido sus estudios, se trasladó a vivir a Roma. Allí y gracias a sus conexiones con la aristocracia, se establece como decorador de interiores. Era un hombre rubio, atractivo, de modales refinados y con fama de bisexual, condición esta última que no parece haber importado mucho a la familia real italiana.

Se casaron el 23 de septiembre de 1925 en el castillo de Racconigi, cerca de Turín. Muchos fueron los que dijeron que la boda se celebraba por motivos políticos. Eran los tiempos en los que se iniciaban los movimientos fascistas en Italia y en Alemania y la unión de ambos príncipes podría ser conveniente en un futuro. El padre de la novia, el rey Victor Manuel, les regaló una casa dentro de los terrenos propios de la residencia de los reyes. La “ Villa Polissena “, que fue decorada en su totalidad por Felipe, se convirtió en la residencia de la pareja. En Italia nacieron sus cuatro hijos y en Italia también surgió la atracción de Felipe por el fascismo.

Boda de Mafalda de Saboya y Felipe de Hesse

Felipe, que era un gran admirador de Mussolini, se afiliará en 1930 al Partido Nacional Socialista alemán y posteriormente a las SA. En 1933, Hitler se convierte en el canciller alemán y Felipe es nombrado gobernador del estado de Hesse-Nassau. Mafalda, que no comulgaba con las ideas políticas de su marido, no quería dejar Italia. Los desencuentros de la pareja se acentúan. 

Felipe, que había trabado amistad con Goering, pasa a formar parte, en 1939, del equipo personal de Hitler con una misión diplomática muy concreta, ser el intermediario entre Adolf Hitler, Victor Manuel III y Mussolini. 

El cambio de alianzas producido en Italia en 1943 y la destitución de Mussolini firmada por Victor Manuel III y su posterior arresto enfurecen al Führer y convoca a Felipe a una reunión. A la salida de la misma es arrestado por traición, al no haber informado de las intenciones del Rey de Italia, y conducido al campo de concentración de Sachsenhausen. Hitler ordena la detención de la princesa Mafalda, “lo más negro de la casa Saboya” -según decía- y de toda la familia real italiana. Los Reyes de Italia abandonan precipitadamente Roma y se instalan en zona ocupada por los aliados. 

Cuando estos hechos ocurrían Mafalda se encontraba en la ciudad de Sofía acompañando a su hermana, reina de Bulgaria, en el entierro de su marido, el rey Boris III. Estaba tranquila, consideraba que el hecho de que su marido fuera uno de los colaboradores de Hitler la mantenía a salvo. Ignoraba que éste había sido detenido y que su familia había tenido que huir.

La princesa Mafalda regresa a Roma el 21 de septiembre de 1943. Se entera entonces de que sus hijos se encuentran en el Vaticano, allí habían sido encomendados al cuidado de Monseñor Montini (el que con el paso de los años se convertiría en Pablo VI). La alegría por el encuentro es grande aunque su hijo mayor se impresiona al verla. Esta mucho más delgada y viste todavía ropas negras por el funeral de su cuñado. Pasean juntos por los jardines del Vaticano, ella les cuenta historias, los llena de atenciones y de ternura, toda la ternura que una madre angustiada por la seguridad y el bienestar de sus hijos es capaz de demostrar. Cuando cae la noche se despide de ellos, les dice que debe volver a casa a recibir noticias de su padre y que ellos deben quedar allí, que estarán más seguros y que volverá a la mañana siguiente.

La princesa Mafalda con sus hijos

Pasa la noche en villa Polissena. Por la mañana recibe una llamada de la embajada alemana, la voz al teléfono pertenecía a Herbert Kappler, el ojo de Himmler en Italia. Dice a la princesa que debe acudir a la embajada alemana, que su esposo va a comunicarse con ella por teléfono. Cansada y aturdida como estaba por los últimos acontecimientos, a Mafalda no se le ocurrió preguntarse por qué no la telefoneaba a villa Polissena, pensó simplemente que la comunicación sería más fácil a través de la embajada.

Acompañada del Dr Nicholas Marchito, Mafalda se dirigió a la villa Volkonsky, lugar donde se ubicaba la embajada alemana. Nada más llegar un oficial de alto rango se dirigió a su encuentro. La princesa empezó a explicarle las razones por las que estaba allí, no la dejó terminar, de manera brusca y hostil la sujetó por el brazo y la introdujo en un coche que puso rumbo, a toda velocidad, al aeropuerto de Ciampino. De un salto Nicholas Marchito también se introdujo en el coche. Cuando llegaron al aeropuerto un avión militar ya estaba esperando en la pista. Agarraron a Mafalda por el brazo conminándola a caminar para introducirla en el avión, impidiendo al doctor Marchino que la siguiera.

Fue trasladada primero a Munich y luego a Berlín. Tras tres semanas de duros interrogatorios fue llevada al campo de concentración de Buchenwald. Era el mes de octubre de 1943. A su llegada al campo fue internada en el barracón nº 15, destinado a “reclusos especiales”.

El barracón tenía 50 metros de largo por 9 de ancho y estaba dividido en 16 celdas, además de las letrinas y la cocina. Mafalda de Hesse y las 50 personalidades allí retenidas vivían de forma privilegiada en comparación con las condiciones infrahumanas del resto de los presos del campo de concentración. La princesa compartía celda con el ministro socialdemócrata Breitscheid y su esposa y con María Ruhnau. La comida a pesar, de ser escasa y pobre era un autentico lujo respecto a lo que comían el resto de los presos. En el barracón nº 15 se tomaba pan negro, margarina, sopa de cebada y carne y un sustituto del café.

María Ruhnau -cuyo único delito consistía en ser testigo de Jehová- y Mafalda compartían confidencias, ansiedades por la suerte que habían corrido los suyos y sufrimientos y su relación fue siendo cada vez más estrecha. A pesar de que a Mafalda se le había prohibido revelar su identidad, y era conocida como la señora Von Weber la noticia se filtró. Los prisioneros italianos quedaron muy impresionados al saber que la hija del rey Victor Manuel III estaba recluida entre ellos.

Campo de concentración de Buchenwald

El 24 de agosto de 1944 la aviación aliada bombardea el campo de concentración. Mafalda es encontrada bajo los escombros por María Ruhnau que ha resultado ilesa, tiene parte del rostro ensangrentado, el pelo quemado y un brazo cuelga desde el hombro convertido en un amasijo sanguinolento. La enfermería se llena con los heridos y faltan manos y camas para atenderlos. María se ofrecería a cuidar de la princesa permaneciendo con ella en una caseta a la que llamaban el “prostíbulo” porque en ella se recibía la visita de algunas mujeres que atendían las “necesidades” de los oficiales. Los sanitarios también requeririan la ayuda del Dr Witzelav Horm, del doctor Thomas George y de otros médicos prisioneros en el campo de concentración. 

Al mando de todo el equipo médico estaba el Dr Schidlawsky que, tras la primera cura, decidió esperar la evolución de la paciente. A las 48 horas los signos de alarma son evidentes y el Dr Horm insta al Dr Schidlawsky para que la amputación se realice cuanto antes pero, enterado Schidlwsky de la verdadera identidad de la Sra Von Weber, decide esperar un día más y solicitar instrucciones a Berlín. El día 28 se realiza la intervención quirúrgica y le es amputado el brazo, después se la vuelve a instalar en el “prostíbulo” quedando a su cuidado María Ruhnau. Ningún médico la visita durante la noche, y tampoco se le administra ninguna medicación. Sin haber recuperado el conocimiento la princesa Mafalda de Saboya muere al día siguiente. Era el 29 de Agosto de 1945.

Fue enterrada en el cementerio de Weimar, en la fosa 262 como mujer desconocida. Tenía 42 años. En 1951 su esposo obtuvo la autorización para que su cuerpo fuera exhumado y trasladado al castillo de Kronberg ( Hesse)

En 1995 Italia le rindió homenaje emitiendo un sello con su imagen.

domingo, 8 de febrero de 2015

Alfonso XI


Alfonso XI

Nació en 1311 y apenas había cumplido un año cuando murió su padre y poco después lo hizo su madre, así que desde la más tierna infancia se vió privado del cariño de sus padres y fue rey antes incluso de saber pronunciar esta palabra. María de Molina, abuela de Alfonso, se encargaría de su cuidado. Es probable que a pesar de su corta edad, las luchas encarnizadas que protagonizaron sus parientes para ostentar la regencia hasta su mayoría de edad y la sabiduría de su abuela para conseguir calmar esas turbulencias, influyeran en la formación de su carácter porque ejerció su reinado con gran inteligencia y energía.

En 1325 fue declarado mayor de edad por las Cortes de Valladolid y de inmediato, y a pesar de su juventud, se propuso "ejercer" como Rey. Nuevos vientos iban a soplar sobre Castilla y los enemigos del joven monarca debían tenerlo claro. D. Alfonso tratando de demostrar su independencia y la supremacía del poder real sobre la nobleza, se rodeó de gente nueva. Una de sus primeras medidas fue mandar ejecutar a uno de sus tutores, Juan “el tuerto” y despojar a su tío, el infante Felipe de todos sus títulos y cargos. Después nombró a D. Alvar Núñez de Osorio y a Garcilaso de la Vega como sus privados, otorgándoles títulos y cargos. Envanecido por tanto privilegio y esperando contar con algunos más, Alvar Nuñez cometió varios errores que finalmente le costaron la vida. A D. Alfonso, que lo mando ejecutar, no le temblaba el pulso. De ese modo ponía freno a los abusos

Alfonso onceno tenía dos objetivos primordiales desde el comienzo de su reinado. El primero de ellos era pacificar el Reino y sujetar a la nobleza. Para lograrlo consideró necesario reorganizar y transformar el gobierno de las grandes ciudades. Con este fin,  nombraría corregidores que intervendrían en los ayuntamientos y cuyo nombramiento competía exclusivamente al Rey. El otro objetivo era la cuestión del Estrecho. A este empeño bélico dedicaría gran parte de su vida y de su energía 

Batalla del Salado. Obra del siglo XVII ( Monasterio de Guadalupe)

En 1328 y dado que interesaba políticamente la alianza con Portugal, D. Alfonso contrae matrimonio con María, hija del Rey del país vecino. Parece ser que María de Portugal no era muy agraciada y tampoco poseía encanto personal y desde luego no gustaba al monarca castellano la esposa elegida pero, el interés del Reino estaba por encima de cualquier pasión o sentimentalismo y los matrimonios de conveniencia formaban parte de las obligaciones de la realeza. 

Alfonso onceno, que según las crónicas era sobrio, elegante y buen caballero tenía ya una amante, Leonor de Guzmán, una dama principal emparentada con las grandes familias de la nobleza y que sería el único y verdadero amor del monarca. Era una mujer guapa, la más guapa del Reino según los cronistas, inteligente, culta y - puesto que ya era viuda – también experimentada. Era además una mujer muy fértil y dio al monarca nada menos que diez hijos que se criaban y crecían magníficamente. 

La pasión de Alfonso por Leonor era de tal intensidad que hizo de ella una especie segunda esposa, como si de un musulmán se tratará, relegando a la primera y legítima al ostracismo total.

Dª María, mientras tanto tenía dificultades para quedar encinta y hasta 1334 no nació el legítimo heredero de D. Alfonso, el príncipe Pedro. Tampoco el monarca se mostró muy interesado en aquel niño, tenía muy claro que era su heredero pero no despertaba en él ningún instinto paternal. Todo lo contrario ocurría con sus hijos bastardos a los que además de proporcionar cargos, los distinguía con prebendas y títulos. Uno de estos títulos, el de conde de Trástamara, otorgado a su hijo Enrique, daría inicio a un nuevo linaje real. 


Alfonso XI. Miniatura mediaval

A D. Alfonso le gustaban mucho los torneos y las justas y los promocionaba allá donde se encontrara, tal vez, porque considerara que este tipo de ejercicios fortalecía el cuerpo y la valentía de los combatientes y el Rey era un aguerrido guerrero que siempre  se situaba al frente de sus tropas. Eran tiempos turbulentos con problemas de muy diversa índole. Para solucionar algunos promulgaba leyes, para solucionar otros iba al campo de batalla. Su mayor victoria bélica había sido la batalla del Salado. Su mayor victoria legislativa el ordenamiento de Alcalá de Henares.

En 1348, la peste bubónica asoló Europa. Parece ser que se había iniciado en Asia y desde allí, a través de las rutas comerciales, se había extendido al resto de continentes. La muerte negra viajó en un barco genovés y desembarcó en el puerto de Mallorca, luego los marineros la extendieron a otros puertos del Mediterráneo. Se cree que se extendió hacia Castilla a través del camino de Santiago. Sea como fuere lo cierto es que hizo presa en todos los estamentos sociales, campesinos, comerciantes, nobles, príncipes y reyes. La mortalidad fue inmensa, la población de Europa quedó reducida a la mitad. 

Alfonso se encontraba batallando en el sitio de Gibraltar, hacía ya diez años de su victoria en la batalla del Salado. Cuando se declaró la peste, Juan Alfonso de Albuquerque, Juan de Villena y otros nobles que lo acompañaban insistieron al rey para que abandonara el sitio de Gibraltar pero, Alfonso XI se negó. Según dicen las crónicas el Rey contestó a sus fieles " seria una vergüenza abandonar a mis tropas por miedo a la muerte". 

Ilustración de la peste. Biblioteca Real de Belgica

Alfonso enfermó, la peste hizo presa en él y murió a los pocos días de iniciada la fiebre. La noticia de la muerte del Rey castellano corrió como un reguero de pólvora por el campo de batalla. Cuenta la leyenda que su enemigo Yusuf Abul Hagig exclamó al enterarse " ¡ El mundo ha perdido uno de sus mejores príncipes ¡ Era un soberano que reconocía el mérito lo mismo en sus amigos que en sus enemigos". Por ello, por respeto al Rey Alfonso, no hubo ningún ataque por parte de los soldados musulmanes en los días que siguieron a su muerte. También cuenta la leyenda que cuando los cristianos se dispusieron a trasladar el cuerpo de D. Alfonso a Sevilla, los soldados moros salieron de la ciudad y mudos y en formación contemplaron el cortejo fúnebre, rindiendo así un postrero homenaje a aquel que,  aún siendo su enemigo, respetaban como guerrero.

En Sevilla lo esperaban María de Portugal, su esposa, y el infante Pedro, su hijo legítimo. Se cree que Leonor, su fiel amante, acompañaba al cortejo, pero que se refugió en Medina Sidonia por temor a la Reina viuda.  A su llegada a Sevilla, su cuerpo fue depositado en la Capilla Real de la Catedral y, en 1371 y cumpliendo su voluntad ya que era su deseo ser enterrado junto a su padre, se trasladaron sus restos a Córdoba. Los cuerpos de ambos descansan en la Colegiata de San Hipólito. 

Alfonso onceno pasó a la Historia con el sobrenombre del "Justiciero". A su muerte su amada Leonor sería asesinada y las luchas fraticídas tiñeron de sangre a su descendencia

jueves, 5 de febrero de 2015

Leonor de Guzmán



Leonor de Guzmán

Nació en Sevilla en 1310 y pertenecía a una de las familias más importantes y de mayor linaje de Castilla, los Guzmán, estando emparentada además con los más grandes de la nobleza. Sus padres , Pedro Núñez de Guzmán y Juana Ponce de León, le procuraron un buen matrimonio, como correspondía a una dama de su calidad y la desposaron cuando sólo contaba quince años con Juan Velasco. El matrimonio duró muy poco y no tuvo descendencia. Tres años después de la boda, Leonor quedaba viuda y con un importante patrimonio rústico y urbano.

Tras la campaña de Olvera, ocurrida en 1327, Leonor de Guzmán "en fermosura la más apuesta muger que auie en el reyno " según la Crónica de Alfonso XI , conoce al Rey. Parece ser que el amor de Alfonso XI por Leonor surge de inmediato y a partir de ese momento Dª Leonor pasará a formar parte del círculo más intimo del monarca y su prestigio entre la nobleza irá en aumento.

En aquellos años el amor y el matrimonio difícilmente iban unidos. Los matrimonios de la realeza tenían como objetivo afianzar las alianzas entre países y así sucedió en el caso de Alfonso XI. Convenía a Castilla una alianza matrimonial con Portugal, razón por la cual en 1328, el rey castellano toma por esposa a María de Portugal. 

No consideraba Alfonso que el matrimonio que había contraído fuera razón suficiente para dejar a su bella amante y a los hijos que ya había empezado a tener de ella. Mantuvo ambas familias con completa naturalidad, sin esconder la relación, más bien al contrario. Dª María, como esposa legítima, permanecía junto al rey en aquellos actos oficiales que así lo requerían pero, era Leonor quien estaba constantemente a su lado. Ninguna otra figura de su tiempo adquirió una influencia y un relieve tan importante como el conseguido por la hermosa viuda sevillana sobre el rey de Castilla.  

Alfonso XI

Leonor era además de bella muy inteligente y estas cualidades le permitían aconsejar al rey Alfonso tanto en política interna como externa. En la gran Crónica de Alfonso XI se pone de manifiesto"el rey fiaua mucho della ca todas las cosas que se avien de faser en el Reyno, todas pasaban sabiéndolo ella y no de otra manera, por la fiança que el rey ponía en ella". Dejando constancia, por tanto estos escritos, de la gran influencia que Leonor tenía sobre D. Alfonso. 

María de Portugal se veía relegada a ser simplemente la "consorte". Había cumplido con su cometido y tras tres años de matrimonio había conseguido realizar la misión que de ella se esperaba: dar un heredero a la corona, el Infante Pedro, al que pasados los años se le apodaría el Cruel. A pesar de ser la madre del heredero a la Corona, María vivía recluida junto al infante en el monasterio sevillano de San Clemente, mientras Leonor vivía con el Rey. 

A tenor de los hechos, es seguro afirmar que Alfonso XI amaba a Leonor con autentica pasión. No ha quedado reflejado en los escritos si el amor de la "Favorita" era igualmente apasionado. De lo que no cabe duda es de que le era leal y fiel y de que le acompañaba constantemente, aunque para ello tuviera que desplazarse a los mismos campos de batalla.

Leonor era una mujer prolífica y le dio al monarca diez hijos. Con cada nacimiento e incluso sin nacimientos que lo justificaran, el Rey le hacía donaciones de villas y lugares diseminados por todo el Reino. Pero no solamente ella era la beneficiaria de la generosidad de Alfonso XI, también los hijos bastardos habidos en esta relación recibieron del monarca apoyo económico y un reconocimiento social que los equiparaba al hijo legítimo, D. Pedro. Que duda cabe que el odio de Pedro hacia sus hermanos tenía que producirse, era un muchacho alejado de su padre, cautivo en un convento y educado y adoctrinado por una madre llena de rencor.

María de Portugal

Con tantas donaciones – algunas de ellas ni siquiera eran del rey, sino de personajes deseosos de congraciarse con la corona – Leonor se convirtió en una gran señora feudal que disfrutaba de todos los privilegios que esa posición le otorgaba. Los vasallos de los lugares que poseía contribuían con las cargas y tributos habituales a que la "Favorita" mantuviera esa posición de privilegio. Se podía decir que Leonor de Guzmán era "la reina y señora"de Castilla. Su posición que ya era prominente por cuna( pertenecía a la familia de los Ponce de León y era descendiente de Guzmán el Bueno), ahora también lo era por patrimonio. Se había convertido por lo tanto en todo un personaje con enorme influencia en el Reino. 

Era la reina de "hecho" aunque no lo fuera de "derecho", se comportaba como una reina y como tal recibía honores. Permanecía al lado de D. Alfonso compartiendo lecho, confidencias y tiendas de campaña en las batallas del rey. Y seguía acumulando más villas y más derechos sobre más lugares. Esta obsesión suya por llegar a tener un patrimonio cada vez mayor estaba justificada por la enorme preocupación que tenía por el porvenir de sus hijos. Era consciente de que, a pesar de que el Rey les había concedido puestos relevantes, el día que éste muriera y se proclamará rey su heredero legítimo, la suerte de sus hijos cambiaría. Por ello pensaba, no sin razón, que un gran patrimonio sería lo mejor con lo que podrían contar. 



La vida de Leonor da un vuelco inesperado en 1350. El rey Alfonso que se encontraba librando la batalla en el sitio de Gibraltar, cae enfermo muriendo a los pocos días. En el momento de su muerte el rey tenía 42 años. Dejaba un hijo legítimo, el Infante Pedro, una reina viuda, María de Portugal, una amante, Leonor de Guzmán y  diez bastardos habidos en los veinte años de relación con ella.

María de Portugal, señora de Talavera y reina consorte de Castilla había tenido veinte años para alimentar rencores, para ir amasando su odio y para rodearse de una camarilla de fieles que también menospreciaban a la "Favorita", así que, probablemente, desde el mismo momento en que muere el rey Alfonso se empieza a gestar la muerte de Leonor.

El cuerpo de Alfonso XI es conducido desde Gibraltar hacía Sevilla, donde esperan la Reina, María de Portugal, y el Infante Pedro. A su paso por Medina Sidonia, Leonor abandona la comitiva y se refugia en esta villa. El Infante es proclamado rey y se convierte en Pedro I. 

Leonor está atemorizada, tanto, que incluso piensa en abandonar Castilla y escribe al rey de Aragón solicitando ayuda, El aragonés se limita a darle respuesta mediante una carta en la que trazaba una semblanza del rey Alfonso y recomendaba a Leonor que buscara consuelo en Dios. 

Alcazar de Sevilla siglo XIV ( reconstruccion virtual)

Leonor había sido recluida en el Alcázar de Sevilla y llevada después a Carmona, allí permanecería hasta que María de Portugal decidió sacarla e incorporarla a su séquito, paseándola por todas partes, intentando demostrar de este modo que estaba a su merced, para verla así humillada hasta que llegaron a Talavera. El alcázar de esta ciudad, que pertenecía a la reina viuda, sería la última prisión de Leonor de Guzmán.

No permanecería en ella mucho tiempo. Según Victor Gebhardt, María de Portugal envió al alcázar a su escudero, Alfonso Fernández de Olmedo, con orden de asesinar a la "Favorita", ejecutándola éste al momento de su llegada. Según Bueno Domínguez "Atada a un poste a pleno sol y con una cuerda que rodeaba su cuello sujeto a la nuca con una cruceta" murió Leonor de Guzmán.

En cuanto a su inhumación la opinión de los historiadores es controvertida. Algunos como López Tejada dicen que está enterrada en la capilla de San Juan Bautista del alcázar de Talavera. Angel Ballestero dice por el contrario, que fue enterrada en la Colegial. En cualquier caso no son más que opiniones, tan sólo una prueba de ADN contrastada con otra realizada a alguno de sus hijos podría sacarnos de dudas respecto al lugar donde permanecen los restos mortales de esta inteligente mujer que siendo tan sólo la amante de un rey, logró ser la madre de otro y dar inicio a una dinastía : Los Trástamara.