Alejandra nació el 6 de junio de 1872 en el Neues Palais de Darmstadt, la capital del Gran Ducado de Hesse, siendo la sexta hija de los futuros Grandes duques: Luis de Hesse y Alicia del Reino Unido y nieta por lo tanto de la Reina Victoria I. Fue una niña hermosa, rubia, de ojos azules y desde el principio fue llamada Alix por sus padres y hermanos.
Darmstadt era una pequeña ciudad muy provinciana y además en su familia los medios económicos eran más bien escasos, así que la pequeña Alix disfrutaba enormemente de los periodos de vacaciones en la campiña inglesa, junto a su familia materna. Su madre, la princesa Alicia, la había educado con los mismos principios victorianos que a ella la educaron: un gran amor a la familia y una estricta moralidad y, tal vez por ello, se había convertido en una de las nietas preferidas de la reina Victoria.
Tenía apenas seis años cuando la tragedia vino a teñir su infancia de tristeza. En 1878 hubo una epidemia de difteria en Darmstadt de la que no se libró ningún miembro de la familia ducal. El Neues Palais se vistió de luto, la madre y la hermana menor de Alix murieron como consecuencia de la epidemia. La pequeña Alejandra no se recuperaría del dolor de la orfandad y a partir de entonces su rostro siempre reflejaría un fondo de tristeza. Su timidez y retraimiento se irían acentuando.
Alix de Hesse
La educación de Alix estuvo tutelada por la Reina Victoria, a quien sus profesores informaban de los progresos de la niña. Victoria había decidido que en ausencia de su madre a ella le correspondía la obligación de velar por la buena educación de su nieta.
Alix pasaba los inviernos en Darmstadt y los veranos en el Reino Unido. Allí se reunía con la mayoría de sus primos bien fuera en Osborne, en Balmoral o en Windsor pero, a pesar de estos periodos de confraternidad siguió siendo una niña introvertida y solitaria.
El año 1884 marcaría su destino. Su hermana mayor, Isabel, iba a contraer matrimonio con el Gran Duque Sergio, hermano del Zar de Rusia Alejandro III. Alix tenía 12 años y seguía siendo tímida y retraída lo que le impedía disfrutar de los grandes acontecimientos por tanto, acudir a Rusia para asistir al enlace no supuso para ella ninguna alegría. Sin embargo cuando llegó quedó impactada por el esplendor, el lujo y la riqueza de San Petersburgo. Acostumbrada como estaba a las estrecheces económicas de su familia en Darmstadt, el palacio imperial de Peterhof le pareció el parangón de la opulencia.
No obstante no fue el lujo lo que más impresionó a Alejandra sino el hijo y heredero del Zar, Nicolás. También el joven, que tenía 16 años, se sintió impresionado por Alix y cabe suponer que ambos se prometerían amor eterno.
Nicolas II
Los años pasaban, sus hermanas mayores se habían ido casado y en Darmstadt tan sólo quedaban ella y su hermano Ernesto, el heredero, junto a su padre. Alix se había convertido en una joven alta y delgada, con un rostro de delicadas facciones pero, seguía siendo extremadamente tímida y el hecho de tener que asumir las funciones de representación femenina del ducado y tratar con gente extraña la sumía en un estado de ansiedad cercano a lo patológico. Tampoco su salud era buena y, a pesar de su juventud, sufría crisis de ciática que la dejaban postrada y sin poder andar en muchas ocasiones. También eran frecuentes en ella las otitis y las jaquecas.
La reina Victoria, para la que Alix seguía siendo su nieta favorita, tenía el plan de casarla con su nieto Alberto Victor, hijo del príncipe de Gales y por tanto el segundo en la linea de sucesión. Pero Alejandra - que seguía enamorada de Nicolás - rechazó la oferta.
El 1892 murió su padre y esta nueva pérdida la abatió por completo y la colocó al borde de la depresión. Su abuela Victoria - que la invitó a pasar una temporada con ella - y su dama de compañía Gretchen Von Fabrice, lograrían con paciencia y cariño, animarla.
Con ocasión de la boda de su hermano Ernesto volvería a reunirse con Nicolás. Ambos jóvenes se darían cuenta de que seguían enamorados y que deseaban pasar el resto de su vida unidos. Esta boda no sería del agrado del Zar, a quien no gustaba el origen alemán de la joven, ni tampoco de la reina Victoria, a quien no gustaban los Romanov pero, pese a todo, Alejandra empezaría a prepararse para el matrimonio y para abrazar la religión ortodoxa.
Alejandro III moría el 1 de noviembre de 1894 y Nicolás era proclamado nuevo Zar. Todavía no había transcurrido un mes de estos hechos cuando se casaba con Alejandra.
Alejandro III moría el 1 de noviembre de 1894 y Nicolás era proclamado nuevo Zar. Todavía no había transcurrido un mes de estos hechos cuando se casaba con Alejandra.
Boda de Nicolas y Alejandra. Laurist Tuxen. Palacio de San Petersburgo
Alix conocía muy poco de su nuevo país, no hablaba su idioma- nunca lograría hablarlo con fluidez- y desconocía sus costumbres. El pueblo ruso, supersticioso como era, auguró a la pareja un mal reinado puesto que un ataúd negro había precedido a la boda, y no se equivocaron.
El día de la coronación de la nueva Zarina, y para que todo el mundo pudiera festejar el acontecimiento, se sacaron carros de comida para distribuir entre la población.El pueblo ruso, hambriento, se abalanzó hacia la comida pisoteando todo y a todos los que se pusieran delante. Hubo bastantes muertos. A pesar de ello Alix continuó festejando su coronación.
El carácter tímido de Alejandra era interpretado por sus súbditos como frialdad y distancia y no despertaba simpatías. Tampoco ella se sentía atraída por el arte y la cultura rusas y además su comportamiento, a raíz de convertirse en zarina, se tornó autoritario. De hecho influyó enormemente en su marido para que desoyera cualquier consejo y gobernara con todo el autoritarismo que, según consideraba ella, el poder absoluto del Zar debería tener.
En 1895 nacería su primera hija, Olga, que lógicamente, produjo una gran decepción puesto que todo el mundo esperaba un varón continuador de la dinastía. Las decepciones continuarían ya que, después de esta primera niña, nacerían otras tres: Tatiana, María y Anastasia. También el pueblo ruso se mostraba decepcionado y su antipatía por la Zarina aumentaba. Hubo que esperar hasta el 12 de agosto de 1904 para que naciera el ansiado varón que recibió el nombre de Alexis. No iba a durar mucho la alegría ya que, poco después de su nacimiento, se evidenciaría que Alexis sufría hemofilia.
Alejandra, Zarina de Rusia. Veber. Russian Museum
Alejandra, consciente de que era ella la que había trasmitido la enfermedad a su hijo, cayó en la desesperación. La sobreprotección a la que sometió a su hijo fue enorme, una enfermera, Marie, vigilaba constantemente al niño para evitar cualquier percance y siempre había médicos en palacio para su cuidado ya que el zarevich sufría fuertes dolores debido a hemorragias intraarticulares. Pero a la zarina Alejandra no le bastaba con esto, ella quería la curación de su hijo, ella quería un milagro.
Aparecería entonces en palacio, de la mano de Anna Výrubova, una de las damas de la Corte, un monje extravagante, maníaco y egocéntrico pero con un gran poder de persuasión y dispuesto a hacer creer que podía hacer el milagro: Rasputin.
Lo primero que hizo el monje fue retirar del tratamiento que llevaba el Zarevich la aspirina que le daban sus médicos para aliviar sus dolores. De éste modo consiguió disminuir las hemorragias de Alexis y desde ese momento Alejandra empezaría a creer que el monje era un enviado de Dios.
Gregori Rasputin
Rasputin tenía un enorme carisma así que, tanto Alejandra como su hijo, estaban subyugados por él. Su influencia llegó a ser tan grande que no había decisión del Zar o la Zarina - cuando actuaba de regente - que no hubiera recibido previamente el visto bueno del monje. En el gobierno y en la corte se consideraba que ésta influencia era absolutamente nefasta para el Imperio y finalmente Rasputin fue asesinado en diciembre de 1916.
Durante la Regencia de Alejandra el gobierno ruso se deterioró rápidamente. La primera guerra mundial supondría una carga insoportable, los recursos escaseaban y aparecerían las hambrunas. Nicolás II era incapaz de controlar su Imperio, el pueblo ruso tan vasto, tan pobre y tan desesperado no aguantaba más y estalló la revolución. El Zar fue obligado a abdicar en marzo de 1917.
La familia Imperial pasó unos meses de reclusión en Tobolsk, en Siberia. En abril de 1918 fueron trasladados a la Casa Ipátiev, en Ekaterimburgo. Allí, el 17 de julio, a medianoche, fueron ejecutados. No murieron solos, junto a ellos fueron fusiladas algunas personas de su servicio.
La Familia Imperial
En 1979, los historiadores Aleksandr Avdonin y Geli Riábov hallaron la posible tumba de la Familia Imperial en un lugar cercano al bosque de Koptiakí, pero ésta no fue abierta hasta 1991. Tras los exámenes de ADN, se concluyó que los restos encontrados correspondían a la pareja imperial y a tres de sus hijas. Faltaban pues los del zarevich Alexis y los de una de sus hermanas. La leyenda de que la Gran duquesa Anastasia se había salvado se había iniciado ya mucho antes.
En 2007 se encontró otra fosa a unos 70 metros de la primera, en la que fueron hallados los cadáveres de un varón de entre12 y 15 años y una mujer de 15 a 19. Los estudios de ADN demostraron que los restos correspondían a Alexis y a una de las grandes duquesas, o bien María que tenía 19 años o bien Anastasia que tenía 17. Los ADN de los hijos del Zar y de su esposa fueron cotejados con el del duque de Edimburgo - esposo de la actual reina del Reino Unido - emparentado con la Zarina.
En 1998 se les dio sepultura en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. En el año 2000 fueron canonizados por la Iglesia Ortodoxa.