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sábado, 25 de octubre de 2014

Isabel de Valois





Isabel de Valois - J. Pantoja de la Cruz. (Museo del Prado)


Nacida en Fontainebleau en abril de 1546 y fruto del matrimonio de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis, esta niña llegaría a ser, pasados los años, protagonista de uno de los dramas de Schiller y de una opera de Verdi.

En la búsqueda constante de alianzas mediante los vínculos matrimoniales que imperaba en las cortes europeas, la princesa Isabel fue ofrecida en matrimonio al príncipe D. Carlos, hijo y heredero de Felipe II. Se dice que a D. Carlos – que entonces contaba trece años- le hacía ilusión este matrimonio puesto que el retrato enviado desde Francia de la princesa le había impresionado muy favorablemente pero, una muerte se cruzaría en su destino cambiando los planes.

María Tudor, esposa de Felipe II, muere en 1558 y el Rey de España decide que la alianza con Francia no puede esperar hasta que su hijo tenga edad para desposarse por lo que, se ofrece en sustitución de D. Carlos como marido de Isabel. Parece ser que ésta decisión indignó a su hijo y supuso una causa más de desencuentro entre ambos.

La boda se celebró en la Catedral de Notre-Damme en junio de 1559 y lógicamente por poderes, representando a D. Felipe el Gran Duque de Alba. Hubo grandes fiestas y la princesa, que ya era muy bella, realzaba sus atributos físicos con un traje tejido con oro y cubierto de pedrería.

Isabel de Valois - Pantoja de la Cruz. (Museo del Prado)

En enero de 1560 llega Isabel a España. El Rey la espera en Guadalajara, en el palacio del duque del Infantado. Ella era alta, espigada y de una gran belleza. Cuenta Brantôme que cuando se le presentó a D. Felipe quedó parada y mirándole fijamente y que, ante ésta intensa mirada el Rey le preguntó “¿qué miráis? ¿por ventura si tengo canas?. D. Felipe tenía ya treinta y tres años y tan sólo catorce su nueva esposa.

Cuando Isabel llega a España todavía era núbil, motivo por el cual la consumación del matrimonio debió posponerse y no seria hasta un año más tarde cuando se le presentó la menarquia. Hasta en Francia se enteraron de la fecha de su primera regla ya que, su aya, la baronesa de Clermont-Lodeve, se apresuró a escribir a Catalina de Médicis dándole cuenta de la feliz noticia. Es entonces cuando D. Felipe decide que ya ha esperado bastante. Pero, las relaciones matrimoniales no sólo no son satisfactorias para Isabel, sino que además le producen un intenso dolor. Esto, al menos, es lo que el embajador francés le escribe a la madre de la Reina, D. Catalina. El embajador atribuye esta situación a la “fuerte complexión del Rey”.

No sabemos cual es la causa de la dispareunia de Isabel, pero si sabemos que acabaría teniendo cierta repugnancia a las relaciones sexuales. A pesar de esto, a Isabel los escarceos extramatrimoniales de D. Felipe con Dª Eufrasia de Guzmán la tienen muy disgustada, y no ve con buenos ojos los amoríos del Rey.


Isabel de Valois - Sofonisba Anguisola

Isabel era una hermosa mujer y además muy coqueta. Se vestía siempre con gran esmero y utilizaba perfumes y polvos para realzar su belleza. La llegada de Isabel supuso también un cambio en las costumbres de la sobria corte española pues a la reina le encantaban la poesía y la música por lo que las artes en general tuvieron un gran impulso durante su reinado. Su relación con el Príncipe D. Carlos era muy buena, quizá por consejo de su madre o quizá por inclinación propia, dado que ambos tenían casi la misma edad, lo cierto es que mantenían una estrecha amistad. Isabel sentía una profunda pena por el estado de D. Carlos y le prodigó todo el cariño y las atenciones de las que D. Felipe le había privado El príncipe la adoraba.


Carlos de Austria y Portugal

A la joven Reina no parecían sentarle muy bien los aires españoles. Hasta en dos ocasiones tuvo accesos febriles y erupciones en el cuerpo, siendo diagnosticada por sus médicos de viruelas. En ninguna de ellas quedaron marcas en su rostro, tal vez porque sus damas se apresuraron a aplicar sobre el mismo los remedios que su madre dictaba desde Francia y entre ellos, la clara de huevo y la leche de burra parece ser que dieron resultado aunque también hay que decir que los médicos españoles se dedicaron a sangrarla.

La Corte se había trasladado ya a Madrid cuando se anuncia la primera gestación de la Reina. D. Felipe estaba contento y esperaba con ilusión que el nuevo vástago fuera un varón  pero, esta gestación se presentó complicada. Isabel tenía mareos, vómitos y cefaleas que iban más allá de lo que era normal en estos casos. Cuando apareció la fiebre sus médicos decidieron sangrarla y ello debilitó tanto a la Reina que a punto estuvo de morir. El aborto de gemelos se produjo a los tres meses de iniciada la gestación.

A finales de 1565 la Reina quedó de nuevo embarazada y en agosto nacería una niña a la que se puso el nombre de Isabel Clara Eugenia. El parto debió ser fácil, puesto que parece ser que la Reina exclamó: "gracias a Dios el parir no es tan trabajoso como yo creía" pero, tras el parto, Isabel tuvo un cuadro febril que, como era costumbre, fue tratado con sangrías. Según escribiría el embajador francés a Dª Catalina, la Reina había estado a un paso de la muerte.

En octubre de 1567 la Reina da a luz a la segunda de sus hijas, Catalina Micaela. El nacimiento supuso una decepción para D. Felipe que deseaba un varón y que además estaba viviendo la espinosa decisión de someter a su hijo D. Carlos a prisión. En el puerperio, la Reina sufrió un acceso febril. Sus médicos lo atribuyeron a la subida de leche y le aplicaron perejil sobre los pezones.

Isabel sufría por el encierro del Príncipe D. Carlos, pero sus intercesiones ante el Rey no dieron resultado. La decisión de D. Felipe era firme. 

Felipe II. - Tiziano

En Mayo de 1568 Isabel estaba de nuevo embarazada. Pero esta vez y como en su primera gestación, aparecen los mareos y las cefaleas. Su estado se va agravando a pesar del reposo y de las tisanas que se le prescriben. El cronista Cabrera de Córdoba describe bien la sintomatología: mareos, desvanecimientos, vértigos, edema palpebral, palidez y fiebre. En julio y ante su mal estado se llama a consulta al Dr. Maldonado que tampoco puede hacer nada por aliviarla. El Príncipe D. Carlos murió a finales de ese mismo mes. En octubre la Reina expulsa un feto de cinco meses y su estado empeora muriendo poco después.

La enfermedad que le produjo la muerte pudo haber sido una pielonefritis gravídica aunque también pudo tratarse de una cardiopatía o de una nefropatía. Marañón consideró tras leer el diario del médico de cabecera de la reina que ésta en su primer embarazo ya sufrió dos ataques de eclampsia que pudieron haber dejado lesiones que posteriormente le causarían la muerte.

Nada había trascendido al pueblo sobre la enfermedad de la Reina, así que su muerte supuso una sorpresa y se dispararon las especulaciones. Para algunos, como el embajador italiano, Isabel había muerto como consecuencia de la imprudencia de los médicos, otros pensaron que las tisanas administradas contenían veneno y unos pocos que la tristeza por la muerte del príncipe Carlos había influido en el fatal desenlace. Rumores sin fundamento histórico. Felipe II, que había amado profundamente a su esposa, quedó desolado. También el pueblo sintió su muerte. Cervantes le dedico estas décimas: 

 Cuando dejaba la guerra
 libre nuestro hispano suelo,
 con un repentino vuelo
 la mejor flor de la tierra 
 fue trasplantada en el cielo. 
Y al cortarla de su rama 
el mortífero accidente
fue tan oculta a la gente 
como el que no ve la llama 
hasta que quemar la siente.

Isabel de Valois tenía veintitrés años cuando murió y sus restos fueron inhumados en el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Felipe II ordenó cinco años después su traslado al panteón de infantes del Monasterio del Escorial.

sábado, 4 de octubre de 2014

Isabel de Aragón



Isabel de Aragón


La primera hija de los Reyes Católicos nació en el palacio de los Acuña en la población de Dueñas, Palencia, el 2 de Octubre de 1470.

Como era natural tratándose de una hija de la Reina su educación fue exquisita. Además de educarla en las ocupaciones propias de una dama, tales como los bordados y la música, se le dio una formación en latín, literatura y los textos religiosos. Era una niña hermosa y sana y fue nombrada Princesa de Asturias hasta que el nacimiento de su hermano Juan la desplazó al segundo lugar de la línea sucesoria.

En 1479 los Reyes Católicos por un lado y el Rey Alfonso V de Portugal, junto a su heredero el Príncipe Juan por el otro, firman el tratado de Alcaçobas. En este tratado por el cual se ponía fin a la guerra entre los Reinos de Castilla y Aragón y el Reino de Portugal se sentaban también las bases para el reparto de los territorios y futuras conquistas en el océano Atlántico. Paralelamente al tratado se firmaron las “Tercerías de Moura”. En ellas se acordaba que la rival de la Reina Isabel al trono de Castilla, Juana - apodada “la Beltraneja,”- renunciaría a todos sus títulos castellanos y podría optar por ingresar en un convento o casar con el heredero de los reyes Católicos cuando éste cumpliera los catorce años y si él así lo decidía. Juana opto por ingresar en un convento.

También se acordaba en las Tercerías de Moura el matrimonio de la Infanta Isabel con D. Alfonso, hijo del heredero al trono portugués Juan II y la entrega por parte de los Reyes Católicos a su hija de una enorme dote cuya finalidad no era otra que la de compensar a Portugal por los gastos que la guerra le había ocasionado. Según este acuerdo y dado el carácter político del mismo, ambos prometidos, prácticamente en calidad de rehenes, debían permanecer “custodiados” hasta el día de su matrimonio. Así se hizo y la Infanta paso a estar bajo el cuidado de su tía-abuela, Beatriz, pasando a residir en Portugal. Sin embargo y por distintos motivos, esta cláusula de las “tercerías” se abandona en 1483. Isabel regresará a la corte itinerante de sus padres para preparar tranquilamente su boda y a la espera de que su prometido- cinco años menor que ella- cumpla los catorce años.

En abril de 1490 y en la catedral de Sevilla se efectuará el matrimonio por poderes de la Infanta Isabel y del Príncipe Alfonso. Tras las fastuosas celebraciones que se realizaron por el enlace los Reyes Católicos acompañaron a su hija hasta Constantina y allí la despidieron continuando la infanta con un nutrido séquito de la más alta nobleza castellana hasta Badajoz donde,  Rodrigo de Pimentel, Pedro Portocarrero y Rodrigo de Ulloa entre otros, la entregarían a D. Manuel, primo del Rey de Portugal y al que había sido encomendada la misión. Poco podía imaginar la Infanta española lo que el destino le depararía respecto a D. Manuel. 

Desde Badajoz la nueva comitiva se encaminó hacia Estremoz donde tendría lugar el encuentro de los nuevos esposos ya que el Príncipe estaba ansioso por conocer a Isabel. No quedaron defraudados ninguno de los dos. Alfonso e Isabel, no solo se gustaron sino que se enamoraron profundamente.El viaje continuó hasta Evora en cuya catedral se celebraría la boda. Los festejos que siguieron fueron descritos por los cronistas de la época como el mayor acontecimiento vivido en esos años.

Tras los esponsales los Príncipes realizaron distintas visitas a ciudades portuguesas como Viana y en todas ellas se le homenajeaba con fiestas y celebraciones. En Junio de 1491 y cuando apenas llevan seis meses casados la desgracia entra en sus vidas, el Príncipe Alfonso sufre una caída del caballo a consecuencia de la cual muere.

Isabel de Aragón

Isabel queda destrozada y regresa a la corte de sus padres. Martir de Anglería nos dice "Tanta es su modestia, tanta su castidad de viuda que no ha vuelto a comer en mesa después de la muerte de su marido, ni ha gustado ningún manjar exquisito". Corta sus cabellos rubios, viste con una túnica y a partir de entonces comenzará a llevar una vida austera y profundamente religiosa. Finalmente comunica a sus padres su deseo de tomar los hábitos y dedicarse por completo a la oración. Pero, los planes de los Reyes Católicos eran otros y no estaban dispuestos a abandonar su política matrimonial en busca de mejores aliados para sus Reinos.

Juan II de Portugal muere en 1495 y dado que su único hijo legitimo, Alfonso, ya había muerto, la sucesión al trono de Portugal recaerá en su primo D. Manuel. Dada la nueva situación,  los Reyes Católicos ofrecen a Manuel I la mano de su hija María puesto que interesaba y mucho afianzar los vínculos con Portugal pero el Rey portugués había quedado muy impresionado con la belleza de la Infanta Isabel cuando la conoció y además, Isabel seguía siendo la segunda en la línea sucesoria al trono de Castilla y Aragón por lo que rechazó casarse con María y propuso hacerlo con la viuda Isabel.

La Infanta que no deseaba este matrimonio y que seguía con el deseo de profesar en un convento, no quiso desobedecer a sus padres pero impuso una condición: que los judíos que no se convirtieran fueran expulsados del Reino de Portugal. La condición se cumplió y la Infanta accedió a la boda.

Se dispone que el matrimonio se celebre el 30 de septiembre y los reyes Católicos acompañan a su hija hasta Valencia de Alcántara para entregarla al Rey portugués y celebrar los esponsales pero, la desgracia aparece de nuevo en la vida de esta infortunada Infanta. Durante los primeros días de octubre fallece su hermano Juan, el Príncipe de Asturias, heredero de los Reinos de Castilla y Aragón.


Manuel I de Portugal- H. Ferreira


Esta baza del destino coloca a Isabel en el primer lugar a la sucesión de la Corona de Castilla y Aragón. La nueva Reina de Portugal se dirige con su esposo a Toledo, donde en abril de 1498 será jurada como Princesa de Asturias. Fernando el Católico, por su parte, reúne a las cortes aragonesas en Zaragoza para lograr que su hija sea jurada también como heredera al Reino de Aragón y hacía allí se dirige la comitiva real ese mismo verano.

Se encontraba Isabel en avanzado estado de gestación y estos continuos viajes la tenían extenuada. El 23 de agosto y encontrándose en el Palacio Arzobispal de Zaragoza se pone de parto, alumbra un varón y la alegría de su esposo Manuel I y de los Reyes Católicos es inmensa, pero dura escasos minutos. Isabel sangra copiosamente y los médicos que la atienden son incapaces de frenar la hemorragia. Isabel muere a consecuencia de esta hemorragia cuando apenas había transcurrido una hora desde el nacimiento de su hijo. Tenía 28 años.

Los restos mortales de Isabel de Aragón, primogénita de los Reyes Católicos, Reina de Portugal, Princesa de Asturias y pretendida heredera al trono de Aragón, serían inhumados en el convento de Sta Isabel de los Reyes, en Toledo.