En Atenas y en 1882 nacía Andrés, séptimo de los hijos del rey Jorge I de Grecia y de su esposa, la gran duquesa Olga de Rusia. Ni por las venas del pequeño Andrés ni por la de sus hermanos corría sangre griega puesto que su padre, nacido príncipe de Dinamarca, había sido elegido (entre otros príncipes europeos) rey de los helenos por La Asamblea Nacional Griega convirtiéndose, por este hecho, en el primer monarca de una nueva casa real griega.
A pesar de estar en la linea de sucesión al trono griego y también al de Dinamarca ambas posibilidades eran, dada su posición en ambas lineas, bastante remotas por lo cual fue destinado a la carrera militar en la que empezó a entrenar a edad muy temprana y, a pesar de ser miope, llego a ser oficial del ejercito. Dicen que era inteligente, rápido, algo rebelde y que hablaba muchos idiomas aunque su preferencia era expresarse en griego.
En 1902, Jorge acudió a la coronación de Eduardo VII del Reino Unido y allí conoció a la princesa Alicia de Battenberg, sobrina-nieta del rey Eduardo. Ambos se enamoraron y decidieron contraer matrimonio. La princesa Alicia era sorda desde su nacimiento a pesar de lo cual había aprendido a leer en los labios y a hablar en ingles y alemán, cuando se comprometió con Andrés también lo hizo en griego. La boda se celebró un año después de que se conocieran.
En un principio el matrimonio fue feliz, al menos eso parece teniendo en cuenta que tuvieron cinco hijos. El menor de sus vástagos y el único varón, al que llamaron Felipe, sería el que, pasado el tiempo, más notoriedad daría a la familia al contraer matrimonio con la reina Isabel II del Reino Unido, recientemente fallecida.
Cuando en 1912 estalló la Primera Guerra de los Balcanes, Andrés fue nombrado teniente coronel del Regimiento de Caballería y se le puso al mando de un hospital de campaña. Grecia atravesaba uno de los muchos momentos turbulentos de su historia y el padre de Andrés fue asesinado de un disparo en la espalda mientras paseaba, sin apenas protección, por Salonica. Se dijo que el regicidio no se había producido por causas políticas y que su autor era un vagabundo alcohólico, aunque también hubo voces que hablaban de que el asesino pertenecía a una asociación socialista.
La muerte del rey Jorge I hizo ascender al trono a Constantino, hermano mayor de Andrés y abuelo de nuestra emérita reina Sofia. Mientras el nuevo rey de Grecia conseguía aumentar los territorios de su país a través de los tratados firmados tras las guerras de los Balcanes, el príncipe Andrés ocupaba puestos militares honorarios en los imperios ruso y alemán.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el rey Constantino adoptó una posición neutral pero, el gobierno griego apoyó a los aliados, esta dualidad creó en Grecia una situación insostenible. El pueblo estaba dividido entre los partidarios del gobierno y los que apoyaban la actitud del monarca, los aliados presionaban al gobierno de Venizelos y éste presionaba al rey para conseguir su abdicación y la de su heredero. No consiguió la abdicación pero si la salida de la familia real que partió hacia el exilio, aunque Constantino dejó al segundogénito de sus hijos, Alejandro, ocupando el trono hasta que la situación cambiase.
La prematura muerte de Alejandro I y la situación de penuria por la que atravesaba el pueblo griego debido a los gastos en defensa provocados por la Primera Guerra Mundial y a la iniciada guerra contra los turcos provocó una crisis institucional en el país heleno.El Primer Ministro Venizelos perdió las elecciones y un referéndum devolvía el trono a Constantino a finales de 1920. Toda la familia real regresó del exilio y Andrés fue restituido al ejercito con el grado de general. La familia se instaló en Corfú, en el palacio de Mon Repós.
No duraría mucho en el trono el rey Constantino. La derrota sufrida contra los turcos y la pérdida de territorios tendría como consecuencia una revuelta militar que le obligaría a abdicar en su hijo Jorge y a emprender un camino hacia un exilio que esta vez sería definitivo ya que murió un año después de estos hechos.
La abdicación del rey Constantino no sería la única consecuencia de la derrota en la guerra contra los turcos. El príncipe Andrés fue acusado de desobedecer las ordenes recibidas de sus superiores y juzgado por un tribunal militar que estaba dispuesto a condenarle a muerte. La influencia del gobierno británico impidió la ejecución pero Andrés fue condenado a la degradación y el destierro y a la pérdida de la nacionalidad. Abandonó Grecia, junto a su esposa e hijos, a bordo de un crucero británico, el HMS Calypso. Se instalaron en Saint-Cloud, a las afueras de París, en una pequeña casa cedida por su cuñada Marie Bonaparte quien les ayudaba también a sufragar sus gastos.
Mientras Andrés se dedicaba a escribir un libro autobiográfico intentando lavar su imagen como militar, su esposa Alicia se dedicaba a las labores caritativas y a la religión, con tal profundidad que llegó a declarar en algún momento que recibía mensajes divinos. En 1930 fue diagnosticada de esquizofrenia paranoide e ingresada en una clínica en Suiza.
En los meses que siguieron sus cuatro hijas se fueron casando, todas ellas con aristócratas alemanes. Andrés envió a su hijo Felipe a Gran Bretaña, al cuidado de su abuela materna, cerró la casa de Saint-Cloud y se trasladó a la Riviera francesa donde empezó a vivir a costa de algunos millonarios, a cuyas fiestas daba “lustre”, y que se convirtieron en sus benefactores y en los de su amante, la actriz Andrée Lafayette, una hermosa joven a la que lucia por la Costa Azul como a un trofeo. Aunque la actriz en cuestión no pertenecía a la nobleza se hacía llamar "condesa Andrée de la Bigne" no sabemos si para dar a su persona ese "toque de distinción" tan celebrado en aquellos años.
Mientras Andrés vivía como un playboy entre Cannes, Montecarlo y el yate de algún millonario, Grecia seguía sin encontrar la estabilidad política. Después de 23 cambios de gobierno, una dictadura y 13 golpes de estado el pueblo heleno decidió mediante plebiscito la restauración de la monarquía y Jorge II ocupó de nuevo el trono en 1935.
Pocos meses después el nuevo régimen anuló la sentencia de destierro que pesaba sobre Andrés y éste pudo regresar a Grecia. Recuperó parte de los bienes que le habían sido confiscados pero tras algunos meses regresó a la Riviera francesa donde le esperaba su amante dispuesta a dilapidar lo recuperado.
La diosa griega de la fortuna no parecía estar del lado del príncipe Andrés y apenas un año después de recuperado su honor y su fortuna un accidente de aviación se llevaba la vida de su hija Cecile, de su yerno y de sus nietos. En el funeral volvió a encontrarse con su esposa, Alicia, a la que no veía desde hacía siete años. Tres de los hermanos de Andrés fallecieron durante los dos siguientes años, haciendo más profunda su soledad.
La Segunda Guerra Mundial lo encontró varado en la Costa Azul al lado de su amante y allí continuó hasta el final de la contienda. Cabe suponer que para él fueron tiempos difíciles porque si ya la guerra era per sé una situación terrible, el hecho de tener a su hijo luchando al lado de los ingleses y a sus yernos junto a los alemanes, le produciría seguramente un enorme conflicto emocional.
Cada vez más solo, puesto que a causa de la guerra la relación con sus hijos y con el resto de su familia apenas existía, su salud empezaría a deteriorarse; había sido diagnosticado de arteriosclerosis y de arritmia cardiaca aunque él calificaba esos síntomas como palpitaciones frecuentes sin darle mayor importancia. El príncipe y su amante, la condesa Andrée de la Bigne, se habían instalado en el Hôtel Métropole de Montecarlo y es allí donde le encuentra la muerte.
Andrés de Grecia y Dinamarca murió la noche del 2 al 3 de diciembre de 1944, después de participar en una gran fiesta. La causa de la muerte fue una insuficiencia cardiaca aguda. Fue enterrado, provisionalmente, en la iglesia ortodoxa rusa hasta que en 1946 sus restos fueron trasladados al cementerio real del palacio de Tatoi , cerca de Atenas.
Su hijo, el príncipe Felipe, acudió a Mónaco para recoger las escasas pertenencias de su padre: un anillo, una brocha de afeitar de marfil y una deuda económica. Se ignora si la falsa "condesa Andrée de la Bigne" devolvió al príncipe Felipe alguna cosa más de lo perteneciente a su padre aunque, dado que durante el resto de su vida vivió cómodamente en un lujoso apartamento de la avenida George V de Paris, parece improbable que así lo hiciera.
El príncipe Andrés murió como vivió, profundamente solo aunque rodeado de mucha gente. Tal vez si hubiera vivido unos años más se habría sentido, probablemente, muy feliz al ver a su hijo Felipe convertido en consorte de la reina Isabel II del Reino Unido
Una vida accidentada, pero no da ninguna pena.
ResponderEliminarHola Ambar:
ResponderEliminarVida azarosa... Quizás la quiso vivir así.
Uno de sus nietos, lleva su nombre... y parece que sus andanzas...
Besos
Muy interesante tu post, Ámbar. La vida en una casa real, a pesar de todo no debe de ser fácil, pues incluso entre sus miembros siempre hay rivalidades por el lugar de nacimiento. Muy real que siempre solos, aunque rodeados de mucha gente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta claro que la soledad también se puede sentir en palacio, por muchas personas que lo habiten, triste pero cierto. Me ha gustado leerte un post didáctico e interesante por todo lo que aportas. Buenas noches besos
ResponderEliminarUna historia muy interesante como siempre, querida Ambar.
ResponderEliminarMe encanta la historia y tu magnífica manera de contarla.
Una vida no exenta de dolor y soledad a pesar de su alcurnia.
Al final, los humanos nos vemos abocados por las circunstancias de la vida a las mismas o parecidas experiencias. No importa el linaje. Incluso ellos lo tienen más complicado si cabe.
Un abrazo inmenso.
La historia es muy interesante, pero la vida del Príncipe Andrés, un desperdicio total, bueno, al principio no. Conocía algo de la vida de su mujer, la princesa Alicia, madre de Felipe de Inglaterra.
ResponderEliminarJusto estoy leyendo sobre los Balcanes y además, la biografía de "Hiroito and the making of Modern Japan" escrita por el historiador Herbert P.Bix.
Besos
Descubrí la personalidad curiosa de la mujer de Andrés de Grecia en la serie de The Crown cuando marcha a Inglaterra llamada por su hijo el rey consorte. Si desgraciado fue Andrés, su mujer no lo debió de ser menos.
ResponderEliminarUn saludo
No te conocia Me has impresionado intelectual e increible blog
ResponderEliminarMuy interesante la historia de este señor, que como en otras ocasiones anteriores que nos has contado, la soledad es una parte importante de sus vidas, y que me lleva a la siguiente pregunta: ¿en quien puede encontrar consuelo la realeza si se pasan media vida entre divorcios y adulterios?...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga Ambar.
Una vida bastante azarosa la que vivió Andrés pero siempre rodeado de lujos. Un post muy ilustrativo Ámbar. Gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Muy Felices Fiestas para ti y los tuyos! Besos y abrazos.
ResponderEliminarPaso de nuevo para ver si has publicado, y para agradecerte el que estés siempre ahí con tus amables y generosos comentarios.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga Ambar.