Gales acababa de ser conquistado por Eduardo I de Inglaterra y fue en tierras galesas, concretamente en el Castillo de Caernarfon, donde su esposa Leonor de Castilla daría a luz, el 25 de abril de 1284, al que sería el último de sus hijos, el futuro Eduardo II, quien como consecuencia de las prematuras muertes de los hermanos varones que le precedieron acabaría siendo el heredero al trono.
Fue el primer príncipe al que se le impuso el título de Principe de Gales como heredero de la Corona, y según la leyenda su padre, Eduardo I, había prometido a los nobles galeses cuando conquistó Gales que les daría un príncipe que no hablara inglés. Cuando les presentó al pequeño recién nacido, todo el mundo pudo comprobar que, efectivamente, no hablaba esa lengua….ni ninguna otra.
Castillo de Caernarfon
Como era lógico en los convulsos tiempos que corrían, donde todo Reino debía ser defendido con las armas, Eduardo I intentó instruir a su hijo en las artes militares pero, el pequeño era más amante del refinamiento y de los entretenimientos frívolos que de los bélicos, provocando la preocupación y la indignación de su padre.
Cuando contaba 14 años conoció a un caballero, Piers Gaveston, que se convirtió en su inseparable amigo y también en su primer amor. Enterado el Rey de la "gran amistad" de ambos jóvenes y preocupado por la orientación sexual de su hijo, mandó desterrar a Gaveston exigiendo al Príncipe la promesa de que jamás volverían a verse. Poco duró el destierro y la promesa del príncipe, ya que, el Rey moriría tres meses más tarde y una de las primeras medidas que adoptó el ya coronado Eduardo II fue traer de vuelta a su amante y otorgarle un inmenso poder en la Corte y el titulo de conde de Cornwalles, lo que despertaría las iras y la envidia de los nobles. No empezaba bien su andadura el nuevo Rey.
Eduardo tenía claro que los reyes debían casarse y buscar la descendencia apropiada si querían conservar el trono y se dispuso a cumplir con su deber casándose con Isabel, hija de Felipe IV de Francia y, a decir de los cronistas de la época, enormemente bella. Con los años los ingleses le darían el sobrenombre de "La Loba de Francia". La belleza de Isabel no parece que impresionara mucho a Eduardo quien en la misma fiesta de Coronación de la nueva Reina se dedicó a departir y a lisonjear a su amante más que a su flamante esposa, haciéndole objeto de las expresiones de cariño que debiera haberle dedicado a ella. No obstante, Eduardo cumplió con sus deberes y, según parece, con acierto ya que los esposos engendraron cuatro hijos.
Eduardo II y Piers Gaveston - Marcus Stone
Los privilegios concedidos a Gaveston colmaron la paciencia de los nobles que veían como se dilapidaban los bienes del Reino y como el favorito abusaba del poder concedido por el Monarca. La presión de la nobleza hizo que el Rey enviara a su favorito a Irlanda como Gobernador y, curiosamente, se demostraría que era un administrador eficaz. No obstante, a Eduardo se le hacía muy dura la vida sin su amante y le hizo traer de regreso a Inglaterra.
No era Gaveston hombre discreto y en cuanto se vio de nuevo al lado del Rey hizo alarde de su privilegiada posición despertando de nuevo la ira de los nobles. La nobleza reunida y capitaneada por el conde de Lancaster, primo carnal de Eduardo, exigió al Rey el destierro del favorito. Eduardo, cuya posición estaba muy debilitada, no tuvo más remedio que plegarse a estas exigencias y Gaveston fue desterrado pero, un año después, volvería a Inglaterra de nuevo y ese sería su fin. Aprovechando una ausencia del Rey, fue capturado, hecho prisionero y mandado ejecutar por orden de Thomas Lancaster. Era el mes de junio de 1312 y Gaveston tenía 28 años.
La cólera de Eduardo II, cuando tuvo conocimiento de los hechos, fue enorme pero era consciente de que eran tiempos de sangre y si pensó en la venganza sabía que no era el momento de llevarla a cabo.
De Escocia sólo el castillo de Stirling permanecía en manos de los ingleses. No tenía ningún valor estratégico y el papel de esta fortaleza era tan solo testimonial pero el rey escocés, Roberto I, había puesto sitio al castillo y Eduardo II pensó que una victoria sobre los escoceses aumentaría su prestigio y le pondría en situación de poder dar muerte a Lancaster, vengando de este modo a su amante.
El numeroso ejercito que había logrado reunir Eduardo II se enfrentó al más numeroso ejercito de Roberto I en la batalla de Bannockburn y la lucha se saldó con una vergonzosa derrota de los ingleses y una clamorosa victoria de los escoceses, lo que significaría la independencia efectiva de Escocia. Ante la debilidad de Eduardo la nobleza no desaprovechó la ocasión y limitó los poderes del Rey a través del Parlamento.
Castillo de Stirling
Poco tiempo después, Eduardo II encontraría un nuevo amante. Se trataba de Hugo Despenser, hijo del conde de Winchester, de 32 años y casado con Leonor de Glucester, sobrina de Eduardo. Era un hombre lleno de ambiciones, característica ésta que compartía con su padre -al que apodaban "el viejo"- y con su esposa. Ellos serían quienes le animarían a emprender la aventura con el Rey y a convertirse en su favorito.
El nuevo favorito era un hombre vanidoso, que pasaría de ser un simple caballero a ser un hombre rico gracias a su matrimonio y un hombre poderoso gracias a su amante. En 1318 fue nombrado Chambelán Real pero nada era suficiente para calmar su codicia. Dos años después se había ganado numerosos y peligrosos enemigos en la Corte, entre ellos, la propia Reina Isabel cuyo odio hacia el favorito sería patente.
El dominio que Despenser ejercía sobre Eduardo era inmenso hasta el punto de ser capaz este de hacer caso omiso de los tribunales y llegar incluso a desposeer de sus derechos a las cuñadas de Hugo con tal de enriquecer más a su amante. Esa desobediencia al poder legal fue la gota que colmó el vaso y un grupo de nobles, entre los que se encontraba Roger Mortimer y el propio Thomas Lancaster, exigieron al Rey el destierro de los Despenser. Asustado, Eduardo II consintió en el destierro pero no por ello cesaron las hostilidades entre la Corona y gran parte de los nobles. En esta ocasión fue Eduardo el vencedor. Mortimer fue encarcelado en la Torre de Londres y Thomas Lancaster fue juzgado y condenado a morir decapitado. La venganza del Rey se había consumado.
Regresaron los Despenser, padre e hijo, y convencidos del aumento de su poder iniciaron un periodo de violencia y desmanes ejecutando a los rebeldes y confiscando sus bienes. La respuesta de los nobles no se haría esperar y esta vez con la propia Reina al frente de ella.
En 1323 Mortimer escapa de su cautiverio -probablemente ayudado por Isabel- y huye a Francia. Mientras tanto la Reina esperaba su momento.
Continuará
Continuará
Las debilidades -en este caso afectivo-sexuales- de los poderosos son siempre aprovechadas por los que quieren medrar a la sombra, esperando la oportunidad adecuada. Parece una ley histórica; aunque posiblemente sea tan solo una respuesta lógica a una determinada situación, siempre que se dé la concurrencia de ciertos factores y de gente ambiciosa.
ResponderEliminarCuriosa la imagen del monarca, parece sacada de un cuento de esos de "y comieron perdices" o, casi mejor, de una baraja de cartas.
Un abrazo, Ambar.
La imagen del monarca es de la red y tienes razón parece sacado de una baraja de cartas. Siempre me gusta ilustrar las entradas con cuadros en los que figure el autor y, a ser posible, el lugar en el que se encuentran. En el caso de Eduardo II la única que he encontrado documentada es la de Marcus Stone.
EliminarUn abrazo Cayetano
Grande el poder de los Lancaster de ellos procede también la realeza española con la que se venía concertando matrimonios desde antiguo, el último que recuerdo en estos momentos el de la abuela de Isabel "La Católica", la anglo-española Catalina de Lancaster.
ResponderEliminarUn abrazo.
Acabas de publicar una entrada sobre Enrique III así que seguro que conoces bien la genealogía de su esposa, Catalina de Lancaster.
EliminarUn abrazo
Lo tuyo es poner en práctica el "deleitar aprovechando", que preconizaban Horacio y Tirso.
ResponderEliminarBesos.
Ya me gustaría a mi. Me tratas muy bien.
EliminarUn beso
Y nos vas a dejar asi????? ay ay ayyyyyy estaré pendiente del siguiente "capítulo" Un beso
ResponderEliminarEso espero....
EliminarUn beso Carmen
Hace muchos años estuve en Stirling. Si hubiese sabido todo esto cuánto partido habría sacado al viaje.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Yo también estuve en Stirling hace unos cuantos años y a pesar de todas las labores de conservación y de alguna que otra licencia que se han permitido los escoceses de cara al turismo, a mi me gustó y disfrute la visita.
EliminarUn saludo
Un momento de la edad media inglesa, que me gusta mucho. No pude seguir con el blog que tenía sobre está temática. Un período donde las intrigas estaban a la orden del día.
ResponderEliminarVeremos como termina todo esto.
Besos
Fue una pena que dejaras ese blog, estaba muy documentado y era muy interesante.
EliminarBesos Manuel
Se enamoró de personas muy ambiciosas las cuales no le fueron de ayuda para su reinado y por muchos destierros que tuviesen no se lograba la serenidad de su persona.
ResponderEliminarComo siempre muy claro, un abrazo.
Gracias Mari-Pi. Un beso
EliminarMuy bien explicado, como siempre.
ResponderEliminarY deseando leer la segunda parte de esta intensa vida.
Un abrazo. Feliz fin de semana.
Gracias Amalia. Feliz domingo.
EliminarUn beso
Una historia llena de intrigas,ambiciones,venganzas.... quien mal anda mal acaba.
ResponderEliminarMuy interesante y muy bien relatado.
Un abrazo
Acabó muy mal. Gracias por el comentario.
EliminarUn beso Carmen
Hola, una historia de intriga fascinante.Ya deseando conocer el desenlace.Espero que pronto!!Mil besos!!
ResponderEliminarGracias Elisa. Besos
EliminarTiempos convulsos como pocos. El castillo de Sterling fue el primero que vi en Escocia, y guardo muy buen recuerdo de ese viaje. Años más tarde, pude ver los de Gales, tan grandes que cuando los terminaron ya había acabado la guerra. Estaría bien poder trasladarse en el tiempo y ver en directo esta época. Da para varias telenovelas.
ResponderEliminarDesde luego que la época y el lugar da para varias telenovelas. No conozco Gales y por lo tanto no puedo comparar, el castillo de Sterling me gustó mucho. Yo también disfrute el viaje por Escocia.
EliminarUn abrazo
La homosexualidad de Eduardo II es famosa, y la vida de la "loba de Francia" creo que aun lo es más. Sigue contándonos su historia y disfrutemos de tu relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Seguiré contando y gracias por lo de disfrutar. Por lo que veo has cambiado tu nombre....
EliminarUn saludo
La homosexualidad de un monarca en cualquier época fue terrible ya que se espera de ellos la descendencia y en este caso el cumplió casándose para dar hijos a la causa. Su vida por lo que cuentas no fue un camino de rosas precisamente.
ResponderEliminarInteresante la vida de este rey, muy bien ilustrada y narrada hasta este punto ahora esperaremos por la continuación.
Gracias por compartir esta información de forma tan clara.
Besos
Puri
Muchos monarcas fueron homosexuales y no tuvieron ningún reparo en cumplir con la obligación de dar herederos al trono. Las obligaciones dinásticas eran lo primero para ellos. Gracias por el comentario.
EliminarBesos
Un placer leerte Ambar curiosa la historia de la monarquía inglesa y en general de todas que están tan emparentadas. Esperando el desenlace un abrazo.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
EliminarUn beso Ainhoa.
Una historia que acabó mal. Me ha gustado, espero leer más.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Gracias por pasar.
EliminarSaludos
Me alegra retomar la lectura de tus crónicas palaciegas y tu buen hacer contando la historia.
ResponderEliminarMenuda faena nacer de sangre real. No te quedaba otra que cumplir con lo establecido, te gustara o no.
Espero impaciente, el final de la historia.
Besos, querida, Ambar.
Gracias por tus palabras Maripaz.
EliminarUn beso
A pesar de lo intenso...mal acabó...
ResponderEliminarMuy buenas siempre tus explicaciones.
Besitos
Acabó... todavía peor. Gracias por el comentario
EliminarBesos
Cuando el amor y la pasión son más poderosos que el sentido común.., ¡qué peligro!
ResponderEliminarInteresante tu entrada, algo me sonaba, pero a estas alturas de mi vida y como la memoria juega malas pasadas, gran parte la tenía completamente olvidada, espero con ganas esa continuación.
Abrazos.
kasioles
Gracias Kasioles. Un beso
EliminarMe encanta leerte, disfruto de tu historia.....así no tengo que pensar, ves??? :P
ResponderEliminarBesos Ambar =))))
Gracias Liliana...
EliminarUn beso
¡Vaya intrigas! Es curioso como los reyes de la época tienen bien clara la diferencia entre sus amores y sus obligaciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Todos se tomaban muy en serio la obligación de tener un heredero.
EliminarUn abrazo
Interesantísima la historia de Eduardo II, la cual no conocía, estaré pendiente de tu próxima entrada Ambar, me encantan las intrigas palaciegas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si algo le sobraba a esta historia eran las intrigas. La segunda parte es bastante cruda, espero que también te guste.
EliminarBesos
Ante a un monarca débil las intrigas se despliegan con el fin de obtener poder y riqueza, bien aprovechándose de él su propia familia o bandos nobiliarios rivales o afines, dependiendo.
ResponderEliminarCon ganas de seguir leyendo la historia de Eduardo II y los próximos pasos de su madre...
Un saludo
Las debilidades del rey no importaban a los nobles, lo que de verdad desataba las intrigas y el odio era la acumulación de poder que obtenían sus amantes.
EliminarUn abrazo Carmen
Qué curioso que fuera homosexual, bueno , bisexual , al parecer. No lo sabía. Por la pintura era un hombre guapísimo.
ResponderEliminarBesos, Ambar.
Intrigas, pasiones... Muy chula esta entrada, Celia. Como siempre, estupendo trabajo
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