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viernes, 29 de septiembre de 2023

María de Teck

 






Victoria María de Teck, May para la familia y allegados, nació en el Palacio de Kensington en Londres. Era hija de Francisco, duque de Teck y nieta de Alejandro de Wurtemberg, aunque el matrimonio morganático de éste dejaría a sus descendientes sin posibilidades de aspirar a reinar  en el, en aquellos años, Reino de Wurtemberg. La madre de May era la princesa María Adelaida de Cambridge, nieta de Jorge III, poco atractiva, obesa y con pocos recursos, aunque éstos eran superiores a los de su pretendiente, Francisco. Se casaron porque a ambos parecía convenir el matrimonio. Por todo lo expuesto queda claro que May venía al mundo en un hogar con ingresos modestos comparándolos con los de sus familiares y amigos. Su madre recibía 5000 libras anuales del parlamento para cumplir con algunos compromisos reales y la reina Victoria I, aunque nunca les dio dinero, si les concedió un departamento en el palacio de Kensington, para que vivieran. 


Lo malo era que la madre de May, tenía gustos caros y extravagantes y era aficionada a las fiestas con lo cual las deudas familiares fueron creciendo y esto obligó a los Teck a salir del país para evitar a los acreedores y poder "economizar". Viajaron por toda Europa visitando a todos sus parientes y pasaron algún tiempo en Florencia, tiempo en el cual May pudo disfrutar del arte que impregna toda la ciudad. Tras los años pasados  en el exilio, regresaron, según parece, más comedidos. 


María de Teck con su madre


Los Teck tuvieron cinco hijos de los cuales May era la mayor y también la única hija. Según sus biógrafos, María, recibió una educación muy completa y también muy estricta. Además era discreta, tenía mucho tacto y una gran firmeza de carácter. No sabemos si el hecho de tener que lidiar con cuatro hermanos varones más pequeños que ella, tuvo una influencia decisiva en todas  las virtudes que se le atribuyen.


La reina Victoria I sentía un gran aprecio por May, le gustaba su carácter fuerte, su diplomacia y su sentido del deber y pensó que podría ser la esposa ideal para su nieto Alberto Victor, hijo del Príncipe de Gales y por lo tanto segundo en la linea de sucesión al trono. La reina tenía muy claro que Alberto Victor era un hombre de poca inteligencia, poca predisposición al trabajo y al esfuerzo y bastante disoluto en sus aficiones. Por todo ello y considerando que May poseía las virtudes que a su nieto le faltaban decidió auspiciar el enlace de la pareja y en diciembre de 1891 se anunció el compromiso.


La boda no llegaría a realizarse porque seis semanas después de oficializarse el noviazgo Alberto Victor moría a causa de una neumonía. Pero, dado que la reina Victoria I seguía considerándola una persona idónea para convertirse en un lejano día en reina consorte del Reino Unido, no tardó en propiciar las relaciones de su nieto Jorge, hermano del anterior, y nuevo segundo miembro en  la linea de sucesión, con María. Esta vez si que parece que el destino se posicionó del lado de May y ambos jóvenes se enamoraron profundamente y se comprometieron  una vez el periodo de luto por Alberto Victor hubo finalizado adecuadamente.


María de Teck y el duque de York el día de su boda


Se casaron pocos meses después, en 1893, y María se convirtió en duquesa de York. Como el amor parece ser que no faltaba los duques de York tuvieron seis hijos. Dicen que fue una madre cariñosa y preocupada por la educación de sus vástagos pero que sus deberes oficiales ocupaban casi todo su tiempo. 


Cuando en 1901 muere la reina Victoria, su suegro es coronado rey como Eduardo VII y los duques de York se convierten en príncipes de Gales como herederos al trono. Lógicamente el poco tiempo que May podía dedicar a sus hijos mermó proporcionalmente a lo que aumentaron sus deberes oficiales.


El reinado de Eduardo VII duró apenas diez años y en junio de 1911 un mes después de la muerte de su suegro, su esposo fue coronado como Jorge V y ella como reina consorte.


El rey Jorge V y la reina María con sus hijos


Los años que siguieron a la coronación no fueron fáciles. La Primera Guerra Mundial estalló en 1914 cuando Austria-Hungría, tras el asesinato del heredero al trono de su imperio, declaró la guerra a Serbia. Un mes después  Alemania que era uno de los aliados del país invadido como miembro de las llamadas Potencias Centrales, entró también en el conflicto. La respuesta de los países que formaban la llamada Triple Entente y entre los que se encontraba Gran Bretaña, no se hizo esperar. La guerra se extendió como una mortífera mancha de aceite por toda Europa y más tarde otros países, como Estados Unidos, también formarían parte del conflicto.


Antes de que se iniciara la Guerra, Londres era considerada como el mayor exponente de la economía mundial  pero, la revolución industrial que conllevó nuevos sectores de producción, nuevas fuentes de energía y nuevas formas de organización del trabajo hizo surgir nuevas potencias industriales, como Estados Unidos y Japón, al mismo tiempo que otras industrias, como la alemana, con mayor modernización y más competitiva  ganaban  el terreno económico a la Gran Bretaña. 




Con la Primera guerra Mundial la Familia Real británica se vio en un serio conflicto. Entre la población se había instaurado un profundo sentimiento antigermánico y no hay que olvidar que debido al matrimonio de la reina Victoria I con un príncipe alemán la familia pertenecía a la Casa Sajonia-Coburgo y Gotha y de hecho el emperador Guillermo II de Alemania era primo del rey. Así pues, en 1917 y para apaciguar cualquier conato de animadversión por parte de los nacionalistas británicos el rey Jorge V decidió cambiar el nombre alemán de la familia y a partir de ese momento pasaron a ser la Familia Real Británica de la Casa Windsor. Además todos aquellos miembros de la realeza que tuvieran apellidos alemanes deberían traducirlos para adaptarlos a la lengua inglesa.


Durante la guerra la reina Maria, acompañada muchas veces por su hija realizaba visitas a hospitales, fábricas y unidades militares para animar a las tropas y elevar su moral. May también instauró en palacio una economía férrea acorde con los tiempos que corrían y con los sacrificios que la población se veía obligada a hacer por lo que, según parece, se racionaron los alimentos que se consumían. A pesar del peligro existente puesto que Alemania bombardeaba Londres y las ciudades cercanas primero con zepelines y después con aviones Gotha, nadie de la Familia Real abandonó Londres.


La reina María y su hija


El final de la Primera Guerra Mundial  tras la derrota de Alemania trajo consigo un declive económico y una alta tasa de desempleo y también un desequilibrio en el número de habitantes por género. Casi un millón de hombres británicos murieron en la guerra y por tanto el número de mujeres era mucho más elevado que el de hombres.


Pocos meses después de finalizada la guerra los reyes se enfrentaron a un drama familiar: la muerte del menor de sus hijos, el príncipe Juan con tan solo trece años. La reina Maria describió esta muerte como un golpe muy doloroso y difícil de llevar, aunque la relación con el pequeño, que padecía epilepsia, había sido bastante exigua ya que el niño vivió, desde que se le diagnosticó la enfermedad recluido en Wood Farm, cerca de Sandringham House, al cuidado de una niñera y de un tutor.


Fueron años de cambios sociales y de gran turbulencia política. El rey Jorge aconsejado por sus asesores no tuvo más remedió que acomodarse a la nueva situación, abandonar el aislamiento social en el que vivía, rodeado tan solo de aristócratas y oficiales del ejercito y hacerse visible acercándose al pueblo y a los problemas de una sociedad que sufría la gran crisis económica de los años veinte. En todo este proceso fue acompañado y ayudado por la reina María.


El rey Jorge VI y la reina Isabel


El rey Jorge, fumador empedernido sufría por ello enfermedad pulmonar obstructiva crónica y su salud estaba muy deteriorada. Durante su enfermedad, que duró bastantes años con altibajos en su estado de salud, la reina May estuvo a su lado hasta que, finalmente, en 1936 quedo viuda convirtiéndose a partir de ese momento en la "Reina Madre", puesto que el mayor de sus hijos sería coronado como Eduardo VIII. La reina María le brindó todo su apoyo hasta el momento en que el nuevo rey creó una crisis constitucional expresando su deseo de casarse con una norteamericana divorciada dos veces y totalmente inadecuada, según la propia expresión de la reina madre, para el alto rango que su hijo pretendía otorgarle. Eduardo VIII abdicó y la reina María jamás perdonó un acto que, para ella, tan convencida de que el deber de un rey estaba por encima de cualquier sentimiento personal, resultaba incomprensible.


Eduardo y Wallis el día de su boda


Su segundo hijo subió al trono como Jorge VI y, como no podía ser de otra manera, obtuvo todo el apoyo de su madre que, además, se involucró mucho en la educación de sus nietas, sobre todo de la mayor, Isabel, consciente de que un día esa niña se convertiría en reina.


Durante la Segunda Guerra mundial y a instancias de su hijo, el rey Jorge VI, la Reina Madre fue evacuada de Londres para irse a vivir a Badminton House. Allí sufrió otro de los grandes dolores que le deparó la vida, la muerte del menor de sus hijos, el príncipe Jorge, duque de Kent, en un accidente aéreo mientras estaba de servicio en la Royal Air Force.


La reina madre María con sus nietas Isabel y Margarita


La afición al coleccionismo de la reina Maria era bien conocida y temida por todos los anticuarios y  también por aquellos nobles cuyas casas visitaba  y que temblaban ante la idea de que algo se le antojara a la monarca y no tuvieran más remedio que regalarle el objeto. Lo cierto es que la reina May era inteligente y como toda persona inteligente supo rodearse de buenos asesores: galeristas, bibliotecarios, directores de casas de subastas, etc. De todos ellos aprendía y con casi todos  negociaba. Puso en orden las colecciones reales y se preocupó en buscar las piezas que pudieran faltarle para llegar a completarlas.


En opinión de algunos la reina May era cleptómana pero lo cierto es que aunque la reina en su faceta de coleccionista  pudo tener algunas tácticas un tanto agresivas, no hay pruebas de que llegara a ser una ladrona aunque dichas tácticas si podrían haber constituido un abuso de poder. Los expertos en esta monarca, incluidos Edwards y Vickers, no consideran que fuese cleptómana sobre todo teniendo en cuenta que la cleptomanía consiste en hurtar objetos de forma impulsiva, disimulada y obsesiva y no parece que esa fuera la forma en la que la reina María se apropiaba de objetos para su colección.


En 1952 el rey Jorge VI murió ascendiendo al trono su hija, la  nieta  de May, con el nombre de Isabel II. En ese momento se dio la circunstancia de que en el Reino Unido existían dos Reinas Madres, aunque esta situación duró muy poco tiempo.


Isabel II



Apenas un año después de estos hechos la enfermedad de la reina May fue en aumento, padecía un cáncer de pulmón y, según parece, su corazón también sufría las consecuencias de su afección pulmonar. Murió la noche del 24 de marzo de 1953, según la versión oficial mientras dormía en la residencia de Marlborough House y a causa de problemas “gastricos”.  Tenía 85 años. Fue enterrada con todos los honores en Capilla de St. George, en el castillo de Windsor, junto a su esposo.

 

No pudo ver coronar a su nieta.


De aspecto soberbio y altivo, María de Teck consideraba que el haber sido elegida como reina consorte de un Imperio era no solo un privilegio sino también un deber ineludible. Puso en orden sus prioridades: primero sus obligaciones para con la monarquía, después  su matrimonio y por ultimo sus hijos. Tal vez fuera una madre fría y distante pero no indiferente si tenemos en cuenta el sufrimiento que las muertes de sus tres hijos le produjeron.  Su sentido del deber, su estoicidad y su invencible sentido de lo que era correcto en las formas impidieron, tal vez, que expresara sus sentimientos y que éstos pudieran ser apreciados por la gente.