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domingo, 8 de febrero de 2015

Alfonso XI


Alfonso XI

Nació en 1311 y apenas había cumplido un año cuando murió su padre y poco después lo hizo su madre, así que desde la más tierna infancia se vió privado del cariño de sus padres y fue rey antes incluso de saber pronunciar esta palabra. María de Molina, abuela de Alfonso, se encargaría de su cuidado. Es probable que a pesar de su corta edad, las luchas encarnizadas que protagonizaron sus parientes para ostentar la regencia hasta su mayoría de edad y la sabiduría de su abuela para conseguir calmar esas turbulencias, influyeran en la formación de su carácter porque ejerció su reinado con gran inteligencia y energía.

En 1325 fue declarado mayor de edad por las Cortes de Valladolid y de inmediato, y a pesar de su juventud, se propuso "ejercer" como Rey. Nuevos vientos iban a soplar sobre Castilla y los enemigos del joven monarca debían tenerlo claro. D. Alfonso tratando de demostrar su independencia y la supremacía del poder real sobre la nobleza, se rodeó de gente nueva. Una de sus primeras medidas fue mandar ejecutar a uno de sus tutores, Juan “el tuerto” y despojar a su tío, el infante Felipe de todos sus títulos y cargos. Después nombró a D. Alvar Núñez de Osorio y a Garcilaso de la Vega como sus privados, otorgándoles títulos y cargos. Envanecido por tanto privilegio y esperando contar con algunos más, Alvar Nuñez cometió varios errores que finalmente le costaron la vida. A D. Alfonso, que lo mando ejecutar, no le temblaba el pulso. De ese modo ponía freno a los abusos

Alfonso onceno tenía dos objetivos primordiales desde el comienzo de su reinado. El primero de ellos era pacificar el Reino y sujetar a la nobleza. Para lograrlo consideró necesario reorganizar y transformar el gobierno de las grandes ciudades. Con este fin,  nombraría corregidores que intervendrían en los ayuntamientos y cuyo nombramiento competía exclusivamente al Rey. El otro objetivo era la cuestión del Estrecho. A este empeño bélico dedicaría gran parte de su vida y de su energía 

Batalla del Salado. Obra del siglo XVII ( Monasterio de Guadalupe)

En 1328 y dado que interesaba políticamente la alianza con Portugal, D. Alfonso contrae matrimonio con María, hija del Rey del país vecino. Parece ser que María de Portugal no era muy agraciada y tampoco poseía encanto personal y desde luego no gustaba al monarca castellano la esposa elegida pero, el interés del Reino estaba por encima de cualquier pasión o sentimentalismo y los matrimonios de conveniencia formaban parte de las obligaciones de la realeza. 

Alfonso onceno, que según las crónicas era sobrio, elegante y buen caballero tenía ya una amante, Leonor de Guzmán, una dama principal emparentada con las grandes familias de la nobleza y que sería el único y verdadero amor del monarca. Era una mujer guapa, la más guapa del Reino según los cronistas, inteligente, culta y - puesto que ya era viuda – también experimentada. Era además una mujer muy fértil y dio al monarca nada menos que diez hijos que se criaban y crecían magníficamente. 

La pasión de Alfonso por Leonor era de tal intensidad que hizo de ella una especie segunda esposa, como si de un musulmán se tratará, relegando a la primera y legítima al ostracismo total.

Dª María, mientras tanto tenía dificultades para quedar encinta y hasta 1334 no nació el legítimo heredero de D. Alfonso, el príncipe Pedro. Tampoco el monarca se mostró muy interesado en aquel niño, tenía muy claro que era su heredero pero no despertaba en él ningún instinto paternal. Todo lo contrario ocurría con sus hijos bastardos a los que además de proporcionar cargos, los distinguía con prebendas y títulos. Uno de estos títulos, el de conde de Trástamara, otorgado a su hijo Enrique, daría inicio a un nuevo linaje real. 


Alfonso XI. Miniatura mediaval

A D. Alfonso le gustaban mucho los torneos y las justas y los promocionaba allá donde se encontrara, tal vez, porque considerara que este tipo de ejercicios fortalecía el cuerpo y la valentía de los combatientes y el Rey era un aguerrido guerrero que siempre  se situaba al frente de sus tropas. Eran tiempos turbulentos con problemas de muy diversa índole. Para solucionar algunos promulgaba leyes, para solucionar otros iba al campo de batalla. Su mayor victoria bélica había sido la batalla del Salado. Su mayor victoria legislativa el ordenamiento de Alcalá de Henares.

En 1348, la peste bubónica asoló Europa. Parece ser que se había iniciado en Asia y desde allí, a través de las rutas comerciales, se había extendido al resto de continentes. La muerte negra viajó en un barco genovés y desembarcó en el puerto de Mallorca, luego los marineros la extendieron a otros puertos del Mediterráneo. Se cree que se extendió hacia Castilla a través del camino de Santiago. Sea como fuere lo cierto es que hizo presa en todos los estamentos sociales, campesinos, comerciantes, nobles, príncipes y reyes. La mortalidad fue inmensa, la población de Europa quedó reducida a la mitad. 

Alfonso se encontraba batallando en el sitio de Gibraltar, hacía ya diez años de su victoria en la batalla del Salado. Cuando se declaró la peste, Juan Alfonso de Albuquerque, Juan de Villena y otros nobles que lo acompañaban insistieron al rey para que abandonara el sitio de Gibraltar pero, Alfonso XI se negó. Según dicen las crónicas el Rey contestó a sus fieles " seria una vergüenza abandonar a mis tropas por miedo a la muerte". 

Ilustración de la peste. Biblioteca Real de Belgica

Alfonso enfermó, la peste hizo presa en él y murió a los pocos días de iniciada la fiebre. La noticia de la muerte del Rey castellano corrió como un reguero de pólvora por el campo de batalla. Cuenta la leyenda que su enemigo Yusuf Abul Hagig exclamó al enterarse " ¡ El mundo ha perdido uno de sus mejores príncipes ¡ Era un soberano que reconocía el mérito lo mismo en sus amigos que en sus enemigos". Por ello, por respeto al Rey Alfonso, no hubo ningún ataque por parte de los soldados musulmanes en los días que siguieron a su muerte. También cuenta la leyenda que cuando los cristianos se dispusieron a trasladar el cuerpo de D. Alfonso a Sevilla, los soldados moros salieron de la ciudad y mudos y en formación contemplaron el cortejo fúnebre, rindiendo así un postrero homenaje a aquel que,  aún siendo su enemigo, respetaban como guerrero.

En Sevilla lo esperaban María de Portugal, su esposa, y el infante Pedro, su hijo legítimo. Se cree que Leonor, su fiel amante, acompañaba al cortejo, pero que se refugió en Medina Sidonia por temor a la Reina viuda.  A su llegada a Sevilla, su cuerpo fue depositado en la Capilla Real de la Catedral y, en 1371 y cumpliendo su voluntad ya que era su deseo ser enterrado junto a su padre, se trasladaron sus restos a Córdoba. Los cuerpos de ambos descansan en la Colegiata de San Hipólito. 

Alfonso onceno pasó a la Historia con el sobrenombre del "Justiciero". A su muerte su amada Leonor sería asesinada y las luchas fraticídas tiñeron de sangre a su descendencia

3 comentarios:

  1. Un placer verte de vuelta Ambar. Hace poco vi el primer capitulo de una serie española sobre Pedro el hijo de Alfonso, y en todo el capitulo se veía la sombra del padre con los matices que tu cuentas del rey, una mano de hierro que dejo tras su partida un campo de batalla. un abrazo.

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  2. Lástima que se lo llevase la enfermedad, pues buen rey fue siendo muy joven fue responsable de su gobierno.
    El amor por Leonor lo hizo feliz fuera de su matrimonio sin perder la cabeza.
    Me alegro de volverte a leer.
    Besos

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  3. La peste fue un terrible castigo de Dios por los pecados de los hombres (o eso creían ellos), que como bien sabemos no respetaba a nadie.

    Alfonso XI dejó una Castilla más turbulenta de lo que parece.Yo siempre he lamentado el asesinato del rey Pedro por su hermanastro Enrique, y la implantación de los Trastámara en aquel reino, y posteriormente en la Corona de Aragón, que significó la implantación de una dinastía extranjera en aquella, con todo lo que ello supuso.

    Se te ha echado de menos ;-)

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