Isabel de Borbón y Médicis. F. Pourbus el joven
Hija de Enrique IV de Francia -" París bien vale una misa" dicen que exclamó su padre para lograr ser coronado rey del país vecino- y de María de Médicis, nació Isabel en Fontainebleau un 22 de noviembre de 1603. Como era costumbre en la época se le buscará rápidamente marido pues, ya se sabe que las princesas eran moneda de cambio para futuras alianzas entre países y, por ello, se iniciarán las negociaciones con los Duques de Saboya pero, el futuro prometido italiano de Isabel muere tempranamente dando al traste con este proyecto. Los buscadores de esposo mirarán entonces hacia Inglaterra pero, el rey inglés no se entusiasma con la idea de este matrimonio, así que, como a la tercera va la vencida, las gestiones con España si darán su fruto y a pesar de que por distintas circunstancias el proyecto se arrinconó en alguna ocasión, el matrimonio por poderes de la princesa francesa y del príncipe español tendrá lugar en octubre de 1615.
Isabel había tenido una educación esmerada y hablaba español e italiano, era delicada, tenía buen porte y ya a esa edad - cuenta tan sólo 12 años - promete ser tan bella como su madre. Su inteligencia y sensibilidad quedó de manifiesto cuando nada más traspasar la frontera cambió sus galas francesas por otras a la moda española que era mucho más austera. Según parece, el Príncipe de Asturias, que solo contaba 10 años de edad pero en el que ya se intuía una desmedida afición a las mujeres, quedó deslumbrado por la belleza de su esposa. Nada sabemos del efecto que el futuro Felipe IV causó en Isabel.
Felipe IV. Diego Velázquez-Museo del Prado
Durante los cuatro años siguientes Felipe e Isabel se verán en muy pocas ocasiones y siempre lo harán acompañados de altos personajes, encopetadas damas o del propio Rey, probablemente, por miedo a que el lujurioso príncipe sufriera alguna tentación y se lanzara sobre la princesa antes de lo conveniente. En noviembre de1620, cuando la Princesa tiene 17 años, se permite la consumación del matrimonio ya que Felipe se mostraba " ardorosamente deseoso de ello" y no cabe duda de que el "ardor" del Príncipe debió ser grande porque Isabel quedó embarazada de inmediato.
Pocos meses después, en Marzo de 1621, muere Felipe III convirtiéndose Felipe e Isabel en Reyes de España. La nueva Reina era esbelta y bella, estaba deseosa de agradar a sus súbditos y poseía una clara inteligencia y una personalidad equilibrada, todo lo contrario que el nuevo Rey que carecía de voluntad propia y cuya mayor preocupación parecía ser la de agradar a sus "súbditas".
En Agosto de ese mismo año dio a luz Isabel a su primera hija que moriría a las pocas horas. Mientras Isabel se recuperaba del parto su esposo, el Rey Felipe IV, se entretenía con otras mujeres ya que, de alguna forma tenía que sofocar aquellos "ardores" que le consumían constantemente. El conde-duque de Olivares, ministro de su Majestad, conocía bien las debilidades del monarca y le procuró todo aquello que más podía satisfacerle. Si el Rey estaba entretenido, él podría hacer y deshacer a su antojo los asuntos de Estado, lo cual le convenía. Sabía también Olivares que la Reina poseía todo la fuerza de voluntad de la que carecía su esposo además de una mayor inteligencia, por lo que tener ocupado al Rey en otros lechos suponía una doble ventaja
Isabel de Borbón. Rodrigo de Villandro
En noviembre de 1623, Isabel da a luz una nueva infanta que murió a los pocos días. Entre embarazo y embarazo la Reina, que intentaba emular a su predecesora y que había estudiado los gustos y costumbres del pueblo español, invertía su tiempo en fundar conventos, dotar a las damas que entraban en religión y en organizar saraos. Mientras tanto, el Rey invertía gran parte del suyo en llenar de bastardos la villa de Madrid. Estas andanzas del Rey no significaban que desdeñara a su esposa, muy al contrario, la Reina siempre le gustó pero, simplemente no quería extenuarla.
Isabel estaba enterada de los devaneos amorosos de su esposo pero como procedía de la corte francesa y allí lo natural eran los adulterios tampoco se escandalizaba. No obstante, hacía que se representaran en los salones de palacio funciones de comedia que escribían para tal fin Quevedo y Mediana, en un vano intento de evitar que con las excusa de asistir a las novedades teatrales de la Villa, su esposo siguiera cayendo en brazos de las comediantas.
Una de ellas, llamada "la Calderona", le dio el único hijo al que D. Felipe accedió a reconocer y al que llamó D. Juan José de Austria . Este hecho provocó un gran enfado en la Reina, que durante unos días cerró las puertas de su dormitorio a D. Felipe. Cuando las volvió a abrir el Rey había salido a visitar Aragón, Valencia y Andalucía y le había dejado encomendada la tarea de despachar los asuntos de Estado. Poco gustó al conde-duque tener que dar cuentas a la Reina.
El Príncipe Baltasar Carlos. Diego Velázquez
Por fin en Octubre de 1629 nació el ansiado varón, habían muerto ya en esta fecha las cuatro hijas de los Reyes que le precedieron, y a este niño, que fue un rayo de esperanza, se le impondría el nombre de Baltasar Carlos. Cinco años más tarde la Reina dará a luz de nuevo una niña que fallecerá poco después. En 1638 Isabel tendrá su último alumbramiento, también una niña a la que se impondrá el nombre de Maria Teresa y que será la única de sus hijos que llegará a la edad adulta. Poco podía imaginar la Reina que a través de esta Infanta la dinastía de Felipe IV continuaría hasta nuestros días.
Lógicamente los historiadores han especulado sobre las causas de la desastrosa historia obstétrica de Isabel, algunos lo atribuyen a una lues materna trasmitida a Isabel por su voluptuoso padre, otros a una posible sífilis de D. Felipe, aunque en la historia de Isabel no predominan los abortos ni los nacidos muertos y además según Marañón la debilidad de los hijos legítimos contrasta con la vitalidad de los hijos naturales del Rey. Según se cuenta, D. Felipe comentó este hecho con el médico Mendoza quien parece ser que le contesto: "Señor, es que a la Reina sólo le dedicáis las escurriduras"
El reinado de Felipe empieza a complicarse, los desaciertos políticos del conde-duque de Olivares se hacen dramáticamente patentes. En el año 1643 la situación es alarmante, Isabel tiene cuarenta años, nunca se ha inmiscuido en los asuntos de estado, pero en aquel momento considera que es su deber hacerlo, así que, coge a su hijo Baltasar Carlos de la mano y se presenta en la cámara del Rey. Isabel que siempre pareció sumisa se expresa con una cordura propia de un experimentado político y dice al Rey que si ama a sus súbditos, si no quiere exponerse a perder el trono, si desea pasar a la historia como un digno sucesor de los reyes que le precedieron y si desea que su hijo sea un día rey de España deberá apartar de inmediato al conde-duque de Olivares del poder. Así lo hace el Rey que destituye a su ministro de todos sus poderes y le obliga a retirarse a Loeches.
Isabel de Borbón. Diego Velázquez
A comienzo del otoño de 1644 mientras el Rey se encuentra en Aragón se le presenta a Isabel un acceso de fiebre y trastornos gastrointestinales brotándole a las cuarenta y ocho horas una erisipela grave que afecta al rostro, cuello y garganta. De inmediato, la Reina prohibió que su hijo la visitara alegando que "reinas para España hay muchas pero príncipes muy pocos".
Se le practicaron sin éxito hasta ocho sangrías en pocas horas, se llevó a su aposento el cuerpo de San Isidro y los habitantes de Madrid hicieron procesiones y rogativas, pero todo fue inútil.
Isabel de Borbón y Médicis, primera esposa de Felipe IV, fallecía en la tarde del seis de octubre, cuando todavía no había cumplido los cuarenta y un años de edad. Esta enterrada en el Panteón de los Reyes del Monasterio del Escorial.
Fue una buena esposa y fue también una digna Reina.
Hola Ambar:
ResponderEliminarBienvenida. Con una historia de esas que atrapan.
Es posible algún grado de insuficiencia placentaria en los embarazos de la reina, de allí que nacieran débiles. Las placentas acretas también tienen problemas de insuficiencia placentaria.
Que bueno tu regreso.
Saludos
Cualquier cosa es posible, tu diagnostico podría ser el acertado.
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La realidad supera muchas veces a la ficción sobre todo en personajes de alcurnia. Un saludo.
ResponderEliminarYo creo que la realidad supera casi siempre a la ficción. Gracias por tu comentario.
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Muy interesante y algunos párrafos hasta divertidos. Por un momento me había olvidado de que hubo dos Juan de Austria.
ResponderEliminarSaludos y buena semana.
Me alegra que te resultara divertido. Gracias por tu visita.
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Posiblemente Felipe IV no supo estar a la altura de su esposa Isabel. Ella le superó con creces como esposa y como reina.
ResponderEliminarUn saludo.
Felipe IV no supo estar a la altura de casi nadie, cosa que no es de extrañar teniendo en cuenta que se pasaba el día de cama en cama.
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Interesante tu relato Ambar, como la mayoría.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias.
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Magistral el retrato, realizado por usted, de la Reina y su tiempo.
ResponderEliminarMis saludos.
Enlazo su entrada en @delavidaantigua
ResponderEliminarhttps://twitter.com/delavidaantigua/status/509371622948864001
Muchas gracias por el comentario y por el enlace.
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Me asombra la diferencia de criterio a la hora de pintar el rostro de esta bella reina. Porbous nos la hace rechoncha y rubia, de gorditos mofletes y Velázquez nos la representa morena y de tez pálida y blanquecina. es posible que ambos retratosa pertenenezcan a épocas diferentes. El primero seguramente se pintaría en Francia, antes de venir a España, e Isabel sería jovencita, una niña, nada que ver con la adulta reina de España. Agraciada, no me extraña que encandilara a Felipe IV y alconde de Villamediana.
ResponderEliminarUn saludo
El primero fue pintado por Pourbus hacia 1615 en París y el segundo lo pinto Velázquez hacia 1635. Ambos se encuentran en el Museo del Prado. Imagino que ademas de la diferencia cronológica entre ambos también habría influido los diferentes criterios sobre la belleza femenina entre Francia y España.
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Delicioso su texto, como siempre. Lo del médico Mendoza no tiene nombre.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias dlt y si, tienes razón lo de Mendoza es incalificable.
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Está bien que fijemos la atención en reinas como Isabel de Borbón. La pena es que no pudieran influir más en los asuntos de estado.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre he pensado lo grande que fue el equilibrio mental de esta Reina, nacida y educada en sus primeros años en una corte como la francesa, trasladada a la corte de España, tan oscura y triste, con apenas doce años y casada con un hombre como Felipe IV. Todo un ejemplo.
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