En la España medieval que una mujer pudiera ejercer el poder, no como regente, sino como soberana de pleno derecho era algo que nunca se había producido. Urraca fue la primera en enfrentarse a todos para defender una corona que era suya y tal vez por ello se la llamó "La Temeraria".
Urraca nació en 1081 hija del segundo matrimonio legitimo de Alfonso VI de León y de Constanza de Borgoña y, aunque nacieron seis hijos más de este matrimonio tan sólo Urraca llegó a la edad adulta.
El rey Alfonso no había tenido hijos de su anterior matrimonio pero si de la relación habida con la "noble" concubina ( según el obispo Pelayo de Oviedo) Jimena Muñoz. De ella tuvo dos hijas : Elvira Alfonsez y Teresa Alfonsez.
No cejaba Alfonso en el intento de tener un hijo varón al que dejar su Reino. Constanza había muerto y tras su muerte apareció Zaida, una princesa musulmana a la que Alfonso VI se unió, no está claro si como concubina o como esposa, una vez ésta se hubo convertido al catolicismo y adoptado el nombre de Isabel. Concubina o esposa los cierto es que le dio el tan ansiado varón, un hijo que vio la luz en 1093 y al que se impuso de nombre Sancho.
Hasta que se produjo el nacimiento de su hermano, Urraca, que pasó sus primeros años en Monzón de Campos, población de Palencia, bajo la tutela de su ayo Pero Ansúrez estaba siendo educada como correspondía a la heredera al trono de León. Además de otras disciplinas, la caza y la equitación formaban parte de su programa educativo y probablemente recibió también instrucción militar. Su educación se sabe que fue muy completa por las cartas de agradecimiento que, pasado el tiempo, ella escribió a sus maestros.
1093 fue un año crucial en la vida de Urraca. Ese año murió su madre, nació su hermano Sancho - cuyo mero nacimiento la despojaba de ser la heredera al trono de su padre - y se producía su matrimonio con Raimundo de Borgoña. En el transcurso de un año y con tan solo 12 años de edad Urraca había pasado de hija a huérfana de madre, de heredera de un Reino a simple condesa consorte y de niña a esposa de un hombre muchos años mayor que ella.
Alfonso VI había dividido Galicia en dos condados, uno , el del norte, sería otorgado a Urraca y su esposo, Raimundo, sería el encargado de su gobierno con el titulo de Conde de Galicia. El otro, el condado Portucalense, que comprendía las tierras entre el río Miño y el Duero le fue otorgado a su hija Teresa Alfonsez como dote, tras el matrimonio de ésta con Enrique de Borgoña. Con el tiempo este condado se constituiría en el Reino independiente de Portugal.
Urraca cumpliendo con el papel que aquella sociedad medieval le tenía encomendado se convirtió pronto en madre. Del matrimonio nacieron dos hijos: Sancha y Alfonso quienes, como era costumbre en la corte, fueron educados en el seno de familias nobles y bajo la protección de los ayos elegidos por sus padres.
En 1107 fallece, víctima de una enfermedad, Raimundo de Borgoña y la condición de viuda de Urraca haría cambiar su estatus y aumentar sus responsabilidades, situación ésta que Urraca aceptó de sumo grado pero - en el medievo siempre había un "pero" para la mujer - en caso de que Urraca volviera a casarse el gobierno de Galicia pasaría a manos de su hijo Alfonso Raimundez. De este modo esperaban los nobles gallegos garantizar la estabilidad de Galicia.
Un año después su hermano Sancho cae muerto en la batalla de Uclés, en lucha contra los almorávides, quedando roto en aquel momento el sueño de su padre de traspasar su reino a un hijo varón. Así pues la vida de Urraca volvía a cambiar y se convertía de nuevo en la heredera al reino de León. Así lo reconocía Alfonso VI poco antes de morir en julio de 1109. A pesar de nombrarla heredera, el rey consideró que era imprescindible para el buen gobierno del Reino que su hija se casara y había empezado a buscar un candidato conveniente, la muerte le sobrevino antes de acordar el matrimonio de Urraca.
El primer acto de Urraca como reina de León fue presidir el sepelio de su padre. Tenia 28 años y sabía perfectamente que el reto que tenía por delante sería difícil pero estaba dispuesta asumir sus responsabilidades. Habían pasado dos años desde la muerte de Raimundo y Urraca, que no dejaba de ser una mujer joven, se hallaba interesada en el conde Gomez Gonzalez y él en ella pero, el interés de la reina no era algo a tener en cuenta por la nobleza y por ello y para consolidar la corona y evitar luchas con los nobles aceptó desposarse con el candidato que la mayoría de ellos le había propuesto y que también había sido, a decir de todos, el preferido por su padre.
El elegido era Alfonso I "el Batallador", rey de Aragón y Navarra y así se lo hicieron saber. Este matrimonio no gustaba a Urraca ni tampoco la Santa Sede vio con buenos ojos el enlace pues el Papa consideraba que los contrayentes eran parientes en grado directo, y en varias ocasiones con amenazó con disolver el matrimonio.
A pesar de todo, los esponsales se celebraron en diciembre de ese mismo año de 1109. En ellos quedaba estipulado que si nacía un hijo del matrimonio el cónyuge superviviente heredaría el conjunto de los bienes de ambos y después la herencia pasaría al hijo de los dos. Si no hubiere hijos, Alfonso Raimundez, el hijo de Urraca y Raimundo, seria el heredero. En las capitulaciones matrimoniales había también una "declaración mutua de garantías" y se estipulaba en ellas que ambos cónyuges debían honrarse mutuamente y se acordaba expresamente que si una de las partes abandonaba al otro, el infractor perdería el derecho a la lealtad de sus súbditos. De esta forma, Alfonso I debía honrar a la reina, y juraba que no la abandonaría ni por excomunión, ni por motivo de consanguinidad ( Alfonso y Urraca tenían un bisabuelo común). Probablemente esta disposición intentaba contrarrestar las amenazas papales de disolver el matrimonio.
A pesar de todo los dicho en las capitulaciones, el matrimonio fue un completo fracaso. Urraca se había visto obligada a contraer nupcias con el rey de Aragón, y del mismo modo el rey de Aragón había aceptado la boda por razones políticas. El amor, pues, brillaba por su ausencia, aunque no era eso lo peor. Alfonso de Aragón era un hombre violento, no exento de misoginia que llegaba incluso al maltrato físico. Según testimonio de “La Historia Compostelana”, Urraca acusó a su esposo de sentir odio hacia la persona del pequeño Alfonso Raimundez. Argumentó la reina el terrible miedo que ella tenía a que, llevado por ese odio y el pensamiento de que en ausencia del niño él podría apoderarse del Reino de León, Alfonso I pudiera perpetrar el asesinato del pequeño.
La ruptura llegó pronto, en verano de 1110, fue la reina Dª Urraca la que decidió regresar a sus dominios de León y poner fin, de hecho, a la unión matrimonial. La "Historia Compostelana" nos dice que la decisión de la ruptura fue firme y fue Urraca quién la propició.
Se apresuró Dª Urraca a recabar apoyos de los nobles de León, de Castilla, de la Rioja, de Extremadura y de Galicia, y una de las medidas que tomó, dando muestras con ello de una gran astucia y diplomacia, fue asociar a su hijo Alfonso Raimundez - que pasaría a ser Alfonso VII - al trono. De ese modo quedaba asegurada la sucesión y se aseguraba el apoyo de la nobleza durante el tiempo que durara su reinado.
Alfonso "el Batallador" no estaba dispuesto a poner fácil las cosas ni a perder el Reino de León que pretendía llegara a ser suyo. Consiguió encarcelar a Urraca en la fortaleza de Castellar y lanzar a su ejercito contra todos los que habían apoyado a la reina. El conde Gomez Gonzalez junto con el conde Pedro Gonzalez de Lara lograron liberar a Urraca de su encierro. Los enfrentamientos bélicos tardarían años en finalizar, y en uno de ellos moriría el conde Gomez Gonzalez.
El matrimonio fue anulado por decisión Papal argumentando consanguinidad de los cónyuges.
No terminaron aquí los problemas para Dª Urraca y uno de los principales se lo planteó su hermana Teresa quien no contenta con lograr la independencia del condado Portucalense pretendía ampliar sus dominios adentrándose en tierras leonesas.
Urraca, tras la experiencia vivida,evitó casarse para no volver a pasar por situaciones similares a las que había tenido que hacer frente, aunque no por ello renunció al amor y, dado que poseía un espíritu muy liberal, mantuvo relaciones con distintos hombres. El conde Gomez Gonzalez fue, según parece, uno de sus primeros amantes y padre de uno de sus hijos y a su muerte, en lucha contra el Batallador, fue sustituido en el corazón y en el lecho de Dª Urraca por el conde Pedro Gonzalez de Lara con quien también tuvo un hijo.
Poco dicen los cronistas de estas relaciones de la reina que eran consideradas fuera de las normas morales. Algunos llegaron a justificarlas diciendo que Urraca era joven, hermosa y había estado mal casada. Otros, en cambio, intentaron ocultarlas. La dificultad al intentar saber la vida de Dª Urraca en ésta etapa estriba en que los cronistas y los historiadores no se ponen de acuerdo; la visión de algunos sobre su persona y su trabajo como reina es positiva y para otros es negativa.
El 8 de marzo de 1126 Urraca I fallecía en Saldaña ( Palencia) como consecuencia de una complicación en el parto de un hijo de Pedro Gonzalez de Lara. Sorprende la causa de la muerte teniendo en cuenta la edad de dª Urraca en aquel momento.
Fue enterrada en el Panteón de Reyes de San Isidro de León.
Se la ha llamado "la temeraria" y también "la indomable", se ha dicho que fue dominante, que utilizó a su hijo - cosa que solo realizó para obtener el apoyo de la nobleza y salvaguardar el reino - que su conducta, al convivir con sus amantes como si de un matrimonio se tratase, llegaba a ser libertina. Lo cierto es que gobernó por derecho propio uno de los reinos más importantes de Europa. Fue más diplomática y más astuta que sus adversarios, supo llegar a pactos a fin de recabar los apoyos que le eran necesarios para mantener el poder en su Reino. No se conformó con que un hombre, por el hecho de ser su esposo, la relegase al lugar de reina consorte cuando ella era reina por derecho propio y como tal quería ejercer. Según escribe la investigadora española y catedrática en historia medieval Mª Jesús Fuente Pérez, "supo manipular en ese mundo masculino de guerreros, nobles y clérigos poderosos, y conseguir lo que quería"
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