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martes, 27 de enero de 2015

María Victoria dal Pozzo






María Victoria dal Pozzo


Carlos Manuel dal Pozzo, príncipe della Cisterna, había nacido en Turín. Durante su juventud y dado su espíritu liberal, había participado en algunas sublevaciones contra la política absolutista imperante. El fracaso de estas aspiraciones le valió la cárcel y el posterior destierro. En 1846 contrajo matrimonio en Bélgica con la condesa Luisa Carolina de Merode estableciendo su residencia en París. Será en la capital de Francia y apenas once meses después, donde vendrá al mundo la primera de sus hijas, María, que con el paso de los años se convertirá en reina de España.

María , a la que se añadió posteriormente el nombre de Victoria, estuvo a cargo de distintas institutrices, que parece ser hicieron muy bien su trabajo pues, ya desde pequeña, hablaba francés, ingles e italiano. En 1851 nace su hermana Beatrice y un año después la familia se instala en Turín, en el palacio Dalla Cisterna. La inteligencia y el deseo de aprender que demostraba la princesa María Victoria era grande y tuvo profesores no sólo de literatura y filosofía sino también de matemáticas y física, disciplinas éstas poco habituales en la educación de una princesa de la época. 

En marzo de 1864 fallece Carlos Manuel dal Pozzo y su esposa Luisa Carolina enloquece, se encierra junto a sus hijas en la habitación donde se ha instalado la capilla ardiente y durante días las obliga a permanecer con ella velando el cadáver del padre. Los más allegados, alarmados por la situación, avisan a los carabinieri que irrumpen en el velatorio encontrando un cadáver ya en descomposición y a las tres mujeres rezando. La condesa es obligada a enterrar a su esposo.
Es Maria Victoria quien, a pesar de su juventud, debe ocuparse de todo. Su hermana Beatrice esta postrada en el lecho desde el mismo día del entierro. Un mes después fallece victima de tifus. Por Turín circula el rumor de que ha muerto de pena.

Palazzo della Cisterna - Turin

Tras el entierro de Beatrice, Luisa Carolina ordena cerrar todas las ventanas de palacio, se corren las cortinas, se colocan crespones negros sobre los cuadros y la mayoría de las habitaciones quedan clausuradas. Enlutada y encerrada en el palacio María Victoria ve pasar los días sin otro contacto con el exterior que las visitas que realiza a Reano para orar ante la sepultura de sus muertos.

Lo único que la condesa Marone permitía a María Victoria era la continuación de su formación académica y la princesa aprende alemán y español y sigue estudiando literatura y arte. Un viaje a Bélgica acompañada de su madre, le permitirá visitar algunos museos europeos pero, cuando regresan a Italia, las puertas del palacio se vuelven a cerrar. 

Poco a poco los cerrojos empiezan a ceder y María Victoria puede salir con su institutriz a rezar en la iglesia de San Felipe de Neri y también a pasear, siempre en su carruaje, por el prado de San Mauro. En la ciudad se la ha bautizado con el nombre de la Rosa de Turín.

En 1866, el recién estrenado reino de Italia declara la guerra a Austria, es la Tercera Guerra de la Independencia, y a la lucha van también dos hijos del Rey: Humberto y Amadeo. Amadeo, príncipe de Saboya y duque de Aosta es herido en combate. En su convalecencia pasea también por el prado de San Mauro y es allí donde ve por primera vez a María Victoria. El amor surge en el príncipe que inicia un cortejo que tendrá un final feliz. Las puertas y ventanas del palacio della Cisterna vuelven a abrirse.

El 30 de mayo de 1867 se celebra la boda en la capilla del palacio real de Turín. Una boda que tuvo también su anecdotario amargo. 

María Victoria y Amadeo
En enero de 1869 y en Génova, María Victoria da a luz al primero de sus hijos un niño al que se le impondrá el nombre de Manuel Filiberto. Decide amamantar ella misma al recién nacido, algo que causa el escándalo de la aristocracia italiana. 

Unos meses antes de este alumbramiento, en España, los revolucionarios habían destronado a Isabel II pero, habían redactado una Constitución monárquica. El problema era quién iba a personificarla. El general Prim había dicho que los Bórbones jamás, jamás, jamás volverían al trono de España y mientras se decide quien ocupará el trono se nombra como regente con tratamiento de alteza al general Serrano Domínguez. El general Prim propone a Amadeo de Saboya. 

No estaba Amadeo a favor de aceptar el trono y así se lo manifiesta a su padre, el Rey de Italia, pero, finalmente en el verano de 1870 y tras una nueva entrevista con su padre acepta la Corona de España. Cuando llega a Madrid, el 2 de enero de 1871, le comunican el asesinato del general Prim.

María Victoria que había alumbrado a su segundo hijo en noviembre no llegó a España hasta mediados del mes de marzo y para entonces ya le había llegado el rumor de que el Rey tenía una amante, Adela de Larra, hija del escritor Mariano José de Larra. 

No será solamente esto lo que amargará la vida de María Victoria. El enorme palacio en el que debía habitar desde su llegada a Madrid necesitaba una Corte, o más bien ella necesitaba una Corte con la que llenar aquel palacio. Se le ofreció a la duquesa de la Torre, esposa del general Serrano, ser camarera mayor pero, desestimó el ofrecimiento, también lo desestimaron todas las damas de rancio abolengo a quienes se les propuso. El rechazo hacia María Victoria, a quien consideraban una usurpadora, era tal que las damas de la nobleza llegaron a trazar un plan para ofenderla y lo pusieron en práctica. Todas ellas salieron a pasear por el paseo del Prado – lugar habitual para ver y dejarse ver- ataviadas con una mantilla de blonda blanca recogida con un broche con la flor de lis, símbolo de la dinastía Borbón.

María Victoria no entendía el por qué aquellas nobles, que no la conocían, la odiaban de aquel modo. No entendía por qué el hecho de llevar una vida sencilla era motivo de burla y escarnio. Empezó a pasear por caminos distintos de aquellos que frecuentaban las damas de alto copete, y una mañana en las orillas del Manzanares descubrió la labor de las lavanderas de oficio. Mujeres arrodilladas enjabonando prendas, otras mujeres tendiendo ropas al sol y también vio niños, desarrapados, descalzos, sucios de barro,eran los hijos de las lavanderas que esperaban jugando, con frío y muchas veces con hambre, a que sus madres terminaran el trabajo para volver a sus casas. Aquella visión dejó impactada a María Victoria.

Y de este impacto nació la primera guardería española, un lugar subvencionado por la Reina y donde las mujeres trabajadoras podían dejar a sus hijos, con la seguridad de que estos estarían cuidados. María Victoria deseosa de ayudar a los más necesitados entró en contacto con Concepción Arenal, encontrando en ella la voz que le enseñaba las necesidades más apremiantes del pueblo y también a una amiga. Inició una serie de proyectos encaminados a ayudar a los más necesitados y que en su mayoría estaban subvencionados por su patrimonio privado. La nobleza siguió repudiándola. 

María Victoria dal Pozzo

A pesar de los galanteos extraconyugales del Rey, la Reina queda de nuevo embarazada y en enero de 1873 alumbra un varón, tercero de sus hijos, el primero nacido en España. El hecho de que lo amamantara fue otro motivo de burla por parte de la alta sociedad madrileña. 

La situación en España es cada vez más tensa. Amadeo I no sólo se enfrenta al desdén de una determinada clase social. El descontento hacía el Rey aumenta, el atentado que habían sufrido en el mes de julio así lo demostraba. Con el paso de los meses la agitación se hace más intensa, en los barrios empieza a pedirse a gritos la abdicación del Monarca. El día 11 de febrero de 1873 Amadeo I presenta el acta de abdicación. Al día siguiente con sus hijos y con María Victoria , muy débil aún tras el parto, abandona el Palacio Real de Madrid.

En Turín la familia se instaló en el palacio della Cisterna, la salud de María Victoria estaba cada día más mermada, la tuberculosis, que ya le había sido diagnosticada, avanzaba inexorable. 

En el invierno de 1875 la familia, por consejo de su médico se instala en San Remo, en la villa Dufour, junto al mar. María Victoria pasa la mayor parte del día en cama y si se levantaba tenía que usar una silla de ruedas por falta de fuerzas para caminar. Al final del verano la sangre brota de sus pulmones en cada acceso de tos, y permanece aletargada y consumida por la fiebre la mayor parte del día. 

María Victoria fallece a las siete de la mañana del 8 de noviembre de 1876, a los 29 años de edad. Esta enterrada en el panteón de la familia Saboya en la basílica de Superga.


viernes, 16 de enero de 2015

Alfonso X, el Sabio ( II )










En el año 1271 el descontento llegaría a su punto más álgido, el fortalecimiento de la figura real, el aumento de impuestos y las "Siete Partidas"un texto legislativo cuya aplicación sufrió la resistencia de la nobleza castellana llevó a estos nobles, que veían peligrar sus privilegios, a reunirse en Lerma para protestar por los tributos extraordinarios que solicitaba el rey en las Cortes y por los abusos de los agentes reales. A los nobles se unieron algunas ciudades y villas por el intento de implantación del Fuero Real, que les quitaba los fueros propios por los que se regían e imponían una ley municipal común para todos.

Ante esta situación Alfonso X no tuvo más remedio que ceder, hacer importantes concesiones a los nobles y renunciar al sueño de unificar jurídicamente los pueblos de Castilla 

Pero no era sólo la política interna y externa la que ocupaba las horas del rey, la labor cultural de Alfonso fue enorme y paralelamente a todos los hechos narrados el rey alentó la Escuela de Traductores de Toledo y creó otras dos, la de Sevilla y la de Murcia. Además de las obras legislativas ya citadas y en las que participó, Alfonso X fue el promotor de "La Grande e General Estoria " y de la "Estoria de España". En poesía su obra cumbre sería "las Cantigas a Santa María" escritas en gallego. El scriptorium de Alfonso X contaba con un número de volúmenes y una diversidad de temas impresionante.



La corte del rey Sabio era fastuosa. En ella se podían ver eruditos, poetas, alquimistas, astrólogos y otros científicos. En las escuelas de Toledo, Sevilla y Murcia se juntaron traductores y sabios cristianos, judíos y musulmanes en un ambiente de estudio laico y se escribió en una lengua común, el castellano, evitando de este modo cualquier connotación religiosa, algo que tal vez hubiese ocurrido de haberse utilizado el latín.

La primera noticia médica que tenemos de Alfonso X se la debemos a su suegro, Jaime I, quien en 1269 en su Llibre dels feyts cuenta que acudió raudo para asistir a su yerno con su médico personal pues había sufrido la coz de un caballo. Algunos estudiosos sostienen que la coz debió impactar en la región facial y que la fractura que debió ocasionar derivó en una sinusitis recurrente que Alfonso arrastraría durante el resto de su vida. 

En las Cantigas el rey sabio relata en tercera persona los momentos en los que estuvo a punto de perder la vida y de los que fue milagrosamente salvado por intercesión de la virgen María. Así sabemos que en 1273 sufrió una malatia terciana. En Montpellier cayó tan gravemente enfermo que todos los físicos que allí estaban creyeron que moriría . En 1276 estando en Valladolid sufrió unas fiebres por las que "quedo como muerto".

A partir de 1278 todas las crónicas hablan ya de la delicada salud del monarca. Padecía una severa hidropesía con un edema de miembros inferiores "que se le hincharon tanto que no le cabían en las calzas y no le dejaban caminar ni cabalgar". Estos síntomas nos hablan de una probable insuficiencia cardíaca padecida por el rey. En la Crónica de Alfonso X se nos cuenta que ya en la campaña de Granada, en 1280, el rey presentaba una dolencia en el ojo izquierdo con gran dolor y como si lo fuera a perder.

Poco antes, en 1275 había muerto, en combate, su primogénito, Fernando de la Cerda. A partir de entonces empiezan los problemas familiares de Alfonso X. Su apoyo a los hijos del heredero muerto, Fernando, en contra de su segundogénito, Sancho, que se consideraba con derecho al trono, produciría el enfrentamiento entre ambos. La mayoría de los nobles que estaban descontentos con la política interna del Sabio, tomaron partido por Sancho y acabaron por desposeer a Alfonso X de todos sus poderes, excepción hecha del título de rey. En el tenso enfrentamiento con su padre, Sancho, llego a llamarle " loco leproso".




Es posible que las enfermedades y el dolor físico que soportaba, unido a las frustraciones en política y a la degradación de sus relaciones familiares, pudieron llevar a Alfonso a sufrir un cuadro depresivo. Sin embargo,son muchos los psiquiatras que sostienen que Alfonso sufría un proceso psicopatológico desde hacía muchos años. Craddock argumenta que "El Setenario" demuestra que el rey era un hombre con una obsesión patológica con el numero siete. Otros psiquiatras dicen que los periodos de frenética actividad intelectual seguidos de periodos de aislamiento podrían significar que el Sabio padecía un trastorno bipolar.

En cuanto al aspecto "leproso" podría explicarse por el examen que en 1948 se realizó de los restos mortales del monarca. El Dr. Delgado Roig encuentra entre otros hallazgos, una perforación del tabique nasal y además en el antro orbitario izquierdo y en el maxilar una extensa zona de necrosis. En opinión de este forense, es posible que el rey sufriera un sarcoma, o sea un cáncer maxilofacial. Pero no todo el mundo esta de acuerdo, Martín Araguz sostiene que 15 años antes de su muerte, ya se menciona en la Crónica de Alfonso X este proceso facial y que, dado que había periodos álgidos de la enfermedad junto a remisiones, bien pudo tratarse la enfermedad del rey de una sinusitis infecciosa recidivante que se complicó con un proceso supurativo crónico y de ahí las pústulas y el aspecto de "leproso". De lo que no parece haber duda es de que sufrió terribles dolores.

 Se ha escrito mucho sobre este monarca brillante, el más intelectual del medievo español. Muchos han sido defensores de su figura pero, también han sido muchos sus detractores. Se le llamó Sabio pero se le acuso de ser un mal gobernante, de dejarse engañar con una ingenuidad impropia de su inteligencia por todos aquellos que le prometían dar un final feliz a su sueño de ceñir la corona del imperio. Pero, nadie puede poner en duda la sed de conocimientos del monarca y nadie puede negar que durante su reinado la cultura se desarrolló en un clima único de tolerancia religiosa y étnica. 

Alfonso X el Sabio murió en Sevilla el 4 de abril de 1284. Probablemente la causa de su muerte fue una hidropesía. Fue enterrado en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.

Sepulcro de Alfonso X

sábado, 10 de enero de 2015

Alfonso X el Sabio ( I )



Alfonso X

Nació en Toledo, el 23 de noviembre de 1221. Fue el primero de los hijos del matrimonio formado por Fernando III  “El santo”, rey de Castilla y León  y Beatriz de Suabia, una princesa alemana entroncada con los Staufen y con los emperadores de Bizancio.

Tenía quince meses cuando, en Burgos, fue jurado como heredero al trono por las Cortes del Reino. Aunque poco sabemos de su infancia, parece ser que los primeros años fue encomendado su cuidado a su abuela Berenguela y que el mayordomo de ésta, García Fernández de Villamayor, se convertiría en el ayo del pequeño Alfonso. Educaría éste al heredero en la sencillez y en la sobriedad y durante este periodo de su educación pasaría Alfonso algunas temporadas en tierras gallegas, familiarizándose así con la lengua que utilizaría años más tarde para escribir Las Cantigas de Santa María.


La infancia de los monarcas medievales era muy breve y la de Alfonso no iba a ser una excepción. En 1231, con tan sólo diez años, participó en su primera campaña militar. Fue D. Alvar Pérez de Castro, llamado “el castellano” el encargado de instruirle en el arte de la guerra y su bautismo de fuego se produciría en el enfrentamiento de las tropas cristianas de su padre contra el ejército del rey de taifas de Murcia. Sin embargo poco sabemos de cómo se desarrolló su formación intelectual ni de quienes fueron sus maestros, tan sólo queda constancia de que en los últimos años de formación como príncipe contó con la sabiduría y la experiencia de Jacobo de las Leyes, un jurisconsulto que tuvo una gran influencia en Alfonso.

En aquellos años de su juventud, a sus éxitos en la guerra y a su gran capacidad diplomática, Alfonso demostraría también que era un consumado amante. Se tiene constancia de que mantuvo varias relaciones sentimentales y que de ellas nacieron algunos hijos. Una de estas relaciones fue con doña Mayor de Guillén, una dama principal que fue, tal vez, el gran amor del rey sabio y de ella nacería una de sus hijas predilectas, Beatriz , que acabaría siendo reina de Portugal.

Violante de Aragón

Como siempre ocurría en la realeza, su matrimonio fue de conveniencia. En 1244 Alfonso había firmado con el rey de Aragón, Jaime I, y en nombre de su padre, el Tratado de Almizra por el que se limitaba la expansión de ambos reinos en el reino de Valencia. Por tanto y como colofón a este tratado, en 1246 contrae matrimonio, en la ciudad de Valladolid, con Violante de Aragón, hija de Jaime I, con la que tuvo once hijos a pesar de que al inicio de su matrimonio se pensó que la infanta era estéril puesto que tardó seis años en quedar encinta. Violante tenía diez años cuando se celebró el matrimonio.

El 30 de mayo de 1252 moría en Sevilla Fernando III. En cuanto terminó la ceremonia del sepelio de su padre, Alfonso fue proclamado rey en la Iglesia Mayor de Sevilla, la misma en la que había sido enterrado su padre. Se le coronó con el nombre de Alfonso X y con él empezó, como nos cuenta Manuel González Jiménez en su biografía sobre el monarca, uno de los periodos más deslumbrantes y más contradictorios del medievo español.

Alfonso, había heredado de su padre el deseo de conquistar los territorios de la península  a los musulmanes y de su madre el íntimo  sentimiento de pertenecer a un linaje divino cuyo destino debería ser ostentar la corona  del Sacro Imperio Romano.

Pronto demostraría Alfonso que era un rey autoritario y que poseía un nuevo concepto de gobierno: el control y el poder absoluto del rey sobre las posesiones de la Corona. Para lograr este objetivo se redactaría tres años más tarde de su subida al trono el “ Fuero Real”en un primer intento de acabar con el sistema feudal y unificar los distintos fueros existentes. En la misma línea se redactaría “el Espéculo” otorgando de este modo una nueva legislación en sus reinos.



Se encontraba Alfonso en Soria cuando recibe una embajada procedente de Pisa  encabezada por Guido Lancia que le ofrece la dignidad de emperador y rey de los romanos y le rinde vasallaje. Ante este ofrecimiento, y considerando el rey Sabio que siendo como era descendiente por vía materna de los Staufen, también llamados gibelinos, tenía todo el derecho a ostentar la dignidad que se le ofrecía, se entusiasmó con la idea.

A partir de entonces el llamado “fecho del Imperio” se convirtió en una verdadera obsesión para él. Siendo que no era el único pretendiente a coronarse emperador, Alfonso destinó un inmenso capital para asegurarse el trono, lo que empobreció enormemente a Castilla, y consecuentemente se creó un gran descontento popular y también la oposición de la nobleza a sus planes.

Finalmente y tras años de dilapidar dinero, el sueño de adquirir la corona del Sacro Imperio quedo roto cuando el Papa Gregorio X coronó como emperador a Rodolfo de Habsburgo.

                                                                                                            Continuará....

viernes, 2 de enero de 2015

Luis I de España

Luis I- Jean Ranc- Museo del Prado

Nacido el 25 de agosto de 1707 era hijo de Felipe V y de su primera esposa Maria Luisa Gabriela de Saboya. Vió la luz en el palacio del Buen Retiro y por tanto fue el segundo Borbón en ocupar el trono español y el primero de ellos en nacer en España.

Los madrileños, tan dados a poner sobrenombres, le llamaban el Bien Amado pero, su mejor descripción se la debemos al duque de Saint-Simón que dice "Es rubio, delgado y alto. Posee un rostro agradable, aunque la nariz es grande. Tira bien, gusta de la caza y baila de maravilla…Es muy discreto y callado. Constituye, en fin, la pasión dominante de los españoles, que no se cansan de verlo y perseguirlo con sus aclamaciones. El los ama a la recíproca" 

En abril de 1709, Luis, es jurado como Príncipe de Asturias por las Cortes. Cuando contaba cinco años de edad falleció su madre y su padre volvió a casarse. La nueva esposa de su padre, Isabel de Farnesio no sentía demasiado aprecio por los hijos habidos en el primer matrimonio de su esposo ya que, estos ocupaban un lugar más aventajado que los suyos propios en la línea de sucesión. Así pues, la infancia de Luis, sin madre y con un padre que sufría frecuentes ataques de "melancolía", fue triste y solitaria, acompañado tan sólo por sus hermanos menores.

Tampoco su educación fue esmerada. Durante sus primeros años su tutela fue encargada a la princesa de los Ursinos que lo educaría de manera severa y estricta. Cuando Isabel de Farnesio se convirtió en reina de España  “devolvió” a la princesa de los Ursinos a Francia, y a partir de entonces se encargaría la educación de Luis a distintos ayos que lo instruyeron en latín, francés, gramática y aritmética. Como tutor del príncipe fue nombrado en 1716 Restaino Santelmo-Stuart duque de Pópoli siendo su confesor el jesuita Juan Marín aunque parece ser que, durante algunos años, el francés Laubrussel también ejercicio como tal.

Luis I - Jean Ranc-Museo del Prado

Luis era callado, discreto, amante de la música y de las artes y de agradable trato. No sabemos si fue este carácter suyo el que le valió el sobrenombre del Bien Amado que le dieron los madrileños ya que, algunos biógrafos como W.Clarke y A. Viollett aseguraron que también le gustaban las salidas nocturnas en las que se hacía acompañar por un criado de mala reputación y que sus inclinaciones sexuales abarcaban tanto a hombres como a mujeres y tal vez fuera ésta la razón del sobrenombre. Por el contrario el duque de Saint- Simón dice" Tira bien; gusta de la caza y demás ejercicios; baila a la maravilla toda clase de bailes, que aprende en un momento"… "Vive sujeto, bien que en distintas manos, y encerrado con hijos de criados que forman su circulo y a cuya compañía se ha acostumbrado"…… En parecidos términos se expresa el marqués de San Felipe. Lo cierto es que la vida de Luis fue demasiado corta y que los madrileños, siempre tan perspicaces, le querían. Además, según parece, Luis acostumbraba a ocultarse durante sus correrías nocturnas bajo un disfraz de chulo madrileño.

Lógicamente, el matrimonio de Luis sería acordado por sus padres conforme a los intereses de estado y la elegida fue Luisa Isabel de Orleáns. En Octubre de 1721 se publica el compromiso matrimonial. Luis tiene 14 años y 12 su prometida. El 9 de enero de 1722 pasa a España Luisa Isabel y el 20 de enero en Lerma se celebra el matrimonio. Dado que la joven esposa no había llegado todavía a la menarquia la consumación del matrimonio quedaría pospuesta hasta que este hecho se produjera. El duque del Pópoli seguiría al lado de Luis como Mayordomo Mayor de su casa. 

No fue acertada la elección de esposa para Luis, la propia abuela paterna de la novia llegó a decir de su nieta:  …"no puede decirse que sea fea, tiene los ojos bonitos, la piel fina y blanca, la nariz bien formada, la boca pequeña: Sin embargo, a pesar de todo esto, es la persona más desagradable que he visto en mi vida"…. 

Luisa Isabel de Orleáns - Jean Ranc- Museo del Prado

Sufrió Luis con ella, sufrieron los Reyes y sufrieron quienes velaban por los Príncipes. Todavía no se ha consumado el matrimonio y ya la corte empieza a escandalizarse de sus extravagancias, sus deseos de andar ligera de ropa, sus impertinencias, sus excesos con la comida y la bebida y su falta de responsabilidad total y absoluta. 

En agosto de 1723 y en el cumpleaños del Príncipe, Felipe V da su autorización para que el matrimonio sea consumado. Un diplomático francés en carta escrita al cardenal Dubois explica : …."A la mañana siguiente de ejecutar lo que ya se les había permitido, el Príncipe parecía satisfecho; la Princesa acalorada; ambos muy alegres" 

Pocos meses después, exactamente el 15 de enero de 1724, se produce la abdicación de Felipe V. Los Príncipes residían en San Lorenzo del Escorial, confinados desde hacía más de un año a fin de que la extravagante conducta de Luisa Isabel no fuera objeto de constantes murmuraciones en la corte. Hasta allí se desplaza el marqués de Grimaldi con el acta de abdicación. 

Luis, convertido ya en rey de España con el nombre de Luis I, se traslada con su joven esposa a Madrid donde el 9 de febrero y en la iglesia de San Jerónimo el Real tiene lugar la proclamación, Son los monarcas más jóvenes de la historia de España, dieciséis años el Rey y catorce la Reina.

Luis tenía verdadero empeño en ejercer su papel de rey de la mejor manera posible y escuchaba atentamente a los miembros de la Junta de Despacho y al marques de Grimaldi. Su padre y su madrastra, Isabel de Farnesio, seguían todos sus movimientos desde el palacio de la Granja donde vivían tras su abdicación. Algunos de los miembros de la Junta intentaron separar al joven Luis de la influencia paterna pero la brevedad de su reinado no hizo posible la implementación de cambios en la política interior.

Luis I.- Michael Houasse-Museo del Prado

El 21 agosto de ese mismo año, Luis I, enfermó gravemente. Los médicos diagnostican viruela maligna. El médico de cámara que llevó la dirección del tratamiento fue el doctor Pedro de Agüenza, asistido por los doctores Higgins, Diaz y Suñol y Sanchez. El tratamiento, como correspondía al estado de la medicina de la época fue sintomático; además de controlar el exantema se le administraban enemas para el estreñimiento y “jarabe de diacodon” para mitigar el insomnio y aliviar el dolor. Como era habitual en aquellos años se le realizaron sangrías a pesar de la oposición a dicho tratamiento del doctor Higgins, un médico irlandés, doctor en varias universidades y de gran fama. En su opinión, la segunda sangría fue la que condujo al egregio paciente a la muerte.

Felipe V, padre del monarca y su esposa Isabel de Farnesio, permanecieron en la Granja para evitar contagiarse y allí recibían diariamente el parte médico que emitían los doctores que lo trataban. Por el contrario, la joven Reina permaneció al lado de su esposo mientras duró la enfermedad cuidándole con singular mimo a pesar de los intentos de los médicos por separarla del lecho del enfermo. 

A los diez días de iniciado el cuadro apareció una fiebre muy elevada y de difícil control. Como era costumbre, sus aposentos se llenaron de reliquias y se hicieron procesiones y rogativas. Todo fue inútil. Luis I fallecía a las dos de la madrugada del día 31 de agosto. Acababa de cumplir diecisiete años.

Los restos mortales del que fuera llamado el Bien Amado fueron trasladados al Panteón de Reyes del Monasterio del Escorial. Su reinado apenas duró siete meses.