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lunes, 16 de septiembre de 2024

María II de Inglaterra

 








María nació en el Palacio de St. James de Londres en 1662, dos años después de que su tío, Carlos II Estuardo, regresara a Inglaterra para volver a ceñir la corona que Cromwell había arrebatado a su padre, Carlos I, tras ordenar que fuera decapitado. Junto al nuevo rey regresaba  también el padre de María, Jacobo, duque de York, que aunque en aquel momento era el heredero de la corona nada hacía presagiar que llegaría a ocupar el trono puesto que Carlos II era joven y, por tanto, cabía  esperar que procreara un montón de niños.


La madre de María era Ana Hyde, hija del conde de Clarendon, primer ministro del nuevo rey, y aunque la pareja tuvo ocho hijos tan solo María y su hermana menor Ana llegarían a la edad adulta. 


El rey Carlos II no lograba que su esposa, la católica Catalina de Portugal, engendrara un hijo y aunque había conseguido dejar embarazadas a la mayoría de sus numerosas amantes el esperado heredero no llegaba. El rey terminó por considerar que, probablemente, su hermano Jacobo, que en aquel momento era su heredero, acabaría por reinar en Inglaterra cuando él muriera y teniendo en cuenta que el duque de York y su esposa se habían convertido al catolicismo y que sus súbditos no estarían dispuestos a consentir que un católico ciñera la corona decidió que sus sobrinas, sobre todo María que era la mayor, fueran educadas en la fe anglicana y bajo su supervisión.


Jacobo II junto a su esposa e hijas


Para alejar a las niñas de la influencia católica de sus progenitores se las  trasladó a Richmond Palace, quedando al cuidado de la institutriz Lady Frances Villiers aunque, como es lógico, hacían visitas esporádicas a sus padres. La educación de María fue un poco más estricta que la de su hermana, con tutores privados que le enseñaron francés y religión además de danza, música , dibujo y todas aquellas materias que una dama debía saber. Ignoramos si la instruyeron en política, economía, relaciones internacionales y todos los conocimientos que podrían llegar a ser necesarios a una heredera al trono.


Cuando apenas contaba quince años, María, que se había convertido en una agraciada joven pues era alta, de grácil figura, larga melena y  piel  blanca y suave recibió una proposición de matrimonio. Su primo Guillermo, Príncipe de Orange y  Estatúder de Holanda,  que era hijo de la hermana de su padre y doce años mayor que ella, había puesto los ojos en su persona, probablemente, no tanto por su hermosura como por  intereses políticos. La protestante Holanda con Guillermo a la cabeza había firmado la paz con Inglaterra tras años de guerra e interesaba a Guillermo consolidar esta posición, sobre todo teniendo en cuenta que el rey de Inglaterra, Carlos II, continuaba sin hijos legítimos a los que dejar el reino.  


La boda se celebró en noviembre de 1677 y parece ser que María lloró desconsoladamente durante los días previos a su celebración e incluso el mismo día. No es de extrañar si pensamos en la poca edad de la princesa y en el aspecto del que iba a ser su esposo: de baja estatura ( María le sacaba 12 cm), encorvado, con dientes negros, nariz aguileña y además para que nada faltase a su natural atractivo, era de carácter malhumorado y taciturno. No era el príncipe azul con el que soñaba cualquier niña sino más bien una rana que no iba a cambiar de aspecto por muchos besos que ella intentara darle. Es de suponer que a la pobre María le costaría contener las lágrimas durante la "ceremonia del lecho" - aquella terrible costumbre de demostrar públicamente que el matrimonio se había consumado - a la que asistió toda la familia real incluido su tío el rey.


Guillermo, Príncipe de Orange


María se trasladó con su esposo a los Países Bajos y, para que no le faltaran motivos a la recién casada para sentirse desgraciada, la travesía fue espantosa. Un agitado mar la tuvo mareada durante todo el trayecto y además Rotterdam estaba cubierto de hielo y por lo tanto inaccesible. Tuvieron que desembarcar en un pequeño pueblo desde donde, y a través de los helados campos, fueron llevados hasta el palacio de  Huis Honselaarsdijk. La entrada oficial en La Haya la hicieron días después procesionando por la ciudad para ser vistos por todos  los ciudadanos que estuvieran dispuestos a desafiar al frío para conocer a la nueva princesa.


María era animada por naturaleza y también amable por lo que se ganó el afecto de los neerlandeses. No ocurrió lo mismo con su esposo que se mostraba hosco, frío y distante. Guillermo, como era de esperar, cumplió con sus obligaciones maritales y dejó embarazada a su esposa en varias ocasiones. Por desgracia las gestaciones acabaron en abortos y la ausencia de hijos fue la mayor fuente de dolor para María.


Cuando en 1685 muere Carlos II, el padre de María se convierte en rey de Inglaterra e Irlanda como Jacobo II y en rey de Escocia como Jacobo VII. Dado que Jacobo no había tenido hijos varones y que María era la mayor, quedaba claro para todos que solo ella era la legítima heredera, algo que tenía a su esposo muy contento. Guillermo se veía ya como rey de Inglaterra: estaba casado con María, era nieto de Carlos I y además era protestante.


Los católicos no eran bien tolerados en la Inglaterra del siglo XVII y como consecuencia tampoco Jacobo contaba con la simpatía y el cariño de sus súbditos ingleses. Cuando en 1688 la pareja real tuvo un hijo varón, Jacobo Francisco Eduardo, la consternación hizo temblar al Parlamento de Londres. Los rumores de que el pequeño príncipe sería educado como católico y de que Jacobo II planeaba volver a convertir Inglaterra en un país de esa religión corrían de boca en boca, y las sospechas de que tal plan fuera a llevarse a cabo se veían incrementadas cada vez que el rey nombraba a católicos para ocupar puestos clave del poder. El descontento aumentó cuando Jacobo II, que era un rey autoritario, suspendió al obispo de Londres -  anticatólico declarado - y promovió la " Declaración de indulgencia" como primer paso para restablecer la libertad de culto en Inglaterra. 




Tras el nacimiento del hijo varón del rey los ingleses ya no estuvieron dispuestos a esperar a que Jacobo muriera tranquilamente en su cama y un grupo de siete protestantes se dirigieron al extranjero en busca de soluciones. Así empezaría la llamada Revolución Gloriosa.


Guillermo de Orange, el esposo de María, la heredera hasta el nacimiento de su hermano, era la opción más lógica para sustituir a Jacobo II. Guillermo aceptó la invitación de los protestantes y se lanzó a la invasión desembarcando en Devon en noviembre de 1688. Sin aliados que le ayudaran Jacobo intento huir pero fue apresado. Guillermo, sintiéndose magnánimo, permitió que su suegro abandonara Inglaterra para refugiarse en Francia con su familia. El Parlamento registró la huida de Jacobo como una efectiva abdicación del rey.


La transición no fue fácil, la Cámara de los Comunes quería un gobierno conjunto de Guillermo y María y la Cámara de los Lores deseaba  que María gobernara en solitario para preservar la sucesión. A esta opción se negó  Guillermo que, dado su espíritu ambicioso, amenazó con marcharse y sembrar el caos. Finalmente el Parlamento decretó que ambos gobernarían conjuntamente. En abril fueron coronados en la Abadía de Westminster como Guillermo III y María II de Inglaterra.


Esta  Revolución Gloriosa - llamada así porque la violencia había sido mínima - supuso una autentica revolución política. En 1689 el Parlamento aprobó la "Declaración de derechos"  que tuvo como consecuencia que el sistema de gobierno pasaría a ser el de una monarquía constitucional. El Parlamento, a partir de ese momento, se constituiría  en  la máxima autoridad  tanto en la aprobación de leyes como en la recaudación de impuestos. En el documento también se especificaba la linea de sucesión que quedaría de la siguiente manera : tras la muerte de Guillermo o de María el sobreviviente seguiría reinando y serían herederos del Reino los hijos de ambos. En ausencia de los mismos lo sería Ana, la hermana de María, y después los hijos que ésta tuviere. Así pues en el ultimo lugar de la sucesión estarían los hijos que Guillermo hubiera podido tener de un matrimonio posterior a su viudez, caso de que ésta se produjera.




Ese mismo año Guillermo y María compraron  una mansión a un comerciante  en una de las zonas suburbiales de Londres : Notting Hill. La reconstruyeron y la transformaron en el Palacio de Kensington. María supervisó personalmente los jardines alrededor del palacio y además añadió huertos e hizo plantar naranjos en ellos. Esta residencia se convirtió en la favorita de la real pareja.


Guillermo estaba muy a menudo ausente de Inglaterra, bien luchando contra los jacobitas ( partidarios de Jacobo II) en Irlanda, bien en los Países Bajos luchando contra la católica Francia. Durante los periodos en los que su esposo estaba en Inglaterra María se dedicaba a las cosas que parecían interesarle, como la jardinería, el coleccionismo y sobre todo a intentar mejorar el estado moral de sus súbditos. Apoyó la creación de la Sociedad para la Reforma de las Costumbres pretendiendo de ese modo que disminuyera la embriaguez, la prostitución y que se respetaran los domingos. También se involucró en los nombramientos de Obispos y Arzobispos de la Iglesia Anglicana. La fundación del enorme Hospital Real de Greenwich en 1692, creado para atender a los marineros heridos en las batallas, fue otro de sus logros. Esta   humanitaria y piadosa faceta  de María gustaba mucho a sus súbditos protestantes que, tras tres reinas  extranjeras y católicas, celebraban el hecho de que su actual monarca fuera  inglesa y protestante.


 



Durante las ausencias de Guillermo María se trasformaba  ya que era a ella a quien correspondía ejercer el poder real y parece ser que era una gobernante firme a la que no le temblaba el pulso aunque tuviera que enfrentarse a su propia familia.


La real pareja consiguió que la ausencia de amor se trasformara en una amistad firme y duradera a pesar de las notorias infidelidades de Guillermo, a quien se le contabilizaron algunas amantes. Si bien no había romanticismo en el matrimonio, los reyes lograron formar un buen equipo en lo político. Hasta el punto de que Guillermo llegó a decir que " Él debía conquistar enemigos y ella debía ganar amigos" (Starkey). La ausencia de hijos fue, tal vez , la mayor frustración que sufrieron ambos.


En 1694 una epidemia de viruela sembró de luto Inglaterra, se contabilizaron mas de 1300 víctimas reconocidas y entre esas víctimas estaba María. A pesar de su juventud, de su aspecto saludable, de sus frecuentes caminatas entre los palacios de Whitehall y Kensington y de los cuidados del eminente médico real John Radcliffe, la enfermedad se cebó en ella con especial virulencia hasta causarle la muerte.


María II murió en la mañana del 28 de diciembre de 1694, un día tan gélido que hasta el Támesis apareció congelado. Tenía 32 años.


María reino durante poco más de cinco años. Durante éste tiempo consiguió el cariño y el respeto de la mayoría de los protestantes pero no sucedió lo mismo con los católicos y los jacobitas que la consideraron una usurpadora que había ido contra la voluntad de su padre y por lo tanto había pecado contra el quinto mandamiento. Algunos llegaron a decir que la ausencia de hijos era en realidad un castigo de Dios. 


Es difícil llegar a comprender los sentimientos de una adolescente que con apenas quince años es obligada a casarse en contra de su voluntad, a dejar todos sus vínculos familiares, a adquirir nuevas costumbres y hábitos, a tener que  aprender a explorar los gestos y las miradas de quienes la rodean para poder analizar y encontrar a sus enemigos, a encallecer sus sentimientos en pro de lo que en su día le dijeron que era su deber.


María II fue embalsamada y enterrada en marzo de 1695 en la  Abadía de Westminster. A su funeral acudieron todos los miembros de ambas Cámaras del Parlamento. Durante la ceremonia se pudo escuchar "Música para el funeral de la reina María", compuesta por Henry Purcell, organista de la Capilla Real y uno de los mejores compositores ingleses.














sábado, 10 de febrero de 2024

Alejandro Mountbatten



 






En 1886 nacía Alejandro, primer hijo de la princesa Beatriz del Reino Unido y de su esposo Enrique de Battenberg. Al igual que el resto de sus hermanos nació en el país de su madre y bajo la tutela y el amparo de su abuela la reina Victoria I, la cual, para dar su permiso al enlace de la más pequeña de sus hijas con un miembro de “rango menor” del Ducado alemán de Hess-Darmstadt,  puso como condición que el matrimonio viviera a su lado. Alejandro, al que la familia llamaba Drino, estudió primero en el Stubbington House School y después completó su educación en el Wellington College, que había sido inaugurado años antes por su abuela.

Como algo había que hacer con el muchacho, que al fin y al cabo era nieto de la reina y por tanto pertenecía a la realeza británica, Drino ingresó, como cadete, en 1902 en la Royal Navy con poco más de dieciséis años y unos meses después lo hizo en la escuela de cadetes del MSD Britania. En la Royal Navy permaneció hasta 1908. Después de esa fecha se uniría al ejercito británico. No sabemos si su paso por la Marina británica marco su carácter o si llegó a suponer una  fuerte impresión afectiva perdurable a lo largo de los años, lo que si sabemos es que le llevó a convertirse en uno de los primeros miembros del The Castaways' Club, un lugar exclusivo donde los oficiales de la Navy podían reunirse y continuar en contacto aunque sus destinos  ya se hubiesen separado. Con  el tiempo 

más miembros de su familia se irían incorporando, incluido el príncipe Felipe de Edimburgo.







La  única hermana de Alejandro, Victoria Eugenia de Battenberg, se había casado con el rey de España y tanto Drino como sus dos hermanos la visitaban con frecuencia pasando largas temporadas en el Palacio Real, en La Granja y  también en Santander. Alejandro se convirtió en una persona muy cercana a Alfonso XIII, de hecho formaba junto a  los primos del rey, Fernando de Baviera y Alfonso de Orleáns, su núcleo más próximo. 

  
En el ejército británico llegaría a alcanzar el grado de capitán en 1915 siendo adscrito al Estado Mayor para actuar como Ayudante de Campo adicional. La Primera Guerra Mundial había comenzado un año antes. Alejandro combatió en Europa y Mauricio, su hermano  menor, cayó en el frente de Yprés en Bélgica. Alejandro sabía, teniendo en cuenta su origen alemán, que muchos de sus familiares combatían en el lado opuesto  algo que, imaginamos, debía ser difícil de asumir.

En el Reino Unido, dados los constantes bombardeos por parte del ejército alemán se había desatado un fuerte sentimiento antigermánico. El 13 de Junio de 1917 las bombas que cayeron durante el día  sobre una escuela de Londres causaron la muerte a 18 niños. El bombardero  que lo causó se llamaba Gotha. Esta situación precipitó la decisión del rey Jorge V de cambiar su apellido, Sajonia-Coburgo-Gotha, por otro que sonara totalmente británico y así fue como la Familia Real pasó a denominarse Windsor. El propio rey instó a sus familiares a cambiar sus apellidos alemanes para darles un aspecto británico y a partir de ese momento los Battenberg pasaron a apellidarse Mountbatten, que significaba lo mismo pero en inglés.

La renuncia al apellido Battenberg había supuesto para Alejandro la renuncia a sus títulos y al tratamiento que pudiera corresponderle del ducado del que provenía su padre y como compensación el rey Jorge V tuvo a bien concederle los títulos de Marqués de Carisbrooke, Conde de Berkhamsted y Vizconde Launceston. Así pues ganó con el cambio puesto que los títulos alemanes poco le proporcionarían en el futuro.


Un mes después de los trágicos hechos que propiciaron el cambio de apellido de los Sajonia-Coburgo-Gotha y de los Battenberg, Alejandro contraía matrimonio en la Capilla Real  del Palacio de St. James con  Lady Irene Denison, única hija del conde de Londesborough. La boda fue sencilla y sin recepción después de la misma ya que los tiempos  no estaban para festejos pero no por ello estuvo exento el enlace de la presencia del rey y de gran parte de la familia real.

  






 

Alejandro continuó en la Guardia de Granaderos hasta junio de 1919, fecha en la que habiendo finalizado la guerra presentó su renuncia pasando a la Reserva General de Oficiales. Fue en esa misma época cuando dejó embarazada a su esposa de la única hija que tendrían.

 

A partir de ese momento, Alejandro inició su andadura por el mundo de los negocios y según parece lo hizo con cierto éxito y recorriendo distintos aspectos del espectro comercial. Se inició en la casa bancaria de Lanzard Brothers, más tarde fue director de Lever Brothers después de lo cual trabajó en la Metropolitan Housing Corporation, haciéndose cargo de la labor social relacionada con las fincas que ésta controlaba. Todo ello le proporcionó un prestigio en el mundo empresarial. El prestigio en la alta sociedad británica ya lo tenía ganado y se debía  al hecho estar emparentado con la Familia Real y de ser cuñado del rey de España.


Alejandro era un hombre al que gustaba la notoriedad y el boato y de hecho jamás se perdió la inauguración anual al Parlamento, lo cual le permitía desfilar luciendo pomposamente la túnica parlamentaria.


 


 





También Irene, su esposa, procuraba ser el centro siempre que participaba en actividades de la alta sociedad. Trabajó en numerosos comités de recaudación de fondos con fines caritativos y en todos los eventos que con tal fin se realizaban. Le gustaba el golf y se unió a la Asociación Parlamentaria de Golf Femenino. Su amor a los animales también la llevaría a participar en todos los eventos sociales con ellos relacionados. Mantenía una gran cercanía con el rey Jorge V y la reina María, lo cual también la tenía sumamente entretenida.


Se decía que tanta actividad era una manera de "hacer la vista gorda" ante las aventuras homosexuales de su marido. Siempre había habido rumores sobre la sexualidad de Alejandro, rumores que, en aquellos años, se intentaban acallar con un matrimonio aunque, claro está, no siempre se consiguiera. Hay, no obstante, pocas pruebas de que realmente existieran esas relaciones si exceptuamos los diarios publicados por Cecil Beaton en los que afirmaba que durante muchos años Alejandro fue el amante del anticuario Simon Fleet. 

 

Cuando dió comienzo la Segunda Guerra Mundial Alexander tenía 50 años a pesar de lo cual se unió a la Reserva de Voluntarios de la Royal Air Force, llegando a ser Comandante en Jefe del Comando de Cazas de la RAF. Renunció al cargo unos meses antes de la finalización de la guerra.




 


 

Los años que siguieron al final de la contienda los pasaron los Carisbrooke haciendo aquello que más les gustaba a ambos: lucirse en eventos y acudir a fiestas hasta que llegó el día en que la vida empezó a darles esos momentos de amargura de los que casi nadie se libra. En 1953 Alexander sufrió un coágulo cerebral del que parece que fue intervenido quirúrgicamente con éxito. Tres años después fallecía su esposa y aunque la relación entre ellos había sido un tanto peculiar parece ser que Alejandro pasó parte de su tiempo diseñando los nichos en los que ambos descansarían en la Capilla Battenberg de la isla de Wight.







Alejandro Mountbatten, marqués de Carisbrooke falleció en febrero de 1960 en el Palacio de Kensington a consecuencia de un derrame cerebral, tenía 73 años. Su hija Iris, que vivía en Canada, acababa de llegar a Londres para asistir a otro sepelio de la Familia Real lo cual le permitió asistir a las exequias por su padre aunque, por desgracia, no pudo ver a su progenitor con vida.


La personalidad de Alexander quedó seguramente marcada por el hecho de ser medio alemán, medio británico. Una dualidad que se vería acrecentada por dos guerras en las que, sirviendo a su país, se enfrentaba a un ejercito en cuyas filas sabía que estarían algunos de sus parientes. Su deseo de pompa y boato, de figurar con notoriedad en cualquier acto, podría explicarse por el hecho de que muchos de sus primos eran príncipes herederos de reinos europeos. Su misma hermana se había casado con un rey y él, que no recibía asignación real, había tenido que conformarse con formar parte del ejército británico y dedicarse al comercio para poder mantener lo que Alexander consideraba el "mínimo status" que le correspondía. Sea como fuere intentó disfrutar de aquellas cosas que la vida, por su posición y por su trabajo, le proporcionó.

 

Fue enterrado en la Capilla Battenberg en la isla de Wigth.




 

martes, 12 de diciembre de 2023

Guillermo IV del Reino Unido

 





Guillermo nació  en el palacio de Buckingham un día de agosto de 1765. Era el tercero de los quince  hijos del rey Jorge III y de Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, por tanto existían pocas posibilidades de reinar y esa fue la razón por la cual ingresó en la Royal Navy con tan solo trece años. No debió irle mal en la marina puesto que, 8 años después, ya poseía el nombramiento de capitán.


Guillermo ambicionaba algo más que seguir escalando en el escalafón de la Royal Navy y por ello presionaba a su padre para que le fuera concedido un ducado. Consideraba el príncipe que sus dos hermanos mayores, Jorge y Federico, ya habían recibido sendos ducados y que él también tenía derecho a percibir uno junto con las prebendas que tal dignidad significaban.


Dos años después, en 1789, su padre le  concedió el ducado de Clarence y de St Andrews y  había pasado tan solo un año de su recién estrenado titulo de duque cuando dejó el servicio activo en la Marina, retirándose como Almirante de la misma.


Fue en esta época cuando conoció a la actriz Dorotea Jordan y dado que, al parecer, Guillermo era rápido en tomar decisiones se convirtió en su amante y empezó a convivir con ella apenas un año después. Esta situación, que se prolongó durante veinte años, no parecía importar demasiado a la Familia Real puesto que, en aquel momento, se consideraba que había suficientes herederos a la corona como para no tener que esperar que un matrimonio legal de Guillermo fuera necesario. La actriz y el duque vivieron por tanto en dulce armonía cuidando de los hijos que iban naciendo fruto de una relación que se demostró prolífica ya que  llegaron a  engendrar diez vástagos, cinco varones y cinco hembras. A todos ellos se les dio el apellido de FitzClarence .


Dorotea Jordan


En 1811 la relación de Guillermo y Dorotea se rompe definitivamente. A ella se le asigna una cuantiosa pensión que sería vitalicia siempre y cuando no volviera a subirse a un escenario. Los hijos quedarían bajo la supervisión de Guillermo.  Dorotea no cumplió con el compromiso acordado y  reanudó su carrera de actriz creyendo que a nadie tendría por qué importar lo que ella hiciese y que por lo tanto nada habría de sucederle. Se equivocó, se le retiró la asignación prometida, como consecuencia, y para seguir manteniendo el estatus al que ya se había acostumbrado, se endeudó y huyendo de sus acreedores acabó en Francia, sola y arruinada.


Es probable que en esta ruptura  lo más determinante no fuera el desamor y que intervinieran otros factores entre los que, salvar la dinastía, sería uno de los prioritarios. La enfermedad mental de Jorge III había ocasionado que, justamente en 1811, el príncipe de Gales, hermano mayor de Guillermo se convirtiera en Regente del Reino, situación que se prolongaría hasta 1820, fecha en la que fallece Jorge III y sube al trono el Regente como Jorge IV.

La única hija del nuevo rey, Carlota, había fallecido en 1817 lo que convertía a Federico, el hermano de Guillermo, en heredero a la Corona y a este último en segundo en la linea de sucesión. Como Federico no tenía hijos y además estaba separado de su esposa lo que hacía más impensable que los tuviera, al menos legítimos y por lo tanto con derechos sucesorios había que buscar y pronto una esposa para Guillermo y ésta debía ser lo suficientemente joven como para asegurar una nutrida descendencia que, llegado el caso, diera continuidad a la dinastía.


La candidata elegida fue Adelaida de Sajonia-Meiningen, hija de los duques de un pequeño estado germano y de tan sólo 25 años de edad. Todo el mundo consideró que la futura esposa de Guillermo era lo suficientemente  joven como para dar varios hijos al príncipe puesto que aunque éste contaba ya con 52 años había dado muestras más que suficientes de fertilidad.


Adelaida de Sajonia-Meiningen. W. Beechey


Adelaida, acompañada por su madre, viajó a Inglaterra para la boda aunque todavía no había conocido al príncipe lo cual, en aquellos años y tratándose de la monarquía, no tenía demasiada importancia. El matrimonio se celebró en  agosto de 1818 y fue una boda doble puesto que en el mismo acto también se desposaron el hermano menor de Guillermo, el príncipe Eduardo, con Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. Probablemente los asesores de palacio ocupados en las cuestiones sucesorias debieron considerar que la descendencia quedaba así asegurada por partida doble por si uno de los matrimonios no veía cumplida su misión de engendrar hijos para el Reino.


A pesar de la diferencia de edad el matrimonio de Guillermo y Adelaida fue relativamente feliz. Ella tuvo una influencia muy positiva sobre un Guillermo muy dado a los excesos sobre todo al alcohol al que fue bastante adicto desde su juventud en la Marina.


Adelaida quedo embarazada enseguida pero siete meses después de la boda dió a luz a una hija prematura que apenas viviría unas horas. Después de esto tendría un aborto, luego una niña que llenó de esperanza a sus padres pero que murió a los tres meses de nacer y finalmente alumbró a dos hijos gemelos que nacieron muertos. Las esperanzas de dar un heredero a la Corona se fueron disipando y cuando su hermano Federico murió en 1827, Guillermo se convirtió en en el heredero al  trono. No parecía probable que Guillermo y Adelaida pudieran dar un heredero al trono y como el hermano menor de Guillermo, el príncipe Eduardo, había fallecido en 1820 tan solo un año después de que naciera su hija Victoria , los ojos de todos se volvieron hacia esa niña, intuyendo que sería la próxima reina del Reino unido.


En 1830 muere Jorge IV y Guillermo asciende al trono como Guillermo IV siendo coronado en la Abadía de Westminster, tenía 64 años. Al contrario que a su hermano al nuevo rey no le gustaban ni la pompa ni el boato, prefirió continuar viviendo en su residencia de Clarence House antes que trasladarse al inmenso Buckingham Palace y además le encantaba pasear por Londres sin escolta, todo lo cual provocó una gran simpatía entre sus súbditos.


Coronación de Guillermo IV. D. Wilkie


Guillermo reinó durante un breve periodo de tiempo, pero durante el mismo se produjeron reformas trascendentales, la primera y de gran importancia,  puesto que introdujo cambios en el sistema electoral de Inglaterra y Gales, fue la Ley de Reforma de 1832. Gracias a ella se otorgó más  representación a las ciudades y se abolieron aquellas zonas de pequeños distritos donde un diputado podía ganar un escaño simplemente pagando por los votos o extorsionando o abusando de aquellos que no le votaran. Se consiguió de este modo que el nivel de corrupción disminuyera y que  el sistema electoral empezara a reflejar los cambios demográficos y sociales que se estaban produciendo.


Hubo otras reformas importantes durante su reinado. De ellas cabria destacar: La abolición de la esclavitud en el Reino Unido, La prohibición del trabajo infantil en las fábricas y la Protección legal de los pobres.


En la política exterior Guillermo demostró, en algunos momentos, ser un astuto diplomático. Aunque en 1830 la construcción del Canal de Suez era tan solo un proyecto Guillermo se dió cuenta de que tener unas buenas relaciones con Egipto sería importante para Gran Bretaña una vez que éste se hubiera construido. Se dedicó también a reparar las relaciones angloamericanas, tan dañadas por sus predecesores y que él consideraba importantes para el futuro del Reino.


La quema del Parlamento. J. Turner


Durante su reinado se produjo un importante desastre pues un  pavoroso incendio destruyó el antiguo palacio que había albergado las Casas del Parlamento desde 1512. Del devastado panorama que se vió una vez extinguido el incendio surgiría el actual Palacio de Westminster con toda su belleza arquitectónica. El rey no pudo verlo terminado.


Las dolencias de Guillermo se agravaron a comienzos de junio de 1837. El rey sufrió una larga agonía que se prolongó por 10 días en los cuales estuvo siempre acompañado por su esposa Adelaida. Finalmente murió por  insuficiencia cardiaca en el castillo de Windsor.


Guillermo IV fue enterrado en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor el 8 de julio de 1837.

viernes, 29 de septiembre de 2023

María de Teck

 






Victoria María de Teck, May para la familia y allegados, nació en el Palacio de Kensington en Londres. Era hija de Francisco, duque de Teck y nieta de Alejandro de Wurtemberg, aunque el matrimonio morganático de éste dejaría a sus descendientes sin posibilidades de aspirar a reinar  en el, en aquellos años, Reino de Wurtemberg. La madre de May era la princesa María Adelaida de Cambridge, nieta de Jorge III, poco atractiva, obesa y con pocos recursos, aunque éstos eran superiores a los de su pretendiente, Francisco. Se casaron porque a ambos parecía convenir el matrimonio. Por todo lo expuesto queda claro que May venía al mundo en un hogar con ingresos modestos comparándolos con los de sus familiares y amigos. Su madre recibía 5000 libras anuales del parlamento para cumplir con algunos compromisos reales y la reina Victoria I, aunque nunca les dio dinero, si les concedió un departamento en el palacio de Kensington, para que vivieran. 


Lo malo era que la madre de May, tenía gustos caros y extravagantes y era aficionada a las fiestas con lo cual las deudas familiares fueron creciendo y esto obligó a los Teck a salir del país para evitar a los acreedores y poder "economizar". Viajaron por toda Europa visitando a todos sus parientes y pasaron algún tiempo en Florencia, tiempo en el cual May pudo disfrutar del arte que impregna toda la ciudad. Tras los años pasados  en el exilio, regresaron, según parece, más comedidos. 


María de Teck con su madre


Los Teck tuvieron cinco hijos de los cuales May era la mayor y también la única hija. Según sus biógrafos, María, recibió una educación muy completa y también muy estricta. Además era discreta, tenía mucho tacto y una gran firmeza de carácter. No sabemos si el hecho de tener que lidiar con cuatro hermanos varones más pequeños que ella, tuvo una influencia decisiva en todas  las virtudes que se le atribuyen.


La reina Victoria I sentía un gran aprecio por May, le gustaba su carácter fuerte, su diplomacia y su sentido del deber y pensó que podría ser la esposa ideal para su nieto Alberto Victor, hijo del Príncipe de Gales y por lo tanto segundo en la linea de sucesión al trono. La reina tenía muy claro que Alberto Victor era un hombre de poca inteligencia, poca predisposición al trabajo y al esfuerzo y bastante disoluto en sus aficiones. Por todo ello y considerando que May poseía las virtudes que a su nieto le faltaban decidió auspiciar el enlace de la pareja y en diciembre de 1891 se anunció el compromiso.


La boda no llegaría a realizarse porque seis semanas después de oficializarse el noviazgo Alberto Victor moría a causa de una neumonía. Pero, dado que la reina Victoria I seguía considerándola una persona idónea para convertirse en un lejano día en reina consorte del Reino Unido, no tardó en propiciar las relaciones de su nieto Jorge, hermano del anterior, y nuevo segundo miembro en  la linea de sucesión, con María. Esta vez si que parece que el destino se posicionó del lado de May y ambos jóvenes se enamoraron profundamente y se comprometieron  una vez el periodo de luto por Alberto Victor hubo finalizado adecuadamente.


María de Teck y el duque de York el día de su boda


Se casaron pocos meses después, en 1893, y María se convirtió en duquesa de York. Como el amor parece ser que no faltaba los duques de York tuvieron seis hijos. Dicen que fue una madre cariñosa y preocupada por la educación de sus vástagos pero que sus deberes oficiales ocupaban casi todo su tiempo. 


Cuando en 1901 muere la reina Victoria, su suegro es coronado rey como Eduardo VII y los duques de York se convierten en príncipes de Gales como herederos al trono. Lógicamente el poco tiempo que May podía dedicar a sus hijos mermó proporcionalmente a lo que aumentaron sus deberes oficiales.


El reinado de Eduardo VII duró apenas diez años y en junio de 1911 un mes después de la muerte de su suegro, su esposo fue coronado como Jorge V y ella como reina consorte.


El rey Jorge V y la reina María con sus hijos


Los años que siguieron a la coronación no fueron fáciles. La Primera Guerra Mundial estalló en 1914 cuando Austria-Hungría, tras el asesinato del heredero al trono de su imperio, declaró la guerra a Serbia. Un mes después  Alemania que era uno de los aliados del país invadido como miembro de las llamadas Potencias Centrales, entró también en el conflicto. La respuesta de los países que formaban la llamada Triple Entente y entre los que se encontraba Gran Bretaña, no se hizo esperar. La guerra se extendió como una mortífera mancha de aceite por toda Europa y más tarde otros países, como Estados Unidos, también formarían parte del conflicto.


Antes de que se iniciara la Guerra, Londres era considerada como el mayor exponente de la economía mundial  pero, la revolución industrial que conllevó nuevos sectores de producción, nuevas fuentes de energía y nuevas formas de organización del trabajo hizo surgir nuevas potencias industriales, como Estados Unidos y Japón, al mismo tiempo que otras industrias, como la alemana, con mayor modernización y más competitiva  ganaban  el terreno económico a la Gran Bretaña. 




Con la Primera guerra Mundial la Familia Real británica se vio en un serio conflicto. Entre la población se había instaurado un profundo sentimiento antigermánico y no hay que olvidar que debido al matrimonio de la reina Victoria I con un príncipe alemán la familia pertenecía a la Casa Sajonia-Coburgo y Gotha y de hecho el emperador Guillermo II de Alemania era primo del rey. Así pues, en 1917 y para apaciguar cualquier conato de animadversión por parte de los nacionalistas británicos el rey Jorge V decidió cambiar el nombre alemán de la familia y a partir de ese momento pasaron a ser la Familia Real Británica de la Casa Windsor. Además todos aquellos miembros de la realeza que tuvieran apellidos alemanes deberían traducirlos para adaptarlos a la lengua inglesa.


Durante la guerra la reina Maria, acompañada muchas veces por su hija realizaba visitas a hospitales, fábricas y unidades militares para animar a las tropas y elevar su moral. May también instauró en palacio una economía férrea acorde con los tiempos que corrían y con los sacrificios que la población se veía obligada a hacer por lo que, según parece, se racionaron los alimentos que se consumían. A pesar del peligro existente puesto que Alemania bombardeaba Londres y las ciudades cercanas primero con zepelines y después con aviones Gotha, nadie de la Familia Real abandonó Londres.


La reina María y su hija


El final de la Primera Guerra Mundial  tras la derrota de Alemania trajo consigo un declive económico y una alta tasa de desempleo y también un desequilibrio en el número de habitantes por género. Casi un millón de hombres británicos murieron en la guerra y por tanto el número de mujeres era mucho más elevado que el de hombres.


Pocos meses después de finalizada la guerra los reyes se enfrentaron a un drama familiar: la muerte del menor de sus hijos, el príncipe Juan con tan solo trece años. La reina Maria describió esta muerte como un golpe muy doloroso y difícil de llevar, aunque la relación con el pequeño, que padecía epilepsia, había sido bastante exigua ya que el niño vivió, desde que se le diagnosticó la enfermedad recluido en Wood Farm, cerca de Sandringham House, al cuidado de una niñera y de un tutor.


Fueron años de cambios sociales y de gran turbulencia política. El rey Jorge aconsejado por sus asesores no tuvo más remedió que acomodarse a la nueva situación, abandonar el aislamiento social en el que vivía, rodeado tan solo de aristócratas y oficiales del ejercito y hacerse visible acercándose al pueblo y a los problemas de una sociedad que sufría la gran crisis económica de los años veinte. En todo este proceso fue acompañado y ayudado por la reina María.


El rey Jorge VI y la reina Isabel


El rey Jorge, fumador empedernido sufría por ello enfermedad pulmonar obstructiva crónica y su salud estaba muy deteriorada. Durante su enfermedad, que duró bastantes años con altibajos en su estado de salud, la reina May estuvo a su lado hasta que, finalmente, en 1936 quedo viuda convirtiéndose a partir de ese momento en la "Reina Madre", puesto que el mayor de sus hijos sería coronado como Eduardo VIII. La reina María le brindó todo su apoyo hasta el momento en que el nuevo rey creó una crisis constitucional expresando su deseo de casarse con una norteamericana divorciada dos veces y totalmente inadecuada, según la propia expresión de la reina madre, para el alto rango que su hijo pretendía otorgarle. Eduardo VIII abdicó y la reina María jamás perdonó un acto que, para ella, tan convencida de que el deber de un rey estaba por encima de cualquier sentimiento personal, resultaba incomprensible.


Eduardo y Wallis el día de su boda


Su segundo hijo subió al trono como Jorge VI y, como no podía ser de otra manera, obtuvo todo el apoyo de su madre que, además, se involucró mucho en la educación de sus nietas, sobre todo de la mayor, Isabel, consciente de que un día esa niña se convertiría en reina.


Durante la Segunda Guerra mundial y a instancias de su hijo, el rey Jorge VI, la Reina Madre fue evacuada de Londres para irse a vivir a Badminton House. Allí sufrió otro de los grandes dolores que le deparó la vida, la muerte del menor de sus hijos, el príncipe Jorge, duque de Kent, en un accidente aéreo mientras estaba de servicio en la Royal Air Force.


La reina madre María con sus nietas Isabel y Margarita


La afición al coleccionismo de la reina Maria era bien conocida y temida por todos los anticuarios y  también por aquellos nobles cuyas casas visitaba  y que temblaban ante la idea de que algo se le antojara a la monarca y no tuvieran más remedio que regalarle el objeto. Lo cierto es que la reina May era inteligente y como toda persona inteligente supo rodearse de buenos asesores: galeristas, bibliotecarios, directores de casas de subastas, etc. De todos ellos aprendía y con casi todos  negociaba. Puso en orden las colecciones reales y se preocupó en buscar las piezas que pudieran faltarle para llegar a completarlas.


En opinión de algunos la reina May era cleptómana pero lo cierto es que aunque la reina en su faceta de coleccionista  pudo tener algunas tácticas un tanto agresivas, no hay pruebas de que llegara a ser una ladrona aunque dichas tácticas si podrían haber constituido un abuso de poder. Los expertos en esta monarca, incluidos Edwards y Vickers, no consideran que fuese cleptómana sobre todo teniendo en cuenta que la cleptomanía consiste en hurtar objetos de forma impulsiva, disimulada y obsesiva y no parece que esa fuera la forma en la que la reina María se apropiaba de objetos para su colección.


En 1952 el rey Jorge VI murió ascendiendo al trono su hija, la  nieta  de May, con el nombre de Isabel II. En ese momento se dio la circunstancia de que en el Reino Unido existían dos Reinas Madres, aunque esta situación duró muy poco tiempo.


Isabel II



Apenas un año después de estos hechos la enfermedad de la reina May fue en aumento, padecía un cáncer de pulmón y, según parece, su corazón también sufría las consecuencias de su afección pulmonar. Murió la noche del 24 de marzo de 1953, según la versión oficial mientras dormía en la residencia de Marlborough House y a causa de problemas “gastricos”.  Tenía 85 años. Fue enterrada con todos los honores en Capilla de St. George, en el castillo de Windsor, junto a su esposo.

 

No pudo ver coronar a su nieta.


De aspecto soberbio y altivo, María de Teck consideraba que el haber sido elegida como reina consorte de un Imperio era no solo un privilegio sino también un deber ineludible. Puso en orden sus prioridades: primero sus obligaciones para con la monarquía, después  su matrimonio y por ultimo sus hijos. Tal vez fuera una madre fría y distante pero no indiferente si tenemos en cuenta el sufrimiento que las muertes de sus tres hijos le produjeron.  Su sentido del deber, su estoicidad y su invencible sentido de lo que era correcto en las formas impidieron, tal vez, que expresara sus sentimientos y que éstos pudieran ser apreciados por la gente.