Isabel de Aragón
La primera hija de los Reyes Católicos nació en el palacio de los Acuña en la población de Dueñas, Palencia, el 2 de Octubre de 1470.
Como era natural tratándose de una hija de la Reina su educación fue exquisita. Además de educarla en las ocupaciones propias de una dama, tales como los bordados y la música, se le dio una formación en latín, literatura y los textos religiosos. Era una niña hermosa y sana y fue nombrada Princesa de Asturias hasta que el nacimiento de su hermano Juan la desplazó al segundo lugar de la línea sucesoria.
En 1479 los Reyes Católicos por un lado y el Rey Alfonso V de Portugal, junto a su heredero el Príncipe Juan por el otro, firman el tratado de Alcaçobas. En este tratado por el cual se ponía fin a la guerra entre los Reinos de Castilla y Aragón y el Reino de Portugal se sentaban también las bases para el reparto de los territorios y futuras conquistas en el océano Atlántico. Paralelamente al tratado se firmaron las “Tercerías de Moura”. En ellas se acordaba que la rival de la Reina Isabel al trono de Castilla, Juana - apodada “la Beltraneja,”- renunciaría a todos sus títulos castellanos y podría optar por ingresar en un convento o casar con el heredero de los reyes Católicos cuando éste cumpliera los catorce años y si él así lo decidía. Juana opto por ingresar en un convento.
También se acordaba en las Tercerías de Moura el matrimonio de la Infanta Isabel con D. Alfonso, hijo del heredero al trono portugués Juan II y la entrega por parte de los Reyes Católicos a su hija de una enorme dote cuya finalidad no era otra que la de compensar a Portugal por los gastos que la guerra le había ocasionado. Según este acuerdo y dado el carácter político del mismo, ambos prometidos, prácticamente en calidad de rehenes, debían permanecer “custodiados” hasta el día de su matrimonio. Así se hizo y la Infanta paso a estar bajo el cuidado de su tía-abuela, Beatriz, pasando a residir en Portugal. Sin embargo y por distintos motivos, esta cláusula de las “tercerías” se abandona en 1483. Isabel regresará a la corte itinerante de sus padres para preparar tranquilamente su boda y a la espera de que su prometido- cinco años menor que ella- cumpla los catorce años.
En abril de 1490 y en la catedral de Sevilla se efectuará el matrimonio por poderes de la Infanta Isabel y del Príncipe Alfonso. Tras las fastuosas celebraciones que se realizaron por el enlace los Reyes Católicos acompañaron a su hija hasta Constantina y allí la despidieron continuando la infanta con un nutrido séquito de la más alta nobleza castellana hasta Badajoz donde, Rodrigo de Pimentel, Pedro Portocarrero y Rodrigo de Ulloa entre otros, la entregarían a D. Manuel, primo del Rey de Portugal y al que había sido encomendada la misión. Poco podía imaginar la Infanta española lo que el destino le depararía respecto a D. Manuel.
Desde Badajoz la nueva comitiva se encaminó hacia Estremoz donde tendría lugar el encuentro de los nuevos esposos ya que el Príncipe estaba ansioso por conocer a Isabel. No quedaron defraudados ninguno de los dos. Alfonso e Isabel, no solo se gustaron sino que se enamoraron profundamente.El viaje continuó hasta Evora en cuya catedral se celebraría la boda. Los festejos que siguieron fueron descritos por los cronistas de la época como el mayor acontecimiento vivido en esos años.
Tras los esponsales los Príncipes realizaron distintas visitas a ciudades portuguesas como Viana y en todas ellas se le homenajeaba con fiestas y celebraciones. En Junio de 1491 y cuando apenas llevan seis meses casados la desgracia entra en sus vidas, el Príncipe Alfonso sufre una caída del caballo a consecuencia de la cual muere.
Isabel de Aragón
Isabel queda destrozada y regresa a la corte de sus padres. Martir de Anglería nos dice "Tanta es su modestia, tanta su castidad de viuda que no ha vuelto a comer en mesa después de la muerte de su marido, ni ha gustado ningún manjar exquisito". Corta sus cabellos rubios, viste con una túnica y a partir de entonces comenzará a llevar una vida austera y profundamente religiosa. Finalmente comunica a sus padres su deseo de tomar los hábitos y dedicarse por completo a la oración. Pero, los planes de los Reyes Católicos eran otros y no estaban dispuestos a abandonar su política matrimonial en busca de mejores aliados para sus Reinos.
Juan II de Portugal muere en 1495 y dado que su único hijo legitimo, Alfonso, ya había muerto, la sucesión al trono de Portugal recaerá en su primo D. Manuel. Dada la nueva situación, los Reyes Católicos ofrecen a Manuel I la mano de su hija María puesto que interesaba y mucho afianzar los vínculos con Portugal pero el Rey portugués había quedado muy impresionado con la belleza de la Infanta Isabel cuando la conoció y además, Isabel seguía siendo la segunda en la línea sucesoria al trono de Castilla y Aragón por lo que rechazó casarse con María y propuso hacerlo con la viuda Isabel.
La Infanta que no deseaba este matrimonio y que seguía con el deseo de profesar en un convento, no quiso desobedecer a sus padres pero impuso una condición: que los judíos que no se convirtieran fueran expulsados del Reino de Portugal. La condición se cumplió y la Infanta accedió a la boda.
Se dispone que el matrimonio se celebre el 30 de septiembre y los reyes Católicos acompañan a su hija hasta Valencia de Alcántara para entregarla al Rey portugués y celebrar los esponsales pero, la desgracia aparece de nuevo en la vida de esta infortunada Infanta. Durante los primeros días de octubre fallece su hermano Juan, el Príncipe de Asturias, heredero de los Reinos de Castilla y Aragón.
Manuel I de Portugal- H. Ferreira
Esta baza del destino coloca a Isabel en el primer lugar a la sucesión de la Corona de Castilla y Aragón. La nueva Reina de Portugal se dirige con su esposo a Toledo, donde en abril de 1498 será jurada como Princesa de Asturias. Fernando el Católico, por su parte, reúne a las cortes aragonesas en Zaragoza para lograr que su hija sea jurada también como heredera al Reino de Aragón y hacía allí se dirige la comitiva real ese mismo verano.
Se encontraba Isabel en avanzado estado de gestación y estos continuos viajes la tenían extenuada. El 23 de agosto y encontrándose en el Palacio Arzobispal de Zaragoza se pone de parto, alumbra un varón y la alegría de su esposo Manuel I y de los Reyes Católicos es inmensa, pero dura escasos minutos. Isabel sangra copiosamente y los médicos que la atienden son incapaces de frenar la hemorragia. Isabel muere a consecuencia de esta hemorragia cuando apenas había transcurrido una hora desde el nacimiento de su hijo. Tenía 28 años.
Los restos mortales de Isabel de Aragón, primogénita de los Reyes Católicos, Reina de Portugal, Princesa de Asturias y pretendida heredera al trono de Aragón, serían inhumados en el convento de Sta Isabel de los Reyes, en Toledo.
Una maldición parecía cernirse sobre los hijos de los Reyes Católicos. Esta es una muestra, pero desgraciadamente para los demás herederos, no la única.
ResponderEliminarUn saludo.
No fueron afortunados los hijos de los Reyes Católicos. La Infanta Isabel parecía llamada a serlo, ya que se casó enamorada pero, le duró poco la felicidad.
EliminarSaludos
Como dice don Cayetano, los hijos de Fernando e Isabel, parecen estar malditos. Quizá fuesen los judíos, al fin y al cabo parece ser que siempre han sido los culpables de todo. Me parece muy fuerte que la condición de la infanta Isabel para volver a Portugal fuese la expulsión de los judíos no conversos. Ya sé que eran otros tiempos, pero...
ResponderEliminarSaludos.
Cuando la Infanta Isabel impone esa condición, probablemente con el íntimo deseo de que la boda no se celebre, los judíos habían sido ya expulsados de Castilla. La Infanta tenía a quien imitar.
EliminarUn enlace con amor del que pocos meses duró causando una gran tristeza a la princesa no pudiendo tomar el convento ya que debía seguir las decisiones de sus padres, pero a pesar de la obediencia de poco sirvió.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los Reyes Católicos no admitía replicas, los hijos se debían al Reino y como tal se convertían en peones de la política matrimonial de sus padres.
EliminarComo se ha dicho ya ninguno de los hijos de los reyes católicos tuvo un final demasiado feliz, hasta el muchachillo que nació de Isabel tuvo una vida corta, Miguel de la paz se llamaba. Como bien decías lo que ordenaban los reyes iba a misa y sobre todo en matrimonios. Después de la muerte de Isabel su viudo se caso con Maria hermana de Isabel y por tercera vez con Leonor sobrina de las dos anteriores. Ante todo política y ademas de casarse entre familia tener poder descendientes en el trono del otro para poder tener mas. Estrategia matrimonial y vidas marcadas. El amor muchas veces era secundario un saludo
ResponderEliminarLos hijos de los reyes pagaban caros sus privilegios.
EliminarSaludos
Hola Ambar:
ResponderEliminarUna vida un tanto triste la de la heredera. Un matrimonio por amor, previamente arreglado, pero que duró poco y otro que quizás no quería, pero que aceptó por devoción a sus padres.
Besos
Fue una vida triste hasta el final excepto durante los meses que duró su matrimonio con Alfonso.
EliminarSaludos
Posteriormente ese niño, conocido como Miguel de la Paz, moriría con tan sólo 2 años en 1500, hecho que llevaría a la Casa de Austria, a través de la reina Juana 'la Loca' y su matrimonio con Felipe I, a reinar en España en la persona de Carlos I. La reunificación con Portuga tendría que esperar hasta 1580.
ResponderEliminarUn saludo desde reinado de Carlos II
Efectivamente la unión de las Coronas se produjo en 1580 y en la persona de Felipe II.
EliminarSaludos
Los intentos por lograr la unidad peninsular fue una constante estableciendo lazos: con los reyes Católicos orimero y después con el emperador Carlos cuya hermana Catalina fue reina portuguesa, como también Juana, hermana de Felipe II, por su matrimonio con don Juan el heredero portugués, fallecido muy prematuramente, más tarde. Nada importaban los deseos de los contrayentes en estos matrimonios de Estado.
ResponderEliminarUn saludo.
Y a pesar de todos los intentos no se logró una unidad peninsular permanente.
ResponderEliminarSaludos dlt
Desde luego no le dio tiempo a disfrutar de la vida, todo fueron desgracias.
ResponderEliminarUn saludo.
Una vida marcada por el destino que le impusieron.
ResponderEliminarSaludos
Muy interesante y muy bien relatado.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
EliminarSaludos
Hola Ambar, tan solo dejarte mis deseos de felicidad en este día del Pilar.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas Gracias. Mis felicitaciones para ti.
EliminarBesos
De las hijas de los Reyes Católicos es ella la que me infunde un sentimiento de mayor desamparo, incluso más que Catalina o Juana. quizá por su pronta viudedad, el mal trago de volver a la corte de sus padres y el impacto de tener que regresar a los mismos espacios en que había vivido su felicidad, pero ahora en brazos de otro hombre. Su temprana muerte y la de su hijo complicó aún más la difícil situación de la sucesión a la corona castellana.
ResponderEliminarUn beso
La ironía es que murió como consecuencia del parto y tal vez, si se le hubiese permitido continuar con la vida que ella había elegido tras quedar viuda, su muerte no habría sido tan temprana.
ResponderEliminarBesos
Quizás esta hija de los Reyes Católicos junto a su hermana Juana fueron las menos afortunadas, nacieron para tenerlo todo y se quedaron sin nada. El triste final de la Reina Juana es todo un poema, un triste poema. He disfrutado con el relato muy bien hilado.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Gracias por pasar por aquí y por el comentario.
ResponderEliminarSaludos
Hola Ambar. No te habia visitado en este blog. Me ha gustado leer de nuevo la historia de los reyes catolicos.
ResponderEliminarVendré a menudo por aquí.
Un beso.