Corría el mes de octubre de 1875 cuando la familia real británica celebraba la llegada al mundo de la princesa María disparando los cañones en la Torre de Londres y en Hyde Park. Su padre era Alfredo de Sajonia-Coburgo-Gotha, duque de Edimburgo, y su madre la gran duquesa María Aleksándrovna de Rusia, por tanto, la criatura que llegaba al mundo era nieta de la reina Victoria I del Reino Unido y del zar Alejandro II de Rusia.
María, a la que la familia llamaba Missy, pasó la primera etapa de su infancia en Eastwell Park, la casa de campo de sus padres ya que a su madre no le gustaba la vida en la residencia de Londres y su padre, totalmente entregado a su carrera militar en la Marina, estuvo prácticamente ausente de la vida de sus hijos durante esos primeros años.
Su educación no fue muy sólida, eso si, su madre como buena rusa que era les hizo aprender francés aunque no prestó demasiado atención a otras materias.
Cuando Missy cumplió los once años la familia se trasladó a Malta ya que su padre había sido nombrado comandante en jefe de la Flota del Mediterráneo. Sería en Malta donde se enamoraría por primera vez de un capitán de la Marina que estaba a las ordenes de su padre. Amores idealizados por ser los primeros pero sin proyección alguna.
Es en 1889 cuando se produce un nuevo cambio en la vida de Missy, su padre hereda el ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha y toda la familia se traslada de nuevo, esta vez a la ciudad de Coburgo.
Princesa María de Edimburgo - John Everett Millais
En Coburgo la educación de María y de sus hermanos se amplió. La duquesa, que era muy germanófila contrató una institutriz alemana que impuso una educación más estricta.
Con el paso de los años Missy se había convertido en toda una belleza y los pretendientes empezaron a merodear a su alrededor. Uno de ellos fue su primo Jorge ( que se convertiría en Jorge V del reino Unido) pero se vio rechazado por María, tal vez, porque dicha unión no contaba con el beneplácito ni de su madre ni de su tía.
Apareció entonces en escena Carol I de Rumanía, un estado que había logrado su independencia por el Tratado de Berlin en 1878 tras la guerra ruso-turca, y que había alcanzado el estatus de Reino unos años después coronando para ello al príncipe alemán Carol de Hohenzollern. A Carol, que no tenía hijos, le urgía encontrar esposa para su sobrino Fernando puesto que la continuación de la dinastía en el trono rumano se había convertido en una de sus prioridades. A la madre rusa de Missy le gustó la idea por lo que se organizó el encuentro de ambos jóvenes en una cena de gala y el compromiso fue sellado poco después.
La boda se celebró en enero de 1893 en el castillo de Sigmaringen mediante tres ceremonias: una civil, otra anglicana, - religión de María - y otra católica - religión de Fernando - aunque se les había puesto como condición que educaran a sus hijos en la fe ortodoxa, mayoritaria en Rumanía.
Los primeros años de matrimonio fueron difíciles. La diferencia de edad, Fernando era diez años mayor que María, de educación y el hecho de que el amor no había sido considerado necesario cuando se firmó el compromiso, pasaron factura a la pareja. Además, para el rey Carol, la mujer solo tenía dos roles: el principal era tener hijos que perpetuasen la dinastía y el secundario ser respetuosa, educada, amable y no opinar de nada que no fueran los niños y la moda.
A María, que poseía un carácter abierto y alegre, le costaba adaptarse a la vida en la Corte de Rumanía, su personalidad provocó no pocas controversias, a pesar de lo cual cumplió con el principal de sus cometidos y dio nada menos que seis hijos a la corona.
No había amor en aquel matrimonio pero - según nos cuenta en sus memorias la propia María - con los años ambos consiguieron complementarse y tener una relación de amistad y compañerismo que duraría durante el resto de su vida en común.
Tres años después de la boda la pareja se trasladó al Palacio Cotroceni y fue por esa época cuando Missy conoce al teniente Gheorghe Cantacuzène que no era guapo pero tenía mucho sentido del humor y sabía conversar incluso de moda. No tardaron nada en iniciar un romance que terminó en el momento se hizo pública la relación. María marchó a casa de sus padres en Coburgo, según parece embarazada, y allí según la historiadora Julia Gelardi daría a luz a un niño que o bien fue dado en adopción o bien nació muerto.
Los rumores sobre sus infidelidades acompañaron a Missy durante los siguientes años. Se la vinculó sentimentalmente con Gran Duque Boris Vladimirovich de Rusia, con Waldorf Astor, con Joe Boyle y con Barbu Știrbey de quien se llegó a decir que era el padre de sus dos hijos menores.
María se enteró de la revuelta de los campesinos rumanos de 1907 - cuyo numero exacto de víctimas se desconoce - una vez que había pasado pero quedó hondamente impresionada por la miseria en la que vivían gran parte de la población. La revuelta fue un toque de atención a las clases poderosas de la nación que ante el temor de una revolución y el consiguiente cambio social iniciaron reformas agrarias aunque éstas que no pudieron llevarse a cabo hasta después de la Primera Guerra Mundial.
El punto de inflexión en la vida de Missy se produciría poco después en la Segunda Guerra de los Balcanes en 1913, cuando Rumanía entró en la contienda al lado de Grecia. La guerra, que apenas duró un mes, se vio agravada con una epidemia de cólera y María, ayudando al Dr. Ioan Cantacuzino y a una enfermera de la Cruz Roja, se desplazó entre Rumanía y Bulgaria ayudando en los hospitales. Como consecuencia su popularidad entre los rumanos se vio incrementada.
El 28 de julio de 1914, y en palabras de la propia Missy "la paz del mundo se hizo trizas", acababa de empezar la Primera Guerra Mundial. Apenas tres meses después moría el rey Carol I y Fernando y María eran proclamados reyes de Rumanía.
María siempre había ejercido una cierta influencia sobre su marido y esa influencia también se extendía a la política, hasta tal punto que el historiador Al Easterman llegó ha escribir que "fue María y no Fernando quien gobernó en Rumanía" y parece ser que así fue. Missy, ya como reina y partidaria como era de entrar en guerra al lado de la Triple Entente se puso en contacto con varias de las casas reinantes para conseguir las mejores condiciones para su país en caso de que se decidieran a entrar en guerra. Convenció a Fernando y finalmente éste firmó un tratado con la Entente en agosto de 1916.
La muerte del menor de sus hijos a consecuencia de fiebre tifoidea se produjo a finales de ese mismo año y María encontró, tal vez, consuelo a la desgracia familiar volcándose como enfermera en la atención a los soldado heridos.
El momento culminante para María llego en 1919 cuando acudió a la Conferencia de Paz de París en representación de Rumanía. El resultado de su labor diplomática fue un éxito y poco después se firmaba el Tratado del Trianón por el cual Rumanía veía aumentado su territorio con la anexión de Transilvania.
En 1927 moría Fernando y al hacerlo dejaba a María viuda y a Rumanía en manos de un niño de poco mas de cinco años, su nieto Miguel. El padre de Miguel, Carlos, legitimo sucesor de Fernando I, había renunciado al trono en favor de su hijo Miguel y había abandonado el país para continuar la vida al lado de su amante Elena Lupescu. Rumanía quedaba en manos de una Regencia de la que María no formaba parte.
Missy se dedico durante ese periodo a viajar por Europa hasta que Carlos regreso a Rumanía, declaró nula el acta de abdicación y se convirtió en el rey Carol II.
Las relaciones entre María y el mayor de sus hijos habían sido siempre difíciles y se tornaron prácticamente imposibles cuando Carol tomó las riendas del país. El nuevo monarca no sólo ignoró a su madre sino que también se dedicó a desprestigiarla.
Sintiéndose sola María se volcó en la religión inclinándose por un espíritu de unidad que la condujo al Bahaísmo. Se retiró de la vida pública y pasó los años recluida primero en el Castillo de Bran y después en el Palacio de Balchik.
En 1937 Missy cae enferma, su médico personal, el Dr. Castellani, diagnosticó cáncer de páncreas, aunque el diagnostico oficial fue cirrosis hepática. El tratamiento aplicado era totalmente ineficaz y ante la debilidad que presentaba la enferma se la envió a un sanatorio en Italia con la esperanza de que se recuperase. No fue así y al poco tiempo y sintiéndose morir rogó para que se la llevase de nuevo a su país, donde quería reposar para siempre.
Murió el 18 de julio de 1938, a los 63 años de edad, y miles de personas visitaron su capilla ardiente. Fue enterrada en el Monasterio de Curtea de Argeș y su corazón, colocado en un pequeño cofre se encuentra hoy en el Palacio Pelisor, el mismo lugar en el que murió.
María fue considerada una de las princesas más hermosas y una de las reinas más diplomáticas e inteligentes. Fue admirada y querida por los rumanos, sobre todo por su valentía y su trabajo durante la Primera Guerra Mundial, hasta el punto de que se le puso el sobrenombre de la "Madre de los Heridos". No obstante, durante los años que Rumanía estuvo bajo el régimen comunista su figura fue objeto de distintas campañas difamatorias. El historiador Alexandru Gârneață la calificó de promiscua y afirmó también que había sido una alcohólica. Los funcionarios comunistas llegaron a destrozar la capilla que albergaba su corazón.
Por otro lado Constantin Argetoianu, una de las personalidades más conocidas e importantes de la política rumana dijo de ella que fue "una de las más grandes figuras de la historia de Rumania".
Sobre la figura de María de Edimburgo, Reina de Rumanía, no ha faltado la polémica, ni durante su reinado ni después de él.
Menuda historia, hay de todo, se ve que era demasiado inteligente para esa sociedad.
ResponderEliminarBesos.
Una mujer con personalidad.
ResponderEliminarBesos.
Muy interesante. Esa mujer era demasiada mujer para esos tiempos, imaginé.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por compartir
Me encantó conocer la historia de María de Rumanía, una mujer inteligente, decidida, solidaria, y buena política/diplomática. ¡Cuánta envidia muchos le tendrían! Que triste que su hijo mayor la tratará tan mal. Esos desde mis vacaciones, Ámbar.
ResponderEliminarBesos, digo, desde mis vacaciones
ResponderEliminarGracias, amiga, porque he disfrutado mucho con la apasionante y ejemplar vida de la princesa María; y una pena que después de muerta el régimen comunista la difamara.
ResponderEliminarGracias por tu forma sencilla de escribir, porque consigues con ello, que tus historias se me hagan cortas.
Y perdona mi tardanza en pasar de nuevo por aquí.
Un fuerte abrazo, amiga.
Se me olvidaba decirte, que tan pronto me ponga al día, pasaré a leer las tres publicaciones que me perdí en su día.
ResponderEliminarOtro abrazo va.
Tus entradas siempre son muy interesantes Ambar. María no tuvo mucha suerte en la vida respecto a su familia, a pesar de ser una mujer inteligente y bastante adelantada a su tiempo, le acabaron dando la espalda. Algunos de los edificios que nos muestras los he visitado cuando estuve en Rumania.
ResponderEliminarAbrazos.