Carol, que nació en octubre de 1893, fue el primero de los hijos del príncipe heredero Fernando de Rumanía y de su esposa la princesa María y el primero de los reyes Hohenzollern que nacía en suelo rumano. La educación que recibió durante su infancia corrió a cargo de su tío abuelo, el rey Carol I, que consideraba que los padres del futuro heredero del reino de Rumanía eran demasiado jóvenes para encargarse de ello. Como Carol I no había tenido hijos volcó en el pequeño todos sus deseos de paternidad y le mimó en exceso ante el enfado de la madre de la criatura.
El resultado fue un adolescente vanidoso, caprichoso, mujeriego, amante de las juergas y que bebía en exceso. La fama de "playboy" le acompañaría siempre. Con el fin de remediar en lo posible el desaguisado de su educación el rey Carol I hizo que el joven cursara estudios militares en Potsdam y que posteriormente se le nombrara oficial del regimiento de guardias prusiano.
En 1918 se enamora de una joven, Zizi Lambrino, hija de un general del ejercito, y se casa con ella en la catedral de Odessa para lo cual abandonó el ejercito sin el permiso oportuno lo que le llevó a ser considerado un desertor. El matrimonio indignó a sus padres y al gobierno que se apresuraron a solicitar su nulidad y aunque esta se produjo en 1919, Carol siguió viviendo con Zizi. Pocos meses después nacía Mircea, el único hijo de la pareja. El enamoramiento de Carol duro poco y, aunque Zizi siguió viviendo con su hijo en Neuilly, Carol desapareció de sus vidas.
Su madre, María, que ya era reina en aquel momento, decidió que había llegado la hora de buscar una buena esposa para su hijo. Invitó a la familia real griega a pasar unos días en Bucarest y consiguió que tanto Carol como la princesa Helena de Grecia accedieran a unir sus vidas. La intención de este matrimonio arreglado era que el joven sentara la cabeza pero además y sobre todo, una alianza dinástica entre Grecia y Rumanía.
Apenas siete meses después de la boda nacía el único hijo de la pareja, Miguel. Tras su nacimiento vino el enfriamiento de la relación marital. Eran seres diametralmente opuestos, Helena era lo que podríamos llamar una dama de alta cuna y Carol descubriría que las mujeres que realmente le gustaban eran aquellas de baja cuna: apasionadas, informales, amantes de las diversiones y poco responsables…como él.
En 1925 conoce a la que será el amor de su vida, Elena Lupescu, más conocida como Magda, que era hija de un farmacéutico judío. La relación fue tan pasional y escandalosa que se vio obligado a renunciar al trono en favor de su hijo Miguel y salir de Rumanía camino de París del brazo de su amada Magda con la que, además, recorrería todos los lugares de moda de la alta sociedad europea.
En 1927 muere el rey Fernando I y sube al trono su nieto como Miguel I. Al ser Miguel un niño de poco más de cinco años se constituye un Consejo de Regencia que resultó ser totalmente ineficaz.
En junio de 1930 Carol regresa a Bucarest y con el apoyo del partido Nacional Campesino es reconocido rey por el Parlamento. Dos años antes se había efectuado su divorcio de la princesa Helena. El gobierno del país intentó en vano la reconciliación de ambos cónyuges por el bien de la nación pero la sombra de Magda Lupescu, pendiente de llegar a Rumanía en cuanto su amado la llamara, impidió que ésta se llevara a cabo. Madame Lupescu regresó a Rumanía y se convirtió en el ser más odiado por los rumanos que además de considerarla una mujer fatal pensaban que representaba "la encarnación del mal".
En los años siguientes el país continuó sumido en graves problemas económicos y sociales y, ante el descontento de los ciudadanos con los partidos políticos existentes, Carol fue acumulando cada vez más poder. Se comienza en ésta época a impulsar la industrialización del país que, por desgracia para los rumanos, no resultó competitiva frente a la industria extranjera y además conllevó una gran corrupción de los poderes públicos. Carol y su familia estuvieron implicados en muchas sociedades industriales.
Los gobiernos se sucedieron y el rey alentó las escisiones de los partidos políticos para conseguir sus propios fines. Durante este periodo se aprobaron contra los judíos algunas medidas, tales como limitar su derecho a la propiedad, su ciudadanía, su educación y todo ello a pesar de que se consideraba que Magda Lupescu tenía origen judío.
En febrero de 1938 Carol II abolió la Constitución, prohibió los partidos políticos y dio comienzo la dictadura real que tanto deseaba. Por fin él estaba en el lugar donde consideraba que tenía derecho a estar. A partir de ese momento no habría en el país más que un único partido, las organizaciones juveniles serían controladas por el poder o sea por el rey que además podría podía promulgar decretos-leyes para hacer y deshacer a su antojo. Rumanía pasaba a estar sometida por un régimen que poseía todas las características del fascismo contemporáneo.
Este régimen dictatorial duraría menos de lo que Carol había soñado. Pocas semanas después de iniciada la Segunda Guerra Mundial su hombre de confianza, el primer ministro Călinescu, caía en una emboscada donde fue asesinado a tiros y, aunque las represalias fueron terribles, el rey se sentía perdido sin su ministro.
Finalmente el 3 de septiembre se produjo una sublevación en todo el país y se exigió la abdicación de Carol II. Abdicó tres días después, tiempo suficiente para poder cargar de objetos valiosos el tren que le llevaría, junto a su amante Magda, hacia el exilio. Su hijo Miguel fue nombrado sucesor al trono; padre e hijo jamás se volverían a ver.
Primeramente recalaron en Portugal desde donde partieron hacia Mexico. Como eran dueños de una gran fortuna pues Carol poseía acciones en más de 40 empresas entre las más importantes del mundo, tenían un altísimo nivel de vida. Unos años después se trasladaron a Brasil y allí en un hotel de Rio de Janeiro se casaron tras 22 años de relación.
Portugal fue el ultimo destino, concretamente Estoril, una pequeña ciudad costera que se había convertido en el lugar elegido por gran parte de la realeza en el exilio, y donde habían comprado un palacete
Según cuenta Magda Lupescu en sus memorias, fue en su residencia de Estoril donde Carol encontró la muerte el 4 de abril de 1953 como consecuencia de un repentino ataque cardiaco. Su hijo Miguel, que jamás le perdonó las humillaciones que infringió a su madre, no acudió a su funeral.
Carol II, "el rey playboy", desarrolló un culto a su personalidad que fue aumentando a medida que avanzaba su reinado. Fue un rey manipulador que no cejó hasta conseguir el poder absoluto, por encima de quien fuera y cayese quien cayese. Se consideraba a si mismo el "rey de la cultura", el más grande de todos los reyes Hohenzollern, un ser "elegido" por Dios para crear una "Nueva Rumanía". Se equivocó.
Fue un generoso mecenas de las artes, no cabe duda, si bien es verdad que muchas obras de arte le acompañaron en su exilio dorado y, según los rumores, acabaron siendo subastadas para seguir financiando el alto nivel de vida de su viuda, Magda Lupescu.
Sus restos mortales, que seguían en Portugal, fueron repatriados a Rumanía en 2003 y depositados en el monasterio de Curtea de Argeș, el cementerio tradicional de la realeza rumana.
Cuantos monarcas, empeñados en ser considerados seres elegidos por la gracia de un ser superior, acaban desgraciando la vida de sus súbditos y la suya propia.
ResponderEliminarUn abrazo, Ambar.
El daño que puede llegar a hacer un cantamañanas con poder es imprevisible.
ResponderEliminarGracias por otra amena lección de Historia.
Un abrazo.
¡Qué historia! Totalmente desconocida para mi hasta ahora. Muy, muy interesante. ¡Qué desastre de Rey! Menos mal que lo hicieron abdicar tuvo que salir del país. Fue una pena que sus padres no lo educaran en valores, tal vez nada de esto hubiera sucedido, pero este zángano mujeriego creía que todo valía para él por gracias divina. Besos
ResponderEliminarParece mentira que se haya perdido memoria de estos hechos cuando han sido tan relativamente recientes. Curiosa historia, dramática como todas las que nos traes a este espacio.
ResponderEliminarUn saludo
Muy interesante esta parte tan funesta de la historia de Rumanía. Gracias Ambar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Madre mía, que vida desastrosa la de este monarca.
ResponderEliminarTenía vocación de playboy, no de rey.
Esto de las monarquías es algo obsoleto. Todo supeditado al poder, destrozando vidas.
Me ha encantado, como siempre, este relato de la historia de Rumanía.
Gracias, querida, Ambar.