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lunes, 16 de septiembre de 2024

María II de Inglaterra

 








María nació en el Palacio de St. James de Londres en 1662, dos años después de que su tío, Carlos II Estuardo, regresara a Inglaterra para volver a ceñir la corona que Cromwell había arrebatado a su padre, Carlos I, tras ordenar que fuera decapitado. Junto al nuevo rey regresaba  también el padre de María, Jacobo, duque de York, que aunque en aquel momento era el heredero de la corona nada hacía presagiar que llegaría a ocupar el trono puesto que Carlos II era joven y, por tanto, cabía  esperar que procreara un montón de niños.


La madre de María era Ana Hyde, hija del conde de Clarendon, primer ministro del nuevo rey, y aunque la pareja tuvo ocho hijos tan solo María y su hermana menor Ana llegarían a la edad adulta. 


El rey Carlos II no lograba que su esposa, la católica Catalina de Portugal, engendrara un hijo y aunque había conseguido dejar embarazadas a la mayoría de sus numerosas amantes el esperado heredero no llegaba. El rey terminó por considerar que, probablemente, su hermano Jacobo, que en aquel momento era su heredero, acabaría por reinar en Inglaterra cuando él muriera y teniendo en cuenta que el duque de York y su esposa se habían convertido al catolicismo y que sus súbditos no estarían dispuestos a consentir que un católico ciñera la corona decidió que sus sobrinas, sobre todo María que era la mayor, fueran educadas en la fe anglicana y bajo su supervisión.


Jacobo II junto a su esposa e hijas


Para alejar a las niñas de la influencia católica de sus progenitores se las  trasladó a Richmond Palace, quedando al cuidado de la institutriz Lady Frances Villiers aunque, como es lógico, hacían visitas esporádicas a sus padres. La educación de María fue un poco más estricta que la de su hermana, con tutores privados que le enseñaron francés y religión además de danza, música , dibujo y todas aquellas materias que una dama debía saber. Ignoramos si la instruyeron en política, economía, relaciones internacionales y todos los conocimientos que podrían llegar a ser necesarios a una heredera al trono.


Cuando apenas contaba quince años, María, que se había convertido en una agraciada joven pues era alta, de grácil figura, larga melena y  piel  blanca y suave recibió una proposición de matrimonio. Su primo Guillermo, Príncipe de Orange y  Estatúder de Holanda,  que era hijo de la hermana de su padre y doce años mayor que ella, había puesto los ojos en su persona, probablemente, no tanto por su hermosura como por  intereses políticos. La protestante Holanda con Guillermo a la cabeza había firmado la paz con Inglaterra tras años de guerra e interesaba a Guillermo consolidar esta posición, sobre todo teniendo en cuenta que el rey de Inglaterra, Carlos II, continuaba sin hijos legítimos a los que dejar el reino.  


La boda se celebró en noviembre de 1677 y parece ser que María lloró desconsoladamente durante los días previos a su celebración e incluso el mismo día. No es de extrañar si pensamos en la poca edad de la princesa y en el aspecto del que iba a ser su esposo: de baja estatura ( María le sacaba 12 cm), encorvado, con dientes negros, nariz aguileña y además para que nada faltase a su natural atractivo, era de carácter malhumorado y taciturno. No era el príncipe azul con el que soñaba cualquier niña sino más bien una rana que no iba a cambiar de aspecto por muchos besos que ella intentara darle. Es de suponer que a la pobre María le costaría contener las lágrimas durante la "ceremonia del lecho" - aquella terrible costumbre de demostrar públicamente que el matrimonio se había consumado - a la que asistió toda la familia real incluido su tío el rey.


Guillermo, Príncipe de Orange


María se trasladó con su esposo a los Países Bajos y, para que no le faltaran motivos a la recién casada para sentirse desgraciada, la travesía fue espantosa. Un agitado mar la tuvo mareada durante todo el trayecto y además Rotterdam estaba cubierto de hielo y por lo tanto inaccesible. Tuvieron que desembarcar en un pequeño pueblo desde donde, y a través de los helados campos, fueron llevados hasta el palacio de  Huis Honselaarsdijk. La entrada oficial en La Haya la hicieron días después procesionando por la ciudad para ser vistos por todos  los ciudadanos que estuvieran dispuestos a desafiar al frío para conocer a la nueva princesa.


María era animada por naturaleza y también amable por lo que se ganó el afecto de los neerlandeses. No ocurrió lo mismo con su esposo que se mostraba hosco, frío y distante. Guillermo, como era de esperar, cumplió con sus obligaciones maritales y dejó embarazada a su esposa en varias ocasiones. Por desgracia las gestaciones acabaron en abortos y la ausencia de hijos fue la mayor fuente de dolor para María.


Cuando en 1685 muere Carlos II, el padre de María se convierte en rey de Inglaterra e Irlanda como Jacobo II y en rey de Escocia como Jacobo VII. Dado que Jacobo no había tenido hijos varones y que María era la mayor, quedaba claro para todos que solo ella era la legítima heredera, algo que tenía a su esposo muy contento. Guillermo se veía ya como rey de Inglaterra: estaba casado con María, era nieto de Carlos I y además era protestante.


Los católicos no eran bien tolerados en la Inglaterra del siglo XVII y como consecuencia tampoco Jacobo contaba con la simpatía y el cariño de sus súbditos ingleses. Cuando en 1688 la pareja real tuvo un hijo varón, Jacobo Francisco Eduardo, la consternación hizo temblar al Parlamento de Londres. Los rumores de que el pequeño príncipe sería educado como católico y de que Jacobo II planeaba volver a convertir Inglaterra en un país de esa religión corrían de boca en boca, y las sospechas de que tal plan fuera a llevarse a cabo se veían incrementadas cada vez que el rey nombraba a católicos para ocupar puestos clave del poder. El descontento aumentó cuando Jacobo II, que era un rey autoritario, suspendió al obispo de Londres -  anticatólico declarado - y promovió la " Declaración de indulgencia" como primer paso para restablecer la libertad de culto en Inglaterra. 




Tras el nacimiento del hijo varón del rey los ingleses ya no estuvieron dispuestos a esperar a que Jacobo muriera tranquilamente en su cama y un grupo de siete protestantes se dirigieron al extranjero en busca de soluciones. Así empezaría la llamada Revolución Gloriosa.


Guillermo de Orange, el esposo de María, la heredera hasta el nacimiento de su hermano, era la opción más lógica para sustituir a Jacobo II. Guillermo aceptó la invitación de los protestantes y se lanzó a la invasión desembarcando en Devon en noviembre de 1688. Sin aliados que le ayudaran Jacobo intento huir pero fue apresado. Guillermo, sintiéndose magnánimo, permitió que su suegro abandonara Inglaterra para refugiarse en Francia con su familia. El Parlamento registró la huida de Jacobo como una efectiva abdicación del rey.


La transición no fue fácil, la Cámara de los Comunes quería un gobierno conjunto de Guillermo y María y la Cámara de los Lores deseaba  que María gobernara en solitario para preservar la sucesión. A esta opción se negó  Guillermo que, dado su espíritu ambicioso, amenazó con marcharse y sembrar el caos. Finalmente el Parlamento decretó que ambos gobernarían conjuntamente. En abril fueron coronados en la Abadía de Westminster como Guillermo III y María II de Inglaterra.


Esta  Revolución Gloriosa - llamada así porque la violencia había sido mínima - supuso una autentica revolución política. En 1689 el Parlamento aprobó la "Declaración de derechos"  que tuvo como consecuencia que el sistema de gobierno pasaría a ser el de una monarquía constitucional. El Parlamento, a partir de ese momento, se constituiría  en  la máxima autoridad  tanto en la aprobación de leyes como en la recaudación de impuestos. En el documento también se especificaba la linea de sucesión que quedaría de la siguiente manera : tras la muerte de Guillermo o de María el sobreviviente seguiría reinando y serían herederos del Reino los hijos de ambos. En ausencia de los mismos lo sería Ana, la hermana de María, y después los hijos que ésta tuviere. Así pues en el ultimo lugar de la sucesión estarían los hijos que Guillermo hubiera podido tener de un matrimonio posterior a su viudez, caso de que ésta se produjera.




Ese mismo año Guillermo y María compraron  una mansión a un comerciante  en una de las zonas suburbiales de Londres : Notting Hill. La reconstruyeron y la transformaron en el Palacio de Kensington. María supervisó personalmente los jardines alrededor del palacio y además añadió huertos e hizo plantar naranjos en ellos. Esta residencia se convirtió en la favorita de la real pareja.


Guillermo estaba muy a menudo ausente de Inglaterra, bien luchando contra los jacobitas ( partidarios de Jacobo II) en Irlanda, bien en los Países Bajos luchando contra la católica Francia. Durante los periodos en los que su esposo estaba en Inglaterra María se dedicaba a las cosas que parecían interesarle, como la jardinería, el coleccionismo y sobre todo a intentar mejorar el estado moral de sus súbditos. Apoyó la creación de la Sociedad para la Reforma de las Costumbres pretendiendo de ese modo que disminuyera la embriaguez, la prostitución y que se respetaran los domingos. También se involucró en los nombramientos de Obispos y Arzobispos de la Iglesia Anglicana. La fundación del enorme Hospital Real de Greenwich en 1692, creado para atender a los marineros heridos en las batallas, fue otro de sus logros. Esta   humanitaria y piadosa faceta  de María gustaba mucho a sus súbditos protestantes que, tras tres reinas  extranjeras y católicas, celebraban el hecho de que su actual monarca fuera  inglesa y protestante.


 



Durante las ausencias de Guillermo María se trasformaba  ya que era a ella a quien correspondía ejercer el poder real y parece ser que era una gobernante firme a la que no le temblaba el pulso aunque tuviera que enfrentarse a su propia familia.


La real pareja consiguió que la ausencia de amor se trasformara en una amistad firme y duradera a pesar de las notorias infidelidades de Guillermo, a quien se le contabilizaron algunas amantes. Si bien no había romanticismo en el matrimonio, los reyes lograron formar un buen equipo en lo político. Hasta el punto de que Guillermo llegó a decir que " Él debía conquistar enemigos y ella debía ganar amigos" (Starkey). La ausencia de hijos fue, tal vez , la mayor frustración que sufrieron ambos.


En 1694 una epidemia de viruela sembró de luto Inglaterra, se contabilizaron mas de 1300 víctimas reconocidas y entre esas víctimas estaba María. A pesar de su juventud, de su aspecto saludable, de sus frecuentes caminatas entre los palacios de Whitehall y Kensington y de los cuidados del eminente médico real John Radcliffe, la enfermedad se cebó en ella con especial virulencia hasta causarle la muerte.


María II murió en la mañana del 28 de diciembre de 1694, un día tan gélido que hasta el Támesis apareció congelado. Tenía 32 años.


María reino durante poco más de cinco años. Durante éste tiempo consiguió el cariño y el respeto de la mayoría de los protestantes pero no sucedió lo mismo con los católicos y los jacobitas que la consideraron una usurpadora que había ido contra la voluntad de su padre y por lo tanto había pecado contra el quinto mandamiento. Algunos llegaron a decir que la ausencia de hijos era en realidad un castigo de Dios. 


Es difícil llegar a comprender los sentimientos de una adolescente que con apenas quince años es obligada a casarse en contra de su voluntad, a dejar todos sus vínculos familiares, a adquirir nuevas costumbres y hábitos, a tener que  aprender a explorar los gestos y las miradas de quienes la rodean para poder analizar y encontrar a sus enemigos, a encallecer sus sentimientos en pro de lo que en su día le dijeron que era su deber.


María II fue embalsamada y enterrada en marzo de 1695 en la  Abadía de Westminster. A su funeral acudieron todos los miembros de ambas Cámaras del Parlamento. Durante la ceremonia se pudo escuchar "Música para el funeral de la reina María", compuesta por Henry Purcell, organista de la Capilla Real y uno de los mejores compositores ingleses.














sábado, 10 de febrero de 2024

Alejandro Mountbatten



 






En 1886 nacía Alejandro, primer hijo de la princesa Beatriz del Reino Unido y de su esposo Enrique de Battenberg. Al igual que el resto de sus hermanos nació en el país de su madre y bajo la tutela y el amparo de su abuela la reina Victoria I, la cual, para dar su permiso al enlace de la más pequeña de sus hijas con un miembro de “rango menor” del Ducado alemán de Hess-Darmstadt,  puso como condición que el matrimonio viviera a su lado. Alejandro, al que la familia llamaba Drino, estudió primero en el Stubbington House School y después completó su educación en el Wellington College, que había sido inaugurado años antes por su abuela.

Como algo había que hacer con el muchacho, que al fin y al cabo era nieto de la reina y por tanto pertenecía a la realeza británica, Drino ingresó, como cadete, en 1902 en la Royal Navy con poco más de dieciséis años y unos meses después lo hizo en la escuela de cadetes del MSD Britania. En la Royal Navy permaneció hasta 1908. Después de esa fecha se uniría al ejercito británico. No sabemos si su paso por la Marina británica marco su carácter o si llegó a suponer una  fuerte impresión afectiva perdurable a lo largo de los años, lo que si sabemos es que le llevó a convertirse en uno de los primeros miembros del The Castaways' Club, un lugar exclusivo donde los oficiales de la Navy podían reunirse y continuar en contacto aunque sus destinos  ya se hubiesen separado. Con  el tiempo 

más miembros de su familia se irían incorporando, incluido el príncipe Felipe de Edimburgo.







La  única hermana de Alejandro, Victoria Eugenia de Battenberg, se había casado con el rey de España y tanto Drino como sus dos hermanos la visitaban con frecuencia pasando largas temporadas en el Palacio Real, en La Granja y  también en Santander. Alejandro se convirtió en una persona muy cercana a Alfonso XIII, de hecho formaba junto a  los primos del rey, Fernando de Baviera y Alfonso de Orleáns, su núcleo más próximo. 

  
En el ejército británico llegaría a alcanzar el grado de capitán en 1915 siendo adscrito al Estado Mayor para actuar como Ayudante de Campo adicional. La Primera Guerra Mundial había comenzado un año antes. Alejandro combatió en Europa y Mauricio, su hermano  menor, cayó en el frente de Yprés en Bélgica. Alejandro sabía, teniendo en cuenta su origen alemán, que muchos de sus familiares combatían en el lado opuesto  algo que, imaginamos, debía ser difícil de asumir.

En el Reino Unido, dados los constantes bombardeos por parte del ejército alemán se había desatado un fuerte sentimiento antigermánico. El 13 de Junio de 1917 las bombas que cayeron durante el día  sobre una escuela de Londres causaron la muerte a 18 niños. El bombardero  que lo causó se llamaba Gotha. Esta situación precipitó la decisión del rey Jorge V de cambiar su apellido, Sajonia-Coburgo-Gotha, por otro que sonara totalmente británico y así fue como la Familia Real pasó a denominarse Windsor. El propio rey instó a sus familiares a cambiar sus apellidos alemanes para darles un aspecto británico y a partir de ese momento los Battenberg pasaron a apellidarse Mountbatten, que significaba lo mismo pero en inglés.

La renuncia al apellido Battenberg había supuesto para Alejandro la renuncia a sus títulos y al tratamiento que pudiera corresponderle del ducado del que provenía su padre y como compensación el rey Jorge V tuvo a bien concederle los títulos de Marqués de Carisbrooke, Conde de Berkhamsted y Vizconde Launceston. Así pues ganó con el cambio puesto que los títulos alemanes poco le proporcionarían en el futuro.


Un mes después de los trágicos hechos que propiciaron el cambio de apellido de los Sajonia-Coburgo-Gotha y de los Battenberg, Alejandro contraía matrimonio en la Capilla Real  del Palacio de St. James con  Lady Irene Denison, única hija del conde de Londesborough. La boda fue sencilla y sin recepción después de la misma ya que los tiempos  no estaban para festejos pero no por ello estuvo exento el enlace de la presencia del rey y de gran parte de la familia real.

  






 

Alejandro continuó en la Guardia de Granaderos hasta junio de 1919, fecha en la que habiendo finalizado la guerra presentó su renuncia pasando a la Reserva General de Oficiales. Fue en esa misma época cuando dejó embarazada a su esposa de la única hija que tendrían.

 

A partir de ese momento, Alejandro inició su andadura por el mundo de los negocios y según parece lo hizo con cierto éxito y recorriendo distintos aspectos del espectro comercial. Se inició en la casa bancaria de Lanzard Brothers, más tarde fue director de Lever Brothers después de lo cual trabajó en la Metropolitan Housing Corporation, haciéndose cargo de la labor social relacionada con las fincas que ésta controlaba. Todo ello le proporcionó un prestigio en el mundo empresarial. El prestigio en la alta sociedad británica ya lo tenía ganado y se debía  al hecho estar emparentado con la Familia Real y de ser cuñado del rey de España.


Alejandro era un hombre al que gustaba la notoriedad y el boato y de hecho jamás se perdió la inauguración anual al Parlamento, lo cual le permitía desfilar luciendo pomposamente la túnica parlamentaria.


 


 





También Irene, su esposa, procuraba ser el centro siempre que participaba en actividades de la alta sociedad. Trabajó en numerosos comités de recaudación de fondos con fines caritativos y en todos los eventos que con tal fin se realizaban. Le gustaba el golf y se unió a la Asociación Parlamentaria de Golf Femenino. Su amor a los animales también la llevaría a participar en todos los eventos sociales con ellos relacionados. Mantenía una gran cercanía con el rey Jorge V y la reina María, lo cual también la tenía sumamente entretenida.


Se decía que tanta actividad era una manera de "hacer la vista gorda" ante las aventuras homosexuales de su marido. Siempre había habido rumores sobre la sexualidad de Alejandro, rumores que, en aquellos años, se intentaban acallar con un matrimonio aunque, claro está, no siempre se consiguiera. Hay, no obstante, pocas pruebas de que realmente existieran esas relaciones si exceptuamos los diarios publicados por Cecil Beaton en los que afirmaba que durante muchos años Alejandro fue el amante del anticuario Simon Fleet. 

 

Cuando dió comienzo la Segunda Guerra Mundial Alexander tenía 50 años a pesar de lo cual se unió a la Reserva de Voluntarios de la Royal Air Force, llegando a ser Comandante en Jefe del Comando de Cazas de la RAF. Renunció al cargo unos meses antes de la finalización de la guerra.




 


 

Los años que siguieron al final de la contienda los pasaron los Carisbrooke haciendo aquello que más les gustaba a ambos: lucirse en eventos y acudir a fiestas hasta que llegó el día en que la vida empezó a darles esos momentos de amargura de los que casi nadie se libra. En 1953 Alexander sufrió un coágulo cerebral del que parece que fue intervenido quirúrgicamente con éxito. Tres años después fallecía su esposa y aunque la relación entre ellos había sido un tanto peculiar parece ser que Alejandro pasó parte de su tiempo diseñando los nichos en los que ambos descansarían en la Capilla Battenberg de la isla de Wight.







Alejandro Mountbatten, marqués de Carisbrooke falleció en febrero de 1960 en el Palacio de Kensington a consecuencia de un derrame cerebral, tenía 73 años. Su hija Iris, que vivía en Canada, acababa de llegar a Londres para asistir a otro sepelio de la Familia Real lo cual le permitió asistir a las exequias por su padre aunque, por desgracia, no pudo ver a su progenitor con vida.


La personalidad de Alexander quedó seguramente marcada por el hecho de ser medio alemán, medio británico. Una dualidad que se vería acrecentada por dos guerras en las que, sirviendo a su país, se enfrentaba a un ejercito en cuyas filas sabía que estarían algunos de sus parientes. Su deseo de pompa y boato, de figurar con notoriedad en cualquier acto, podría explicarse por el hecho de que muchos de sus primos eran príncipes herederos de reinos europeos. Su misma hermana se había casado con un rey y él, que no recibía asignación real, había tenido que conformarse con formar parte del ejército británico y dedicarse al comercio para poder mantener lo que Alexander consideraba el "mínimo status" que le correspondía. Sea como fuere intentó disfrutar de aquellas cosas que la vida, por su posición y por su trabajo, le proporcionó.

 

Fue enterrado en la Capilla Battenberg en la isla de Wigth.