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lunes, 22 de enero de 2018

Pedro I el Grande, zar de Rusia ( II )



Pedro I - Paul Delaroche


Rusia tenía bloqueadas las salidas al mar y Pedro comprendía que esto dificultaba la expansión comercial e impedía el crecimiento de su país. Empezó pues por el sur y entre 1695 y 1696 consiguió arrebatarles a los otomanos la fortaleza de Azov, en la desembocadura del río Don. Para lograrlo había hecho construir una flota de 30 buques. Después construiría barcos de transporte que se desplazarían por el Don para activar el comercio.

En su deseo de hacer de Rusia un país fuerte y moderno iniciaría un año después un viaje por Europa con la pretensión de buscar alianzas contra los otomanos. El viaje duraría 18 meses y aunque no logró su primer objetivo si logró el segundo: aprender y mucho de las formas de vida, de la industria, de la economía y de la política europea. 

Regresó más decidido que nunca a transformar Rusia, un país  en el que seguían vigentes los comportamientos feudales del medievo y que continuaba sumido en el aislamiento. Las reformas eran urgentes y empezó por realizar una división provincial del territorio. Fue el primer paso para conseguir una sociedad estructurada. Después, aumentó el número de contribuyentes recaudando impuestos por cada uno de los ciudadanos varones en lugar de hacerlo, como antes, tan solo por cada vivienda y por las tierras.  Impuso el monopolio sobre la sal, el tabaco, la resina y la potasa y fomentó el desarrollo industrial en los Urales. 

Otra de las reformas importantes fue la creación del Santo Sínodo, que dejaba a la Iglesia Ortodoxa en una situación de dependencia total del Estado.



Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa - A. Kivshenko


Todas estas reformas, algunas muy radicales, se realizaron de un modo autoritario, mediante una forma de gobierno absolutista. 

Nadie estaba contento. La Iglesia Ortodoxa porque,  además de reducir su poder, convirtió la mayoría de los monasterios en hospitales, asilos o escuelas. Los nobles porque perdían sus privilegios y el pueblo, porque no encontraba en estas reformas ninguna ventaja. Había creado el servicio militar obligatorio y los campesinos veían disminuir con ello el número de brazos que ayudaban en las labores del campo. 

Es más, el intento de cambiar ciertas costumbres creando un impuesto que pagarían los varones que desearan lucir barba (los europeos no la lucían) y el fomento del cambio de status de la mujer promocionando que dejara la actitud de sumisión ante el varón y comenzara a ser autónoma, indignaron a gran parte del pueblo ruso. 

Pedro, que siempre estuvo obsesionado con conseguir salidas marítimas para Rusia, continuaba con su campaña de conquista del mar Báltico y la guerra que mantenía contra Suecia costaban demasiados rublos. Como consecuencia, el Zar tuvo que soportar grandes sublevaciones. 

A los diez años de su fracasado matrimonio, Pedro se desembaraza de su esposa. Convencido de que había instigado una conspiración contra su persona, la recluyó en un convento. Por esas fechas había conocido ya a Marta Skavronska, una mujer nacida en Letonia y de origen humilde a la que convirtió en su amante y con la que empezó a convivir en 1703, el mismo año que empezó a erigir en las orillas del Neva y sobre una zona pantanosa, la ciudad de San Petersburgo.

Cuatro años después y una vez que Marta hubo abrazado la fe ortodoxa y adoptado el nombre de Catalina, la convertiría en su esposa. Poco a poco, batalla a batalla, Pedro consiguió que Rusia se quedara con todos los territorios del Báltico Oriental. A partir de entonces se le conocería con el sobrenombre de "el Grande". 

Catalina I - Marc Nattier


Instalaría la Corte en San Petersburgo, la ciudad construida en un tiempo récord por miles de trabajadores, la mayoría de ellos siervos, muchos de los cuales encontraron la muerte trabajando en sus húmedos terrenos. Los arquitectos y decoradores fueron europeos y la primera construcción fue la fortaleza de San Pedro y San Pablo. 

A nivel familiar las cosas no fueron fáciles. Su primogénito y heredero, Alexis, fruto de su primer matrimonio y educado por su madre, no poseía el talento político de su padre ni le interesaba poseerlo. Había recibido de su padre el mismo trato que Pedro recibió del suyo y creció con un sentimiento de aversión hacia su progenitor. Obligado también como su padre a una boda que no deseaba terminó huyendo de Rusia junto a su amante. Regresó tras recibir la promesa epistolar de Pedro notificándole que aceptaría su renuncia al trono siempre que regresara para hacerlo personalmente. Cuando Alexis llegó a San Petersburgo fue acusado de traición y después de ser torturado murió en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. 

Fortaleza de San Pedro y San Pablo

Pedro era cada vez más violento, sus excesos etílicos estaban pasando factura, además se sentía frustrado porque todos sus hijos varones habían muerto, y no quería como sucesor a su nieto, el hijo de Alexis. Llevado por esta frustración, nombró como sucesora a Catalina a la que había hecho coronar como zarina de Rusia. Aquella mujer, que a su llegada a San Petersburgo era analfabeta y apenas hablaba ruso, se convertiría en la emperatriz Catalina I

La salud de Pedro nunca había sido demasiado buena, sus crisis epilépticas eran frecuentes y están bien documentadas. En 1723 sufre una infección de la vejiga y unos meses después  una obstrucción urinaria por la que tiene que ser intervenido. Sus médicos aseguran que que se drenaron más de tres litros de orina muy infectada. Según el historiador Evgueni Anísimov el principal problema médico del Zar era una enfermedad de transmisión sexual

En enero de 1725 su estado se agrava complicándose de nuevo con una infección urinaria. La posterior autopsia revelaría que la vejiga estaba gangrenada.

Al sentir que su vida llegaba al final, pidió confesión y la absolución de sus pecados y en la madrugada del 8 de febrero Pedro el Grande, el hombre que cambió el rumbo de la historia de Rusia, cerraba los ojos por última vez a los 52 años de edad. 

Pedro I fue un reformista, un amante de la ciencia, un innovador, un soñador dispuesto a conseguir su sueño: cambiar el destino de Rusia y hacer de ella una gran nación. Ampliando su territorio, dotándola de más recursos, de más medios para lograr mejorar su economía, la vida de sus súbditos también mejoraría. Ese era su sueño, ese fue su objetivo.

Las luces siempre tienen sus sombras y para cambiar una estructura acomodaticia es necesario, a veces, ser radical. Sus detractores consideran que Pedro fue también un déspota autoritario, un transgresor irrespetuoso, un hombre cruel causante de la desgracia de muchos de los que se le acercaron. 


Estatua de Pedro I - E. Falconet

Fue enterrado en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, la hermosa ciudad que él había fundado.

jueves, 18 de enero de 2018

Pedro I el Grande, zar de Rusia ( I )




Pedro I - Marc Nattier


En el inicio del verano de 1672 , la segunda esposa de Alejo I, Natalia, daba a luz al primero de sus hijos, Pedro, que llegaría a ser Zar de Rusia. Le habían precedido trece hermanos, hijos de la primera esposa de su padre, pero la mayoría de ellos habían muerto antes de que él naciera y tan sólo dos, Teodoro e Iván, estaban por delante de él en la línea de sucesión. 

Tenía cuatro años cuando murió su padre y tan sólo 10 cuando lo hizo, y sin descendencia, su hermanastro el zar Teodoro III. Así pues, tan sólo quedaban Iván y él con derecho legítimo a ocupar el trono. Dado que Iván estaba medio ciego y sufría una deficiencia psíquica, el deseo de la mayoría de la nobleza rusa era que Pedro fuera proclamado Zar pero su ambiciosa hermanastra Sophia se oponía a ello, argumentando que Iván era el mayor. 

Ayudada por los Streltsi (cuerpo militar ruso), Sophia inició una lucha que causaría muchas muertes entre los nobles y que a punto estuvo de desencadenar una guerra civil. Finalmente se llegaría a un acuerdo. Iván y Pedro ocuparían juntos el trono, Iván como Zar Mayor y Pedro como Zar Menor y Sophia sería la Regente. Con éste fin se realizó un doble trono para que fuera ocupado por los dos zares. Hoy se encuentra expuesto en la Armería del Kremlin. 

Sophia tardó muy poco en apartar a Pedro de la Corte. Le envió, junto a su madre, a un pueblo de las cercanías de Moscú. Pedro, que había sido (según la escritora Alejandra Vallejo-Nájera) maltratado por su padre y por sus hermanos mayores, aceptó el exilio casi con alivio. 

La zarevna Sophia - Iliá Repin


Este pequeño Zar de diez años estuvo acompañado también por Nikita Zotóv, su maestro, quien además de enseñarle las materias habituales alimentaba su imaginación relatándole historias de las grandes batallas de los zares de Rusia. 

Pedro disfrutaba de la vida en el campo. Le interesaba todo lo militar y empleaba su tiempo en adiestrarse en las artes marciales, de tal modo que con tan solo once años ya sabía disparar un cañón, llegando incluso a organizar batallas simuladas con los mozos del pueblo. 

La navegación era otra de sus pasiones y la construcción de barcos le llegó a interesar tanto como la arquitectura militar. No obstante no fueron las materias bélicas las únicas en despertar su interés, la industria, la medicina, la construcción, el arte, todo merecía su atención. 

La personalidad de Pedro se iría formando bajo la influencia de los habitantes de la llamada "colonia alemana" de Moscú. El joven Zar frecuentaba este barrio de extranjeros observando sus tradiciones, sus costumbres, sus avances científicos y sus progresos comerciales. Comparaba la vida de los rusos con la de los europeos y un enorme deseo de modernizar Rusia iba haciendo presa en él. 

El Barrio Alemán de Moscú - Alexander Benois



A los 17 años su estatura - medía 2 metros - era inusual. Su madre pensó que antes de que Pedro ocupara - realmente y no de forma nominal - el trono, convenía casarle y buscó una novia adecuada a sus propias ideas y no a las de su hijo. La elegida fue Eudoxia Lopujiná, una joven analfabeta, sin intereses intelectuales y totalmente contraria a cualquier tipo de modificación o reforma del estilo de vida imperante. Eudoxia en ningún momento fue del agrado de Pedro. 

Sophia había ido perdiendo a sus partidarios tras algunos fracasos en las campañas militares emprendidas. Por el contrario el respeto de los militares por Pedro había ido aumentando.Tanto él como la nobleza y el cuerpo militar que le era leal consideraron que había llegado el momento de ocupar de nuevo su “medio trono”. Tuvo que sofocar algunas rebeliones y recluir a su hermanastra en un monasterio para conseguirlo. 

A pesar de que su matrimonio no era feliz, en 1690 Eudoxia traía al mundo a su primer hijo, Alexis, el futuro Zarevich. Pedro seguía frecuentando el barrio alemán y allí conoció, un año después del nacimiento de su hijo, a la hija de un comerciante holandés, Anna Mons, se enamoró de ella y la convirtió en su amante. La relación duraría trece años.

En el año 1696, moría Iván y Pedro pasaba a ser el único Zar de Rusia. Se encontró con una población analfabeta, aislada de los avances que se producían en Europa y sin ningún interés por ellos. Tenía en sus manos un país inmenso que seguía anclado en el pasado y se propuso cambiarlo.

                                                                                                                          Continuará......