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viernes, 31 de octubre de 2025

Alejandro II de Rusia

 



El que se convertiría un día en zar de Rusia y llegaría a ser el responsable de las grandes reformas liberales en su país, nació en San Petersburgo el 29 de Abril de 1818, estando el imperio en manos de su tío, el zar Alejandro I.

El neonato era el hijo primogénito  del Gran Duque Nicolas y de Carlota de Prusia y desde el mismo momento de su llegada al mundo se convertiría en el tercero en la linea de sucesión del Imperio ruso.


En la educación del pequeño Alejandro  Romanov se siguieron todas las tradiciones rusas en la materia y durante los seis primeros años de su vida estuvo arropado bajo la tutela de su madre y de las niñeras elegidas para ello. No obstante al llegar a los seis años se le desposeyó de todos  los mimos y se eligió para ser su maestro a un veterano oficial, el general Karl Mérder. 


De aquellos  años de su educación se dijo de todo; algunos afirmaban que le gustaban los ejercicios, las maniobras militares y los desfiles. Otros, por el contrario, aseguraban que su carácter era débil, sentimental y con tendencia a la melancolía.


Sobre Alejandro ejercía una gran influencia el poeta del romanticismo, Vasili Zhukovski,  que fue su profesor y que compuso un plan de estudios para el joven que duraría más de una década. Zhukovski, llegó a decir que "su Majestad no tiene que ser científico sino ilustrado", lo cual nos da una idea de la educación que pretendió dar a su pupilo.


Vasili Zhukovski 


Lo que si parece cierto es que a lo largo de su vida demostraría poseer una característica que, hasta ese momento, no se había apreciado en ninguno de los Romanov que le precedieron: La empatía. Algunos historiadores afirman que esas condiciones de sensibilidad y compasión ante el sufrimiento ajeno se debían a la influencia de Zhukovski.


La verdad es que su educación fue esmerada, le dieron clase los mejores científicos y los hombres más brillantes del Estado. Como consecuencia de ello hablaba cinco idiomas,y tenía grandes conocimientos de historia, filosofía, geografía, matemáticas, lógica etc.


Siguiendo las tradiciones de los varones Romanov al llegar a la edad adulta comenzó  su particular periplo viajero. Lo primero era conocer el Imperio que un día podría llegar a gobernar y durante tres meses viajó por Rusia  dándose a conocer y conociendo a  las gentes que, tal vez, llegarían a ser sus súbditos.


 En la segunda parte del viaje el recorrido era por el extranjero. Una vuelta por los países europeos con una finalidad educativa y sobre todo matrimonial.


Durante el viaje por Prusia conoció a María, princesa de Hesse-Darmstadt,y se enamoró perdidamente de ella. La elegida no era del agrado de su madre, que la consideraba de una alcurnia inferior para un Romanov, y que se opuso frontalmente al matrimonio. A pesar de ello la boda se celebró y la princesa adoptó el nombre de María Alexándrovna, como manda la tradición.


María Aleksándrovna 



Mientras todo esto sucedía en su vida, los fallecimientos en la dinastía Romanov se estaban encargando de tejer su destino, un destino que, según parece, él nunca ambicionó.


En 1825 falleció su tío, Alejandro I, sin descendencia legitima por lo que su padre Nicolás ascendió al trono. En aquel momento cabe suponer que el pequeño Alejandro de apenas 7 años apenas notó nada pero lo cierto es que tal vez por ello su educación se convirtió en una cuestión de Estado y fue sumamente completa.


 En 1855, a la muerte de su padre, Alejandro asumió el trono  y fue coronado Emperador de Rusia, Rey de Polonia y Gran Duque de Finlandia con el nombre de Alejandro II. Tenía 37 años de edad. 


Su padre, además del trono, le había dejado como regalo póstumo la Guerra de Crimea. Alejandro se dio cuenta que Rusia no podía resistir los ataques de sus poderosos enemigos: el imperio otomano, Francia, Inglaterra, Austria y algunos más formaban el frente opuesto por lo que, dándose cuenta que vencer era imposible, ordenó firmar la Paz de París. Con este acto Rusia perdía algunos de sus territorios  y además aceptaba la  prohibición de  tener buques de guerra en el mar Negro.



 Alejandro asumió un Imperio en crisis que hacía aguas por todos sus lados; el descontento entre los campesinos era total, la economía estaba en declive, la perdida de los territorios tras la firma de la Paz de Paris había dejado al ejercito ruso con un sentimiento de humillación y agotamiento. La cosa, no se presentaba fácil para el nuevo zar.


Hasta entonces los zares que habían gobernado Rusia tenían un espíritu autocrático. Su propio padre, Nicolás I, había sido uno de los emperadores más severo y conservador de la Historia de Rusia. Por el contrario Alejandro, inteligente y con una mente abierta y clara había aprovechado bien su periplo por el extranjero; además de una esposa trajo consigo el aprendizaje de los sistemas de gobierno europeos.


Inició las reformas más trascendentales de la historia rusa pero, como todas las reformas, tardaron en implementarse más de lo deseado por el propio zar. Se pudo ver pronto que los cambios en la legislación de la industria y el comercio tropezaban con la existencia de la servidumbre de la gleba, que no dejaba de ser una forma de esclavitud. En 1861 el zar Alejandro II abolió la servidumbre.


Poco a poco el zar fue introduciendo las reformas que pretendían llevar a Rusia hacia la modernización; introdujo un sistema de autogobierno local, reorganizó  el ejercito, desarrolló una nueva organización de la administración pública con un nuevo código penal y con una mayor simplificación de los procedimientos tanto del civil como del penal; perfeccionó el sistema de educación universitaria, relajó la censura y otras muchas reformas salieron de su mente y de su pluma.


Mientras Alejandro llevaba a cabo los cambios legislativos e intentaba poner en orden su inmenso imperio su esposa María Aleksándrovna - a decir de la corte rusa demasiado tímida, demasiado sencilla, con poca conversación y ningún encanto - se dedicaba a parir hijos. La pareja tuvo nada menos que ocho y, claro está, con tanto embarazo y con una salud delicada sus apariciones en la corte eran más bien escasas.


Alejandro, que tenía  debilidad por las mujeres, busco amantes que complacieran,  durante los embarazos de su esposa, sus deseos carnales. Acabo enamorándose de una de  ellas, la princesa Catalina Dolgorúkov con la que, con esa facilidad procreativa que poseía, acabo teniendo cuatro hijos.



El gobierno ruso tardaba en adaptarse a las nuevas reformas y la sociedad se impacientaba. Empezaron a aparecer grupos radicales que, fuertemente influidos por las ideas del filósofo alemán Karl Marx, exigían mayores derechos civiles y una mayor democracia. Se iniciaron las protestas, las revueltas e incluso los actos terroristas.


A los largo de su reinado Alejandro sufrió varios atentados y un gran dolor. La muerte de su primogénito el zarévich Nicolai  cuando apenas contaba  21 años de edad fue algo difícil de superar para el zar.


Un año después de esta desgracia que lo dejó sumido en la tristeza sufrió el primer atentado del que salió ileso. En la década de 1870 los atentados terroristas se sucedieron en Rusia: contra altos funcionarios, contra representantes del Estado, contra policías y como no contra el mismo zar que sufrió cuatro de ellos aunque de todos salió ileso.




La suerte que había tenido hasta entonces le fue esquiva en la mañana del 13 de marzo de 1881. Ese día Alejandro II viajaba en un coche descubierto por las calles de San Petersburgo, iba escoltado por un pequeño grupo de soldados. El recorrido, por repetitivo, era conocido. Como siempre grupos de personas se agolpaban en las aceras. De pronto una detonación detuvo a la comitiva, una bomba había sido lanzada  explosionando dentro del carruaje  matando a varios miembros de su escolta e hiriendo al zar. El terrorista fue capturado inmediatamente, pero cuando los policías y el resto de su escolta intentaban llevar a Alejandro a un lugar seguro un segundo terrorista le lanzó para bomba a los pies.



El emperador sangrando copiosamente, con ambas piernas destrozadas y moribundo  fue trasladado a toda velocidad y  en trineo al Palacio de Invierno. Su médico el Dr. S.P. Boykin aseguró que  le quedaba poco tiempo de vida. La familia entera acudió para darle su último adiós. Falleció a las 3:30 horas de ese mismo día.


Dos años después de estos hechos su hijo, Alejandro III, ordenó construir una iglesia en el mismo lugar del atentado que costó la vida a su padre. Se la conoce como  La Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada. En el interior de  la misma pueden verse piedras manchadas con la sangre del zar.



La lucha de Alejandro II por hacer de Rusia un estado moderno y  liberal quedo, tal vez, ahogado en su propia sangre. Al asesinato del zar le siguió un periodo de censura y de  represión sangrienta y caótica. Cientos de presuntos revolucionarios fueron detenidos y ejecutados. La autocracia se instaló de nuevo en el espíritu de la monarquía zarista.


Probablemente la empatía que impregnaba la mente de Alejandro II fue una  de las razones por las que deseó  cambiar el sistema político de su imperio y tratar de  conseguir con ello un mayor bienestar para sus gentes. Su asesinato significó un cambio radical en la política rusa y en definitiva el fracaso de sus intentos de modernización de un imperio tan vasto como complejo.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Urraca I de León

 





En la España medieval que una mujer pudiera ejercer el poder, no como regente, sino como soberana de pleno derecho era algo que nunca se había producido. Urraca fue la primera en enfrentarse a todos para defender una corona que era suya y tal vez por ello se la llamó  "La Temeraria".


Urraca nació en 1081 hija del  segundo matrimonio legitimo de Alfonso VI de León y  de Constanza de Borgoña y, aunque nacieron seis hijos más de este matrimonio tan sólo Urraca llegó a la edad adulta. 


El rey Alfonso no había tenido hijos de su anterior matrimonio pero si de la relación habida con la "noble" concubina ( según el obispo Pelayo de Oviedo) Jimena Muñoz. De ella tuvo dos hijas : Elvira Alfonsez y Teresa Alfonsez.


No cejaba Alfonso en el intento de tener un hijo varón al que dejar su Reino. Constanza había muerto y tras su muerte apareció  Zaida, una princesa musulmana a la que Alfonso VI se unió, no está claro si como concubina o como esposa, una vez ésta se hubo convertido al catolicismo y adoptado el nombre de Isabel. Concubina o esposa los cierto es que le dio el tan ansiado varón, un hijo que  vio la luz en 1093 y al que se impuso de nombre Sancho.




Hasta que se produjo el nacimiento de su hermano, Urraca, que pasó sus primeros años en Monzón de Campos, población de Palencia, bajo la tutela de su ayo Pero Ansúrez  estaba siendo educada como correspondía a la heredera al trono de León. Además de otras disciplinas, la caza y la equitación formaban parte de su programa educativo y probablemente recibió también instrucción militar. Su educación se sabe que fue muy completa por las cartas de agradecimiento que, pasado el tiempo, ella escribió a sus maestros.


1093 fue un año crucial en la vida de Urraca. Ese año murió su madre, nació su hermano Sancho - cuyo mero nacimiento la despojaba de ser la heredera al trono de su padre -  y se producía su matrimonio con Raimundo de Borgoña. En el transcurso de un año y con tan solo 12 años de edad Urraca había pasado de hija a huérfana de madre, de heredera de un Reino a simple condesa consorte y de niña  a esposa de un hombre muchos años mayor que ella.


Alfonso VI había dividido Galicia en dos condados, uno , el del norte, sería otorgado a Urraca y su esposo, Raimundo,  sería el encargado de su gobierno con el titulo de Conde de Galicia.  El otro, el condado Portucalense, que comprendía las tierras entre el río Miño y el Duero le fue otorgado a su hija Teresa Alfonsez como dote, tras el matrimonio de ésta con Enrique de Borgoña. Con el tiempo este condado se constituiría en el Reino independiente de Portugal.


Raimundo de Borgoña


Urraca cumpliendo con el papel que aquella sociedad medieval le tenía encomendado se convirtió pronto en madre. Del matrimonio nacieron dos hijos: Sancha y Alfonso quienes, como era costumbre en la corte, fueron educados en el seno de familias nobles y bajo la protección de los ayos elegidos por sus padres. 


En 1107 fallece, víctima de una enfermedad, Raimundo de Borgoña y la condición de viuda de Urraca haría cambiar su estatus y aumentar sus responsabilidades, situación ésta que Urraca aceptó de sumo grado pero - en el medievo siempre había un "pero" para la mujer - en caso de que Urraca volviera a casarse  el gobierno de Galicia  pasaría a manos de su hijo Alfonso Raimundez. De este modo esperaban los nobles gallegos garantizar la estabilidad de Galicia.


Un año después su hermano Sancho cae muerto en la batalla de Uclés, en lucha contra los almorávides, quedando roto en aquel momento el sueño de su padre de traspasar su reino a un hijo varón. Así pues la vida de Urraca volvía a cambiar y se convertía de nuevo en la heredera al reino de León. Así lo reconocía  Alfonso VI  poco antes de morir en julio de 1109. A pesar de nombrarla heredera, el rey  consideró que era imprescindible para el buen gobierno del Reino que su hija se casara y había empezado  a buscar un candidato conveniente, la muerte le sobrevino antes de acordar el matrimonio de Urraca.


El primer acto de Urraca como reina de León fue presidir  el sepelio de su padre. Tenia 28 años y sabía perfectamente que el reto que tenía por delante sería difícil pero estaba dispuesta asumir sus responsabilidades. Habían pasado dos años desde la muerte de Raimundo y Urraca, que no dejaba de ser una mujer joven, se hallaba interesada en el conde Gomez Gonzalez y él en ella pero, el interés de la reina no era algo a tener en cuenta  por la nobleza y por ello y para consolidar la corona y evitar luchas con los nobles aceptó desposarse con el candidato que la mayoría de ellos le había propuesto y que también había sido, a decir de todos, el preferido por su padre. 




El elegido era  Alfonso I "el Batallador", rey de Aragón y Navarra y así se lo hicieron saber. Este matrimonio no gustaba a Urraca ni tampoco la Santa Sede vio con buenos ojos el enlace pues el Papa consideraba que los contrayentes eran parientes  en grado directo, y en varias ocasiones con amenazó con disolver el matrimonio.


 A pesar de todo, los esponsales se celebraron en diciembre de ese mismo año de 1109. En ellos quedaba estipulado que si nacía un hijo del matrimonio el cónyuge superviviente  heredaría el conjunto de los bienes de ambos y después la herencia pasaría al hijo de los dos. Si no hubiere hijos, Alfonso Raimundez, el hijo de Urraca y Raimundo, seria el heredero. En las capitulaciones matrimoniales había también una "declaración mutua de garantías" y se estipulaba en ellas que ambos cónyuges debían honrarse mutuamente y se acordaba expresamente que si una de las partes abandonaba al otro, el infractor perdería el derecho a la lealtad de sus súbditos. De esta forma, Alfonso I debía honrar a la reina, y juraba que no la abandonaría ni por excomunión, ni por motivo de consanguinidad ( Alfonso y Urraca tenían un bisabuelo común). Probablemente esta disposición intentaba contrarrestar las amenazas papales de disolver el matrimonio.


A pesar de todo los dicho en las capitulaciones, el matrimonio fue un completo fracaso. Urraca se había visto obligada a contraer nupcias con el rey de Aragón, y del mismo modo el rey de Aragón había aceptado la boda por razones políticas. El amor, pues, brillaba por su ausencia, aunque no era eso lo peor. Alfonso de Aragón era un hombre violento, no exento de misoginia que llegaba incluso al maltrato físico. Según testimonio de “La Historia Compostelana”, Urraca acusó a su esposo de sentir odio hacia la persona del pequeño Alfonso Raimundez. Argumentó  la reina el terrible  miedo que ella tenía  a que, llevado por ese odio y el pensamiento de que en ausencia del niño él podría apoderarse del Reino de León, Alfonso I pudiera perpetrar el asesinato del pequeño.


Alfonso I "el Batallador"


La ruptura llegó pronto, en verano de 1110, fue la reina Dª Urraca la que decidió regresar a sus dominios de León y poner fin, de hecho, a la unión matrimonial. La "Historia Compostelana" nos dice que la decisión de la ruptura fue firme y fue Urraca quién la propició. 


Se apresuró Dª Urraca a recabar apoyos  de los nobles de León, de Castilla, de la Rioja, de Extremadura y de Galicia, y una de las medidas que tomó, dando muestras con ello de una gran astucia y diplomacia, fue asociar a su hijo Alfonso Raimundez  - que pasaría a ser Alfonso VII - al trono. De ese modo quedaba asegurada la sucesión y se aseguraba el apoyo de la nobleza durante el tiempo que durara su reinado. 


Alfonso "el Batallador" no estaba dispuesto a poner fácil las cosas ni a perder el Reino de León que pretendía llegara a ser suyo. Consiguió encarcelar a Urraca en la fortaleza de Castellar y lanzar a su ejercito contra todos los que habían apoyado a la reina. El conde Gomez Gonzalez junto con el conde Pedro Gonzalez de Lara lograron liberar a Urraca de su encierro. Los enfrentamientos bélicos  tardarían años en finalizar, y en uno de ellos moriría el conde Gomez Gonzalez.  


El matrimonio fue anulado por decisión Papal argumentando consanguinidad de los cónyuges.


No terminaron aquí los problemas para Dª Urraca y uno de los principales se lo planteó su hermana Teresa quien no contenta con lograr la independencia del condado Portucalense pretendía ampliar sus dominios adentrándose en tierras leonesas.


Urraca, tras la experiencia vivida,evitó casarse para no volver a pasar por situaciones similares a las que había tenido que hacer frente, aunque no por ello renunció al amor y, dado que poseía un espíritu muy liberal, mantuvo relaciones con distintos hombres. El conde Gomez Gonzalez fue, según parece, uno de sus primeros amantes  y padre de uno de sus hijos y a su muerte, en lucha contra el Batallador, fue sustituido en el corazón y en el lecho de Dª Urraca por  el conde Pedro Gonzalez de Lara con quien también  tuvo un hijo. 


Poco dicen los cronistas de estas relaciones de la reina que eran consideradas fuera de las normas morales. Algunos llegaron a justificarlas diciendo que Urraca era joven, hermosa y había estado mal casada. Otros, en cambio, intentaron ocultarlas. La dificultad al intentar saber la vida de Dª Urraca en ésta etapa estriba en que los cronistas y los historiadores no se ponen de acuerdo; la visión de algunos sobre su persona y su trabajo como reina es positiva y para otros es negativa. 


El 8 de marzo de 1126 Urraca I fallecía en Saldaña ( Palencia) como consecuencia de una complicación en el parto de un hijo de Pedro Gonzalez de Lara. Sorprende la causa de la muerte teniendo en cuenta la edad de dª Urraca en aquel momento.


Fue enterrada en el Panteón de Reyes de San Isidro de León.



Se la ha llamado "la temeraria" y también "la indomable", se ha dicho que fue dominante, que utilizó a su hijo - cosa que solo realizó para obtener el apoyo de la nobleza y salvaguardar el reino - que su conducta, al convivir con sus amantes como si de un matrimonio se tratase, llegaba a ser libertina. Lo cierto es que gobernó por derecho propio uno de los reinos más importantes de Europa. Fue  más diplomática y más astuta que sus adversarios, supo llegar a pactos a fin de recabar los apoyos que le eran necesarios para mantener el poder en su Reino. No se conformó con que un hombre, por el hecho de ser su esposo, la relegase al lugar de reina consorte cuando ella era reina por derecho propio y como tal quería ejercer. Según escribe  la investigadora española y catedrática en historia medieval  Mª Jesús Fuente Pérez, "supo manipular en ese mundo masculino de guerreros, nobles y clérigos poderosos, y conseguir lo que quería"








jueves, 29 de mayo de 2025

ALFONSO XII

 




El 28 de noviembre de 1857, mientras el frío barría las calles de Madrid, la reina Isabel II alumbraba en el Palacio Real al séptimo de sus hijos, un varón que recibiría el nombre de Alfonso.


Todos los partos de la reina despertaban en el pueblo de Madrid, tan cercano al palacio, la polémica. Se hacían apuestas sobre quién sería el padre de la criatura, ya que no se daba ningún crédito a que fuera el rey consorte, D. Francisco de Asís, el que hubiera engendrado al vástago real. Se aventuraban nombres de éste o aquel personaje  que poseía, a decir del vulgo, los favores de Isabel II en el momento de la concepción.


El nacimiento de Alfonso no fue una excepción y se llegó a dar por seguro que el padre de la criatura era Enric Puigmoltó Mayans un Oficial de la Guardia Real que, según se contaba, andaba en amoríos por aquel entonces con la soberana.



En los primeros años de su infancia la orientación de su educación se dejó en manos del marqués de Alcañices, padre del que, pasado el tiempo, se convertiría en el amigo más intimo de Alfonso; el duque de Sesto. 


Alfonso, que desde el momento de su nacimiento fue nombrado Príncipe de Asturias, tenía una salud frágil y tanto los médicos de la familia real como sus preceptores fueron proclives a que realizara gimnasia y deportes. El ejercicio físico, en aquellos años, estaba en boga entre la alta burguesía. 


En septiembre de 1868 se produjo en España una sublevación militar y popular que fue llamada la Revolución Gloriosa y que supuso el destronamiento y exilio de Isabel II y de su familia dando lugar a lo que fue conocido como el Sexenio Democrático. 


Alfonso no había cumplido todavía los 11 años cuando en un giro, para él inesperado, le cambió la vida. Entre gritos de! Abajo los Borbones ! la Familia Real huyó hacia Francia iniciando un exilio que para Isabel II sería permanente.



Una vez instalados en un palacio de París, al que Isabel II había rebautizado como Palacio Castilla, el príncipe fue matriculado en el Colegio Stanislas en el que cursó, parece ser que con aprovechamiento, un año de estudios. Tuvo también profesores particulares entre los que destacó Guillermo Morphy que habría de convertirse en su secretario hasta el día de su muerte.


Mientras tanto en España la  búsqueda de una nueva forma de que el país fuese gobernado había dado lugar a la formación  de un gobierno provisional y éste convocó Cortes Constituyentes. Las Cortes proclamaron la Constitución de 1869 que establecía como forma de gobierno la Monarquía Constitucional. Como no se deseaba un Borbón ocupando de nuevo el trono se empezó a buscar otra dinastía para España. Se consiguió convencer al rey de Italia para que su hijo Amadeo aceptara - parece ser que a su pesar - la oferta de ser el primer rey de España de la dinastía de Saboya.


Las presiones sobre la destronada Isabel II para que abdicara en su hijo Alfonso, si es que quería ver algún día a los Borbones ocupando de nuevo el trono de España, acabaron haciendo mella en su espíritu y la exreina claudicó.


El 20 de junio de 1870  Isabel II abdicó la Corona en favor de su hijo Alfonso. A pesar de ello el proceso iniciado en España seguía imparable y  un año después de la abdicación de la reina, Amadeo I era proclamado rey de España. Corría el año 1871.


Amadeo I

Cuando estalla la guerra franco-prusiana la  destronada familia real siente  que en París corre peligro y deciden trasladarse a Ginebra. Alfonso ingresaría en el prestigioso Colegio Theresianum de Viena y allí cursaría estudios hasta 1872. Posteriormente y, siguiendo el consejo de Cánovas del Castillo que ya iniciaba el movimiento político que conduciría a la Restauración, ingresaría en la academia Militar de Sandhurst, en Inglaterra.


Estos trasiegos, del colegio francés al  austriaco y de aquí a la academia militar inglesa, le dieron a Alfonso una formación profunda y variada, le permitieron conocer distintos sistemas políticos, distintas formas de vida y dominar varios idiomas. Era un joven inteligente, intuitivo, con una mente abierta y amplitud de miras. 


Amadeo I, el rey que vino de Italia , había presentado su renuncia al trono de España en febrero de 1973 y regresado a su tierra natal asegurando que España era una "jaula de Grillos"


Cánovas del Castillo tejía los hilos de su proyecto integrador en torno a la figura de Alfonso. Los españoles empezaron a mirar esperanzados a aquel Borbón que, a decir de todos los que le conocían, nada tenía que ver con la inculta Isabel II.


El 29 de diciembre Cánovas del Castillo realiza un pronunciamiento en la población de Sagunto en favor de la restauración de la monarquía con el acceso al trono del príncipe Alfonso de Borbón.


Cánovas del Castillo

Alfonso hizo su entrada en Madrid el 14 de Enero de 1875 y los madrileños se echaron a la calle para recibir con verdadero entusiasmo al que querían que fuera su nuevo rey. Nadie parecía recordar que siete años antes y con ese mismo entusiasmo gritaban !Abajo los Borbones! mientras la reina y su familia - entre los que se encontraba Alfonso - salían raudos hacia Francia. 


Fue proclamado en las Cortes como Alfonso XII y a  pesar de sus diecisiete años dio muestras de una gran determinación. Estaba dispuesto a  conseguir regenerar la política española con un nuevo régimen  basado en una monarquía  liberal, constitucional y  parlamentaria que estuviera a la altura de otros países europeos.  Ese era el proyecto de Cánovas y también el suyo.


Un año después de su llegada  se aprobó la nueva Constitución de 1876 y en ese mismo año, con el rey dirigiendo la ofensiva final en el norte del país, se dio por terminada la guerra carlista. 


La popularidad de Alfonso crecía día a día, poseía un gran carisma pero no era eso lo más importante, la gente lo aclamaba y lo quería porque allí donde hubiese una desgracia, fuese cual fuese el lugar de España en la que ésta ocurriera, la visita del rey Alfonso XII se recibía de inmediato.


Su popularidad aumentó todavía más cuando se supo que el rey se había enamorado perdidamente de su prima, Mª Mercedes de Orleans y Borbón, y que pretendía casarse con ella. El hecho de que su madre, la disoluta Isabel II, se negara y que el enlace tampoco fuera del agrado del gobierno ni del parlamento hacía crecer la empatía popular hacía Alfonso. Cánovas, con sutil inteligencia, empezó a ver el enlace como una ocasión de afianzar, todavía más, entre la población la recién estrenada monarquía.


Alfonso y Mercedes

El boda tuvo lugar el 23 de enero  de 1878 en la basílica de Atocha. Los españoles recibieron con agrado la noticia y por las calles de Madrid empezó a circular una canción que así lo confirmaba:


 Quieren hoy con más delirio

 A su Rey los españoles 

 Pues por amor se ha casado 

 Como se casan los pobres 


Aquel amor duró poco porque la enfermedad arrancó a Mercedes de los brazos de Alfonso. Seis meses después del enlace la reina murió víctima de una infección, acababa de  cumplir los 18 años. Alfonso quedó devastado y se aisló durante un tiempo aunque su sentido del deber y la influencia de Cánovas le devolvió de nuevo al cumplimiento de sus deberes.


Alfonso XII era un hombre enamoradizo y joven por lo que, a pesar del dolor que le produjo la muerte de Mercedes, no tardó en tener una aventura amorosa con la soprano Elena Sanz a la que retiró de los escenarios instalándola en un precioso pisito de la que hoy es la calle Goya, donde la visitaba con frecuencia.


Elena Sanz

La necesidad de otro matrimonio, que hiciera posible el nacimiento de herederos para la Corona, se imponía. Alfonso, ya que se trataba de un matrimonio de Estado, dejó en manos de Cánovas la elección de su futura esposa y la elegida por éste fue la archiduquesa austriaca Cristina de Habsburgo - Lorena, prima del emperador Francisco José I. Cristina era culta, inteligente,  muy tímida y poco agraciada lo que ocasionó que los madrileños - idealizada la figura de Mercedes - la considerarán "estirada". 


El enlace se celebró en la catedral de Atocha en noviembre de 1879 y pese a que el amor faltaba por parte de Alfonso, éste no dejó de cumplir con sus obligaciones como esposo y 10 meses después de la boda nacía su primera hija a la que, quizá con poco acierto, se le impuso el nombre de Mercedes.


El hecho de que hubiera contraído nuevas nupcias no le hicieron abandonar sus aventuras amorosas. A principios de 1880 tuvo su primer hijo con Elena Sanz al que llamaron, como no, Alfonso. El segundo, Fernando, nacería un año después. Estos dos hijos bastardos darían, algunos años después, no pocos quebraderos de cabeza al gobierno de España.


Aunque no existiera amor, al menos por parte de Alfonso XII, si existía un enorme respeto hacía su esposa y hacia su capacidad intelectual. La segunda de sus hijas,Teresa, nació en 1882.


Cristina de Habsburgo-Lorena

Su deseo de compartir siempre la suerte de los españoles no le permitía permanecer demasiado tiempo encerrado entre las paredes del palacio y a sus idas y venidas por la geografía española y a sus galanteos nocturnos con las distintas amantes, se atribuyó el contagio de la tuberculosis que sufrió.


Para los españoles la enfermedad del rey fue inesperada pues nada hacía sospechar al pueblo, dada la juventud del monarca, que padeciera tisis y además  ésta se manifestó de forma muy agresiva. Por consejo de sus  médicos, Esteban Sánchez Ocaña y Laureano García Camisón,  en el mes de octubre se  retiró al palacio del Pardo, esperando que aquellos aires  mejoraran su salud. 


Al principio  de su estancia en el Pardo pareció que el rey se reponía, pero la tarde del  23 de noviembre sufrió, de manera súbita, un empeoramiento, un ataque de disnea le provocó la perdida de conocimiento y se le trasladó al lecho del que ya no se levantaría. A partir de ese momento todo fue muy rápido. Acudieron al  palacio del Pardo la reina y demás miembros de  la familia real, el Nuncio de su Santidad, ministros y políticos. La reina, embarazada de su tercer hijo, no se aparto del lado de su esposo durante todo el tiempo que duró su agonía. A  las nueve de la mañana del día 25 de noviembre de 1885  Alfonso XII exhaló su último suspiro.


No hay ninguna duda de la popularidad del monarca. A esa popularidad habían contribuido su simpatía, su llaneza, su matrimonio por amor e incluso sus aventuras extramatrimoniales que le daban un áurea de D. Juan muy al gusto del pueblo español en aquellos años. Pero por encima de todas esas cosas estaba el hecho de que Alfonso XII era un rey valiente, liberal, constitucional y cuya dedicación al pueblo, al que siempre considero que servia, era absoluta. Cuando Murcia sufrió inundaciones allí estuvo el rey, cuando Andalucia se vio sacudida por un terremoto acudió Alfonso XII y cuando en España se desató una epidemia de cólera que diezmó al regimiento que se asentaba en los alrededores de Aranjuez el rey, con su salud ya mermada y desoyendo a todos, incluido a Cánovas, marchó hacia esa población y abrió el palacio de Aranjuez para poder albergar a los enfermos.


Alfonso XII con los soldados enfermos en Aranjuez

Su reinado fue corto, tan solo duró diez años pero en ese corto espacio de tiempo Alfonso XII dio a España mucho más de lo que de él se esperaba; pacificó el país que había estado sumido en el conflicto carlista.  Hubo un notable despegue financiero gracias al aumento de la producción agrícola,  de la industria siderúrgica y de la textil, todo lo cual llevó  a España a un periodo de prosperidad.


Fue un buen rey que murió demasiado pronto, con tan solo 28 años. En el monumento que se alzó en su honor en el Parque del Retiro los madrileños todavía dejan flores.