Infanta Margarita en azul. Diego Velazquez
El primer parto de Dª Mariana de Austria, esposa de Felipe IV se produjo el 12 de junio de 1651. Fue una niña y por lo tanto fue inevitable la decepción de todos los que esperaban al ansiado heredero varón. A la niña se le impuso el nombre de Margarita Teresa y a pesar de la decepción causada por el hecho de pertenecer al sexo femenino, se llegaron a entrevistar a treinta y dos mujeres para que fuera amamantada, encomendándose su crianza a once de ellas y no se la destetó hasta 1654, según nos cuenta Junceda.
Prácticamente desde su nacimiento se la prometió al emperador Leopoldo I de Austria, hermano de su madre y por lo tanto su tío carnal. Por ello y desde que tenía dos años Velásquez la retrata y los retratos son enviados a la corte austriaca para que el futuro esposo conociera la evolución de su prometida pero, tras la muerte en 1661 de su hermano Felipe Próspero, que era el heredero de la Corona, el matrimonio de Margarita se convierte en un asunto de capital importancia para el futuro de la Monarquía y por lo tanto los esponsales son demorados. El pobre estado de salud del recién nacido príncipe Carlos inquietaba a Felipe IV quien probablemente consideraría que debía ser Margarita la heredera del trono.
Estas demoras en la celebración de los esponsales no convenían a Leopoldo I. El emperador necesitaba un heredero y además si moría el príncipe Carlos – como todo el mundo creía- la Infanta Margarita era una de las candidatas a heredar la Monarquía española. Por lo tanto, Margarita era un preciosa pieza que deseaba obtener a toda costa. Para ayudar a su embajador, el conde Potting, que defendía los intereses de Leopoldo en España, el Emperador enviaría a Madrid al barón Lisola, pero a pesar de ello las dilaciones continuaban.
Margarita Teresa. Martinez del Mazo
En 1665 muere Felipe IV y en su testamento no aparece ninguna referencia al compromiso matrimonial de Margarita Teresa y se piensa por ello que el Monarca deseaba evitar este matrimonio a fin de asegurar los derechos sucesorios de su hija en el caso de que el príncipe Carlos muriera sin descendencia. Como Carlos era menor de edad, la Reina viuda Mariana debe ocupar la Regencia. El emperador Leopoldo I pensó que siendo su hermana la que ocupaba la Regencia los tramites para los desposorios se agilizarían pero no fue así y se dieron nuevas excusas al conde Potting para postergar el matrimonio.
Finalmente la Reina Mariana consintió que se celebrasen los esponsales por poderes el 25 de abril de 1666, representando al Emperador el duque de Medinaceli y con la presencia, como no, del conde Potting. Tres días después la comitiva salía de Madrid camino de Denia acompañada por el duque de Albuquerque que había sido nombrado Camarero Mayor. En Denia esperaba la Armada Real de España y la ya Emperatriz embarcó rumbo a Barcelona. Al llegar a la ciudad fue recibida con salvas y grandes festejos que se habían organizado para agasajar a la comitiva pero, según nos cuenta Fernandez Duro "no sentaron bien a la comitiva los aires de la costa, y la Infanta adoleció de tercianas, sufriéndolas también el duque de Albuquerque, por lo que el viaje hubo de demorarse".
Margarita Teresa. Martinez del Mazo
Tras el ajetreado viaje, la Emperatriz hizo su entrada oficial en Viena el 5 de Diciembre de 1666. Conseguido el propósito de desposar a la Infanta española, Leopoldo se sentía feliz y para demostrarlo organizaría fiestas y saraos de tal magnificencia para celebrar los esponsales, que parece ser, que fueron los más espléndidos de la época, superiores incluso a los que acostumbraba a organizar Luis XIV. No cabe duda de que el Emperador se había propuesto ensombrecer Versalles. Ballets ecuestres, óperas, representaciones teatrales y música se fueron alternando en el patio central del palacio de Hofburg para dar la bienvenida a la Emperatriz y su séquito. Además el palacio había sido reformado y dotado de nuevos adornos y tapices y de un lugar donde pudieran representarse todas aquellas funciones a las que tan aficionada era la emperatriz.
Desde su llegada a la corte imperial Margarita se sitúa al margen de los asuntos de gobierno, intentando demostrar así que sus intereses estaban en satisfacer al Emperador y a sus súbditos. Se centra pues, en aquellas aficiones que siempre había tenido y que además compartía con su esposo. Le gustaba el teatro y con la mente en España promueve la representación de obras de autores españoles en Viena. Pero por lo que ambos sentían autentica pasión era por la ópera y así, y para inaugurar el magnifico teatro que Leopoldo había hecho construir se estrenó la ópera “ La manzana de oro” de Antonio Cesti, que fue considerado uno de los mejores espectáculos del siglo.
Otro de los intereses que compartían ambos esposos era la religión, tanto Margarita como su esposo eran profundamente católicos. Es posible por tanto que, aunque de forma involuntaria y tal vez influenciada por su confesor, P. Juan de Molino, contribuyera a la expulsión en 1669 de los judíos de Viena.
Margarita Teresa. Gerard du Chateau
Lo que si tenía claro la Emperatriz era que su gran misión consistía en dar hijos a la Corona. El embajador español en Viena, conde de Castellar, anuncia la primera gestación de la Emperatriz en la primavera de 1667. A partir de entonces, Leopoldo no se separará del lado de su esposa. El 28 de diciembre nace Fernando Wenceslao. Como es lógico pensar, la devoción de Leopoldo por su esposa aumentó con el nacimiento del primer varón pero, el 13 de enero, el pequeño Wenceslao moría sumiendo a los Emperadores en la tristeza.
Un año después, en enero de 1669, la Emperatriz alumbraba a su segundo hijo, una niña que recibiría el nombre de María Antonia y que sería la única de sus hijos que llegaría a la edad adulta, ya que, el tercero de ellos al que se impuso el nombre de Juan moriría al poco de nacer.
En 1673 Margarita se hallaba de nuevo encinta y seria éste, su cuarto parto, el que habría de llevarla a la tumba. El emperador había mandado venir una nueva partera desde Italia, Lucia Panesi, que debía ayudar a la Emperatriz pero el parto se complicaría y Margarita Teresa moriría como consecuencia de las complicaciones. Consciente de que el final se acercaba, la Emperatriz hizó testamento y se despidió de su familia.
Espiró entre las 2 y las 3 de la mañana del día 12 de marzo, tenía 21 años. Sus restos mortales reposan en la Cripta de los Capuchinos de Viena.