María Manuela de Portugal.- Anónimo. Museo del Prado
Vino al mundo en Coimbra el 15 de octubre de 1527. Era hija de Juan III de Portugal y de Catalina de Austria - aquella infanta que durante años acompañó a su madre, la Reina Juana I, en Tordesillas – y biznieta por lo tanto de los Reyes Católicos.
La infancia de María Manuela transcurrió de forma tranquila. Su madre, Catalina, le procuró una buena educación: aprendió danza, latín y canto; enseñanzas propias de una princesa destinada, como era lógico, a realizar un matrimonio conveniente.
En el año 1542, el rey de España, Carlos I, considera que ha llegado el momento de buscarle esposa a su primogénito el príncipe Felipe y la novia elegida será María Manuela de Portugal. Ambos jóvenes tienen quince años y son primos por partida doble.
La reina Catalina, madre de María Manuela, era hermana de Carlos I y su padre, el rey Juan III, era hermano de la madre de Felipe. Es por ello que Ludwig Pfandl dice que "éste matrimonio era un eslabón más en la larga cadena de matrimonios consanguíneos de la casa de Austria".
Hubo que pedir dispensa Papal para que pudieran contraer matrimonio y, concedida ésta, se celebró la boda por poderes en Portugal. La princesa entró en España por Badajoz continuando hacia Salamanca donde iba a celebrarse la misa de velaciones.
Felipe, había oído decir que la princesa era " muy hermosa" pero, queriendo conocer todos los detalles, había solicitado al embajador de España en Portugal, Sarmiento de Mendoza, una descripción de su prometida, y esto es lo que deja escrito el embajador: "la señora Infanta es tan alta y más que su madre; más gorda que flaca y no de manera que no le esté muy bien; cuando era más muchacha era más gorda; en palacio ninguna dama está mejor que ella". María Manuela era de mediana estatura, tenía unos bonitos ojos, una boca pequeña, la tez blanca y el cabello rubio y estaba entradita en carnes.
María Manuela de Portugal.-Anónimo
Era ya el mes de noviembre de 1543 cuando, en la catedral de Salamanca, se celebra el matrimonio. Según nos cuenta Junceda Avelló, en la noche de bodas y cumpliendo con la tradición, los altos dignatarios habían permanecido con los recién casados durante el tiempo que dictaban las normas, pasado el cual, se retiraron y dejaron solos a los recién casados pero, apenas dieron las tres de la madrugada D. Juan de Zúñiga, antiguo preceptor de D. Felipe se presentó en el dormitorio y separó a los nuevos esposos para que pasasen cada uno a descansar en su lecho. Cumplía las órdenes del Rey.
D. Carlos, temeroso de que a su hijo le sucediese lo mismo que le había sucedido a su tío D. Juan, el primogénito de los Reyes Católicos, de quien se decía que había muerto por sus excesos en el tálamo, escribió a Felipe una carta de recomendaciones sobre este particular. En ella, entre otras cosas decía:" puesto que vos sois de poca y tierna edad….conviene que no os esforcéis como hizo el Príncipe D. Juan…. os aconsejo que no bien halláis consumado el matrimonio, que os apartéis al menor impedimento, y que dejéis de visitar a vuestra esposa desde ese momento, y que cuando volváis a ella que sea por breve tiempo". En el deseo de evitar los abusos conyugales, el emperador recomienda a D. Juan de Zúñiga que duerma en la misma habitación que el príncipe a fin de evitar el exceso de visitas a la cámara de su esposa. Así pues, la luna de miel de los príncipes estuvo altamente vigilada.
No era ésta la única vigilancia a la que se vio sometida la nueva princesa de Asturias, también su madre, Dª Catalina, vigilaba a su hija. A través de la camarera mayor, Dª Margarita de Mendoza, recibía informes de los posibles excesos en el yantar de María Manuela. Preocupaba a la reina de Portugal el buen apetito de su hija y que el exceso de gordura mermara su capacidad para procrear, misión principal de toda princesa.
Había también otras cosas que preocupaban a Dª Catalina - que no olvidaba la historia de su madre, Juana "La Loca"- y, por ello entrega a su hija antes de su partida una serie de recomendaciones escritas de su puño y letra. Entre otras cosas le decía: "mucho os pido que no se os ocurran celos, porque no servirán sino para dar descontento al Príncipe, vuestro marido, y a vos….pon todos tus sentidos en el propósito de no dar nunca a tu marido una impresión de celos, porque ello significaría el final de vuestra paz y contento".
Felipe II.-Tiziano
En diciembre de ese mismo año le aparecen a D. Felipe unas erupciones en los muslos, probablemente sarna - según el propio Zúñiga - pero los cónyuges son separados de inmediato y no se les permite volver a reunirse hasta cinco semanas después.
María Manuela no había reglado todavía cuando contrajo matrimonio y los médicos de la corte a fin de acelerar el proceso la someten a varias sangrías. Advertida de la situación por Dª Margarita de Mendoza, la reina Catalina se apresuró a escribir a la corte española para intentar frenar las sangrías :"a este fin no se debe hacer nada porque el Príncipe es muy mozo…porque estas medicinas más dañan que aprovechan".
La menstruación de María Manuela, altamente celebrada, se produjo en el verano de 1544 y, para satisfacción de todos, la princesa queda embarazada en septiembre. Carlos I, desde Gante donde se encontraba, envía a su hijo sus felicitaciones. También Dª Catalina se encuentra feliz.
Durante la gestación no se produjeron complicaciones. Los príncipes se encontraban en Valladolid y fue allí donde, el 8 de julio de 1845 y durante la noche, se produjo el alumbramiento. Fue, para alegría de todos, un varón y se le impuso el nombre de Carlos. Este príncipe sería, pasados los años, una autentica amargura para su padre.
Carlos de Austria y Portugal.-Sanchez Coello. Museo del Prado
El parto se desarrolló con muchas dificultades, aunque María Manuela lo soportó estoicamente. Los dolores duraron varios días y dado que venía " mal colocado" dos comadronas tuvieron que manipular durante horas para lograr extraerlo. El propio D. Felipe en carta escrita a su padre explica que el parto había durado dos días pero que la princesa ".. ha quedado muy buena".
El optimismo de Felipe se vio frustrado al día siguiente del parto. María Manuela tuvo algo de fiebre. Dos días después la fiebre había aumentado la princesa tenía escalofríos y deliraba y la hemorragia había disminuido. Su médico personal, un portugués del que se desconoce el nombre, recomendó baños de agua salada para disminuir la fiebre y que se la mantuviera abrigada para que sudara. Los médicos españoles recomendaron la sangría. Los galenos discuten y finalmente se la sangra. El médico portugués abandona la corte.
María Manuela fallece el 12 de julio. Todavía no había cumplido los 18 años.
Las causa que se adujeron para explicar su muerte fueron disparatadas. Para algunos la culpa la tuvo la propia princesa que se había comido un limón o un melón - no está muy claro- estando recién parida.
Hoy, se considera que la causa del fallecimiento fue una sepsis puerperal. Se dieron muchas circunstancias que favorecieron este desenlace, María Manuela era una primípara, tenía menos de veinte años y tuvo un parto prolongado durante el cual se la estuvo manipulando vaginalmente por unas comadronas no demasiado expertas. A todo ello se unió la falta de asepsia de aquella época.
María Manuela está enterrada en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial
El sentido de la continuidad dinástica era una cuestión de Estado. Todavía hoy se perciben recuerdos de ese pasado con el nacimiento de infantes e hijos de príncipes. Nada está demasiado lejos.
ResponderEliminarUna grata lectura, como siempre.
Parece ser que la continuidad dinástica era de capital importancia.
EliminarSaludos
Entre los fantasmas de unos y de otras que eran de la misma familia, los miedos y los pocos medios y las pocas luces de algunos tuvo un triste final la princesa. una lastima. un placer leerte Ambar.
ResponderEliminarEn aquellos años parir era toda una gesta para algunas mujeres, por muy alto que fuera su rango.
EliminarBesos Leonor
¡¡¡Que historia madre mía!!! Es que no ha habido una reina feliz nunca, que cantidad de imposiciones y reglas, cuanto sufrir para nada, menos mal que atrás quedó aquel tiempo de “Maricastaña”, que tanto mal hizo a la historia. Encantada de volver a leerte. Un abrazo
ResponderEliminarAlguna habrá habido pero, la vida no es un camino fácil y las princesas no comen perdices.
EliminarUn beso Lola
Es verdad amiga, la vida no es fácil para nadie, para las princesas... tampoco.
EliminarMe gustan mucho tus entradas ¿lo sabes verdad? Un beso amiga.
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EliminarConstado así, como usted lo hace de bien, conmueve.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias dlt.
EliminarEs una historia triste la de doña María Manuela
ResponderEliminarSin duda los abrazos médicos de ese entonces y la sangría la hicieron perder la vida, vaya calamidad una joven en plena flor de juventud.
Por otro lado quizás también la mala manipulación del feto produjo algo más en la matriz de haber sobrevivido tendría cáncer, comer melón fue la peor excusa de los médicos españoles.
Tuvo suerte el médico portugués de haberse retirado de la corte si no sobre el la pena de muerte por perder a la princesa
Creo que el médico portugués tuvo una retirada a tiempo. Gracias por el comentario.
EliminarSaludos
Las patologías perinatales aún siguen matando chicas en muchas partes del mundo. Incluso pienso que lo del agua salada y aumentar la temperatura de la princesa no hubiese sido mal tratamiento (o menos malo que la sangría)
ResponderEliminarCreo que la princesa no hubiese sido feliz si hubiese sobrevivido.Muchas restricciones cortesanas...
Besos
El médico portugués tenía las ideas más claras que sus colegas españole. La soberbia de algunos puede llegar a matar.
EliminarSaludos
Una vida truncada tan a temprana edad. Y tan infeliz.
ResponderEliminarUn saludo.
Con el hijo que tuvo no creo que de haber sobrevivido hubiese sido feliz.
EliminarSaludos Cayetano
Muy triste pues era muy joven,lo casaban siendo niños,y también que los cuidadado médicos no eran los adecuados,haces el tema muy ameno es un gusto leerte,un abrazo
ResponderEliminarLos casaban antes de que hubiesen terminado de jugar. Los matrimonios reales formaban parte de las políticas de los distintos países.
EliminarGracias Amatista
Qué triste vida ls fe edta princesa!!!! Y con ese parto dificil, sin la debida asepsia..." me imagino la mugre ahi... en esa época!!
ResponderEliminarBesos
La asepsia brillaba por su ausencia. Debió sufrir mucho María Manuela.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY le echarían la culpa al limón/melón!! Cuantas mujeres morirían por caer en manos no inexpertas, si no de médicos que no tenían los conocimientos que se tienen hoy en día.
ResponderEliminarInteresante relato y como siempre muy bien contado!
Un saludo
Pues mira, probablemente, estaría tratada por los mejores médicos del país. No quiero imaginar los partos de las aldeanas...
EliminarBesos Carmen
Te podías dedicar a escribir un libro sobre reyes, ya que de estos temas andas más que sobrada.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias por la sugerencia. Supongo que estás de broma. Escribir un libro son palabras mayores, se debe dominar un arte del que yo carezco.
EliminarBesos Rafa
Una chica jovencísima sometida a una razón de estado que la convierte en una máquina para tener hijos. Triste historia para esta niña-mujer que apenas representa una sombra en nuestro devenir histórico.
ResponderEliminarPor cierto, el cortejo pasó muy cerca de Béjar, en concreto por Aldeanuvea del Camino y La Calzada de Béjar. Por allí anduvo nuestro duque, primo del ayo del príncipe, don Juan de Zúñiga, conde de Miranda del Castañar.
Un beso
No cabe duda, los de Béjar han constituido siempre una parte importante de nuestra historia.
EliminarBesos Carmen
Es fascinante como relatas el parto del príncipe Carlos como si de una aventura dramática se tratase. La verdad es que en esa época todos estos acontecimientos estaban rodeados de una gran expectación y, supongo, de escasos avances médicos. María Manuela falleció jovencilla, esa es la pena.
ResponderEliminarQue duda cabe que fue toda una aventura ese parto y además, como tu apuntas, muy dramática.
EliminarBesos
Qué pena de vida aun no vivida, y ya sesgada por el desconocimiento si esto les pasaba a los privilegiados de la época que no pasaría en la más absoluta pobreza. Siempre me causo curiosidad la vida de Juana I de Castilla ya que me cautiva su andadura sentimental. No sé casi diría que viviendo su madre me refiero a Catalina de Austria esa infancia tan peculiar (por llamarlo de alguna forma) que tuvo en Tordesillas, no sé pienso que en el dolor que le causaría la pérdida de su hija María Manuela debió de ser tremendo y en esas condiciones que hoy encontramos deplorables; pero no hay confirmación de aciertos sin pasar por los consabidos errores necesarios para llegar a la medicina que hoy conocemos. Que se escribirá en un futuro de la medicina de nuestros días quizás nuestros galenos y algunas de sus prácticas se comparen con aquellas deplorables sangrías…
ResponderEliminarUn cordial saludo.
La medicina ha ido avanzando y seguimos avanzando en ella día a día. Aunque los médicos de otras épocas sabían mucho menos de lo que ahora sabemos, lo cierto es que, como ahora, eran los que más sabían de las enfermedades y sus tratamientos de modo que, la sociedad, no tenía más remedio que recurrir a ellos.
EliminarLeí la biografía del hijo de Ma Manuela, Carlitos era todo un psicópata.
ResponderEliminarDebió ser un alivio para todos que muriera tan joven....
Pienso que sí, que debió ser un alivio su temprana muerte.
EliminarSigo en la playa un poco mas perezosa al publicar, pero sobre todo estoy leyendo tus otras entradas que tanto me hacen disfrutar de la historia. Pasa un buen fin de semana. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te gusten.
Eliminarbesos
¡Hola Ambar!!!
ResponderEliminarPaso a releer un poco de esta historia: y dejarte mi gratitud mi estima siempre, y desearte un feliz fin de semana.
Un abrazo grandote.
Gracias Marina.
EliminarBesos
Saludos querida amiga
ResponderEliminarSaludos también para ti.
EliminarMe ha encantado la entrada.
ResponderEliminarAdemás de explicarla con todo detalle, las fotos ayudan a completar tu relato.
¡Lástima que la medicina estuviese tan atrasada en el siglo XVI!
Hoy en día nadie se muere por una sepsis puerperal.
Cariños y buena semana.
Kasioles
Me alegra que te haya gustado.
EliminarBesos
Comom siempre te digo, sigo aprendiendo historia contigo, y desde luego me encanta leer tus entradas, que pena como las mujeres de antes tenian que quedarse con lo que sus padres eligieran para ellas. Mil besicos cielo
ResponderEliminarLas pobres mujeres de antes estaban al servicio de sus familias. No les quedaba otra opción que casarse con quien sus padres querían.
ResponderEliminarBesos
Venía para agradecer tus letras y ver si habías publicado algo nuevo.
ResponderEliminarAprovecho para desearte una estupenda semana y dejarte un fuerte abrazo.
Kasioles
De ello doy fe, tanto les gustó que tengo que repetirla.
ResponderEliminarDisfruta de este fin de semana.
Cariños en abrazos.
kasioles
Triste final para una joven princesa. No habría princesas que se tenían que casar unos primos con otros.
ResponderEliminarUn saludo.