sábado, 28 de marzo de 2015

Jorge de Kent



Jorge de Kent

Hijo de un rey y hermano de otro, el príncipe Jorge vino al mundo en Sandringham House en el condado de Norfolk en Inglaterra. Fue el cuarto hijo del matrimonio formado por el que un día sería el rey Jorge V del Reino Unido y María de Teck. 

Recibió una educación controlada y estricta como correspondía a un miembro de la Casa Real británica que además ocupaba en el momento de su nacimiento el quinto lugar en la línea de sucesión. Cuando contaba trece años entro en la escuela naval, pero no era este lugar el apropiado para él. Era un joven díscolo e independiente que al llegar a los veinte años tenía seriamente preocupados a sus padres. Consiguió que éstos ante el temor de escándalos, que pudiesen salpicar a la institución monárquica, le permitieran abandonar la Armada. Como algo tenía que hacer ocupó un puesto en el Home Office.

Jorge era un hombre rubio, guapo, culto y un tanto relamido. Era el favorito de su madre, la Reina Mary, ya que ambos compartían la pasión por las obras de arte y por las antigüedades. Se decía que tenía un don especial para distinguir a simple vista un autentico mueble de época de una falsificación. Era extremadamente bohemio y dado que sus ocupaciones en el Home Office no le interesaban demasiado y tampoco a sus dirigentes que las desarrollara o no, se escapaba en muchas ocasiones a la Riviera francesa. Allí se dedicaba a pasear por las playas durante el día y a visitar casinos durante las noches.


Jorge de Kent

La cuestión de la sexualidad del príncipe Jorge era otra de las grandes preocupaciones de sus padres. El joven era bisexual y según se desprende de la larga lista de sus amantes, tanto femeninas como masculinos, muy activo. Se enamoraba de gente no sólo de diverso género sino también de diversa condición social, ricas herederas como Poppy Baring, duquesas como Margarita de Argyll y sobre todo artistas por los que sentía una especial predilección. Entre sus amantes las figuras más destacadas fueron la cantante afroamericana Florence Mills, la estrella musical Jessie Matthews y Noël Coward. Este actor fue su relación más duradera pues durante diecinueve años estuvieron unidos sentimentalmente, aunque esto no impidió a ninguno de los dos mantener otras relaciones. Según la historiadora británica Lucy Moore el príncipe Jorge mantuvo relaciones también con la maharani Indira Raje. 

No era el sexo la única de sus adicciones. Se dice que desde su relación con Kiki Preston ( conocida como la chica de la jeringa de plata) la morfina y la cocaína también formaron parte de sus debilidades. Sus hermanos se preocuparon y llegaron a confinarle en palacio, en una especie de arresto domiciliario, para intentar de ese modo que dejara su adicción, pero no lo consiguieron. 

Parecía que la prensa británica tuviera un pacto de silencio, de hecho y a pesar de que las relaciones del príncipe con Noël Coward eran un secreto a voces, los periodistas callaban y, por lo tanto, la mayoría de los ciudadanos lo ignoraban. Su relación, para la gente común era la de dos solteros que asistían juntos a cenas, al teatro o a conciertos, sin que les uniera otra cosa que una simple amistad. No era tan discreto el príncipe Jorge como la prensa, y en numerosas ocasiones escribía cartas de amor a sus amantes masculinos, algunas de ellas tuvieron que ser rescatadas, previo pago, por su familia ante la amenaza por parte del destinatario de hacerlas públicas. 


Marina de Grecia y Dinamarca

Se consideró entonces que nada mejor para proteger la reputación del príncipe que un matrimonio glamuroso con una bella princesa de sangre real que reuniera belleza, elegancia y un árbol genealógico impecable. No fue difícil encontrarla, la princesa Marina de Grecia y Dinamarca reunía todas esas cualidades. No parece que en los encuentros previos al compromiso surgiera el amor entre la pareja pero, lo que si parece cierto, es que ambos se agradaban mutuamente. Formaban una hermosa pareja, ambos eran guapos, carismáticos, elegantes, sofisticados y con estilo, una buena pantalla para tapar la disoluta vida del príncipe.

Se casaron el 29 de noviembre de 1934, en la abadía de Westminster. Tras la ceremonia, el cortejo nupcial desfiló por las calles de Londres que se encontraban abarrotadas de gente. Todo el mundo admiró la belleza de la nueva duquesa de Kent. A los once meses tuvieron su primer hijo y al siguiente año el segundo. Pero no por ello el príncipe Jorge abandonaría sus licenciosas costumbres, más bien al contrario, continuaba con igual frenesí.

Boda de Jorge y Marina

Al inicio de la II Guerra Mundial, Jorge volvió a la vida militar activa. Durante un breve periodo de tiempo sirvió en la División de Inteligencia del Almirantazgo y después fue trasferido a la Royal Air Force con el cargo de Oficial del Estado Mayor del Comando de Entrenamiento, con el rango de Comodoro del Aire. Según los autores del libro “Doble rasero”el príncipe Jorge tuvo durante la década de los treinta conversaciones con Rudolf Hess y Alfred Rosemberg y participó en conversaciones secretas con su primo Felipe de Hesse en un intento de evitar la guerra con la Alemania nazi. También aseguran dichos autores que en mayo de 1941 Hesse viajó a Escocia para entrevistarse con el duque de Hamilton y que Jorge estaba presente en esa reunión.

El 25 de agosto de 1942, el príncipe Jorge despegó de Invergordon en Escocia en un S-25 Sunderland . Según la versión oficial su misión era levantar la moral del personal de la RAF destinado en Islandia. La tripulación había sido cuidadosamente seleccionada, tanto el capitán Frank Goyen como el copiloto Thomas Mosley estaban considerados como unos de los mejores oficiales del Ejercito del Aire pero, el avión nunca llegó a su destino. Se estrelló en una colina cerca de Dunbeath, a plena luz del día. La investigación oficial determinó que el accidente se debió a un error del piloto.


El accidente dejó muchas preguntas en el aire y desde luego muchas especulaciones. El único superviviente del accidente Andy Jack no aportó nada a la versión oficial, aunque se apunta a que la generosa pensión vitalicia que se le proporcionó fue la causa de su silencio. Algunos investigadores solicitaron en 1990 a la Oficina de Registros Públicos una copia del Informe de la investigación realizada y para su sorpresa se encontraron con que el informe había desaparecido. Las teorías de que la muerte del príncipe Jorge fue debida a una conspiración y no a un simple accidente continúan.

El duque de Kent fue enterrado en Windsor, en la Capilla de San Jorge hasta que en 1968 sus restos fueron trasladados al cementerio de Frogmore

sábado, 21 de marzo de 2015

Carlos VIII de Francia




Carlos VIII Valois



Nacido el 30 de junio de 1470 era hijo de Luis XI y de Carlota de Saboya y fue el séptimo de sus hijos pero, cuando él vino al mundo ya habían fallecido sus hermanos mayores, por lo que fue el Delfín de Francia desde el momento de su nacimiento.

Tenía una constitución débil y enfermiza, por lo cual su padre, que ya había perdido muchos posibles herederos, se esmeró en su cuidado. Su educación estuvo a cargo de Guilleume Tardif, un humanista que le inculcó el amor al arte.

Tenía tan sólo trece años cuando murió su padre. Era el mes de agosto de 1483, y Carlos fue coronado rey de Francia pocos meses después pero, dada su minoría de edad y que la madre de Carlos tan sólo sobrevivió a su esposo unos pocos meses, la regencia paso a ocuparla su hermana Ana de Beaujeu y su cuñado Pedro II Borbón. No fue fácil la regencia y durante los casi ocho años que duró la misma, Ana tuvo que enfrentarse a las ambiciones de gran parte de la nobleza para lograr mantener la autoridad real. La boda de su hermano, el Rey, supuso el final de su lucha aunque volvería a ocupar la regencia durante las campañas militares de Carlos.

El rey D. Carlos deseaba contraer matrimonio con Ana de Bretaña y anexionarse de ese modo esa parte del territorio que ocupaba el ducado pero, se daba la circunstancia de que Ana acababa de contraer matrimonio por poderes con Maximiliano de Austria. Esa boda fue considerada como una provocación por parte de Francia ya que, por una parte contravenía el tratado de Sablé, según el cual el rey francés debería haber dado su aprobación al compromiso nupcial y por otra, ponía a la Bretaña en manos de su enemigo.

Los hechos se consideraron lo suficientemente importantes como para justificar una invasión del ducado y tras una lucha encarnizada y al no recibir la duquesa ninguna ayuda de los demás reinos, ni siquiera la ayuda de Maximiliano, su esposo por poderes, se ve obligada a rendirse. En la primavera de 1491 Carlos VIII entra en Rennes como vencedor. Allí mismo se anuncia el compromiso de Ana y Carlos tras repudiar la duquesa a Maximiliano I ya que el matrimonio no se había consumado.

Carlos VIII y Ana de Bretaña

Tras el anuncio del compromiso Ana se dirigiría a Langueais, lugar donde se celebraría la boda, escoltada por su propio ejercito, en un intento por demostrar que no se casaba obligada pero, al mismo tiempo, acudió al enlace con dos camas, haciendo patente con este gesto que el matrimonio no comenzaba precisamente bien.

A pesar de estos malos comienzos el matrimonio tuvo cuatro hijos ya que, tanto Carlos como Ana, sabían que una de sus obligaciones principales consistía en dar herederos a la corona y ambos pusieron empeño en ello, aunque la mayor parte del tiempo vivirían separados en distintas residencias. 

Poco después de la boda, Carlos da un nuevo rumbo a su política y comienza una expansión militar cuyo primer objetivo se centra en el Mediterráneo. Así, el rey francés inicia una campaña para conquistar Nápoles y hacia allí se dirige con un nutrido ejército al que sigue un gran número de rameras, unas 800 según algunos cronistas, para cubrir las necesidades de la cuantiosa tropa. Fernando II de Aragón “el Católico” no estaba dispuesto a consentir que Nápoles pasara a manos francesas por lo que envía a Gonzalo Fernández de Córdoba el “Gran Capitán”, quien da al traste con los planes expansionistas de Carlos.

Pero, la guerra había durado mucho y en 1495 empezaron a aparecer casos de una nueva enfermedad, que según Cumano, médico de Carlos VIII, comenzaba con unas pequeñas ulceraciones en el prepucio o en el glande. Los desmanes y saqueos, las violaciones, el traspaso de rameras de uno a otro bando, la repatriación de las tropas al final de la campaña y su dispersión por Europa extendieron el nuevo mal como si de una mancha de aceite se tratara. 

Los napolitanos le llamaron “mal francés”, pero como a los franceses no parecía gustarles esta denominación lo llamaron “ mal napolitano”. Pronto y ante las sospechas de que su origen pudiera ser americano, y haber sido traído por Colon desde allí, se le empezó a denominar también “mal español”. Lo cierto es que al margen de la guerra y de los nombres, la Europa renacentista se acababa de tropezar con lo que hoy denominamos sífilis. Ya en 1496 el alemán Grünspeck escribe un tratado sobre la nueva enfermedad y a los pocos meses, Leonizeno, médico de Ferrara, publicó su libro “De morbo gállico” aunque, el más clínico de todos los tratados se lo debemos al valenciano Gaspar Torrella que, en 1497, escribió un tratado sobre la lúes. 

Carlos se había hecho acompañar a su regreso de Italia por algunos artistas, y se dedicaría a embellecer el castillo de Amboise. Fue él quien inició las primeras reformas y mando construir un ala en estilo gótico tardío donde se ubicaban sus aposentos y los de la Reina. También hizo mejoras en los jardines.

Castillo de Amboise
A pesar de su fracaso en Nápoles, Carlos no se aburría, siempre estaba asistiendo a justas y torneos pues este tipo de juegos le distraían. Por otra parte ponía todo su empeño en conseguir que la Reina le diera un heredero, puesto que a pesar de haber tenido ya cuatro hijos los dos mayores habían muerto.

En la primavera de 1498, Carlos se disponía a asistir a un partido de pelota que se iba a realizar en el foso del castillo. A pesar de que el Rey era de baja estatura, al pasar por una de las puertas que daban acceso a un oscuro corredor se golpeó la cabeza. En un primer momento sólo sufrió una ligero mareo del que se repuso enseguida, continuando de inmediato hacia el lugar donde se celebraban los juegos. Mientras contemplaba el espectáculo y hablaba con el obispo de Angers perdió súbitamente el habla y cayó al suelo afásico. Eran las dos de la tarde y allí mismo lo recostaron en un sucio jergón mientras se daba aviso a sus médicos, que nada pudieron hacer por el Monarca. Carlos VIII fallecía a las once de la noche.

Commynes en sus memorias nos dice que, según los médicos que atendieron al Rey, éste presentó “catarro” y apoplejía. El diagnóstico parece claro : un hematoma subdural con probable fractura craneal. 

Carlos VIII murió el 7 de abril de 1498, tenía 28 años. Sus restos reposan en la basílica de Saint Denis.


jueves, 12 de marzo de 2015

Christián VII de Dinamarca



Christián VII. Dance-Hollan


Nació en Copenhagen el 29 de enero de 1749, hijo del rey Federico V y de Luisa de Hanover, princesa de la Gran Bretaña. Cabría esperar que la infancia de un príncipe heredero en una corte como la danesa fuera feliz, pero la realidad fue bien distinta.
Christián, que perdió a su madre cuando contaba 2 años de edad, se crió rodeado de un ambiente lúgubre y triste. Su padre había vuelto a contraer matrimonio pero sus relaciones con Juliana María, su madrastra, nunca fueron buenas, ella era una mujer fría y calculadora que jamás le brindó cariño y su padre, el Rey, un alcohólico que bebía cada vez más, siendo el estado de embriaguez su estado habitual.

No tuvo mejor suerte con los tutores y educadores que se le asignaron. Reventlow, que fue su tutor principal, era un hombre despiadado y violento que se complacía aterrorizándole y que junto a su asistente Nilsen propinaba grandes palizas al pequeño príncipe para fortalecer su carácter, según pregonaba. Fue, tal vez, como consecuencia de este sistema educativo que le fue aplicado, que la esquizofrenia de Christián se desarrollara desde tan temprana edad.
Según nos cuenta en sus memorias Rivotril, el único de sus educadores que fue compasivo, Christián era un niño enormemente inseguro y el miedo era el rasgo más característico de su personalidad mostrando ya, en aquellos años, algunos signos de demencia.

Conforme cumplía años su deseo de poseer un cuerpo perfecto aumentaba. El pobre, era de baja estatura y muy delgado pero aún así tenía una imagen idealizada de si mismo. Procuraba tener siempre un aspecto muy viril y se miraba constantemente al espejo. Es en esta época cuando se inician sus correrías nocturnas por Copenhagen, en las que frecuentaba todos los burdeles.
Dado que el príncipe ya es un adolescente empezará a buscársele esposa, y lógicamente deberá ser aquella que convenga más a los intereses del gobierno de la nación. La elegida será su prima Carolina Matilde de la Gran Bretaña, hermana del rey Jorge III. 

Carolina Matilde. Francis Cotes

En enero 1766, con apenas diecisiete años recién cumplidos, muere su padre y Christián se convierte en el rey Christián VII. Debido a esta situación, la boda que estaba prevista para dos años más tarde se precipitará y en octubre de ese año se celebrará el matrimonio.

De los sentimientos de Christián hacia su esposa se ha escrito mucho, algunos como Titley y Carlos de Hese opinaban que al Rey le había impresionado favorablemente su esposa, otros, como Ogier, afirmaban que Christián no se había sentido enamorado de Carolina en ningún momento. Eso si, la dejo embarazada de inmediato. 

Probablemente Ogier tuviera razón y a Christián le importaba muy poco Carolina Matilde ya que apenas unas semanas después de celebrada la boda ya había él retomado sus juergas nocturnas en las que frecuentemente iba acompañado por una prostituta, Stovlet Chatrine , a la que pronto convirtió en su amante. Su asistente en todas las correrías nocturnas era un tal Holcke, quien le procuraba todo aquello que pudiera satisfacerle, por muy extraña que fuera la fuente de placer.

Christián tenía una tendencia sadomasoquista, le encantaban las ejecuciones públicas y asistía a ellas sin recato. También se había hecho construir un potro de tortura donde en ocasiones se ubicaba para que Holcke lo azotara.

El pueblo danés empezaba a hartarse de las correrías de su rey y el gobierno con Bernstorff , su jefe de gabinete, a la cabeza deciden que es conveniente alejar a Christián de la corte hasta que los ánimos se calmen y le instan a emprender un viaje por Europa. 

El Rey junto a una nutrida delegación emprende viaje en mayo de 1768. En junio y estando en Hamburgo, se une a la delegación un médico, Johan Friedrich Struensee, que habría de tener gran influencia sobre Christián. Struensee era un personaje egocéntrico, liberal y escéptico, un racionalista ilustrado con ambiciones políticas y sumamente persuasivo. Desde el principio tuvo claro su objetivo: hacerse con el poder en Dinamarca 

Tanto en la visita a Inglaterra como en la que realizó a París se le recibió con grandes muestras de alegría pero la personalidad desconcertante de Christián se puso de manifiesto en numerosas ocasiones y se llegó a decir que en algunos discursos, el rey danés era incoherente poniéndose de manifiesto que su salud mental estaba resquebrajada. Regresaría a Dinamarca en enero de 1769. Su esposa lo aguardaba en Roskilde y según parece ambos retomaron la relación matrimonial con un nuevo ánimo.

Johan F. Struensee. Jean Juel

En octubre Carolina Matilde cae enferma y Struensee ,que ejercía como médico real, la visita y atiende hasta su curación. Iniciaría al mismo tiempo, este personaje, un cortejo al que Carolina no se pudo resistir. Mientras seducía a su esposa, Struensee se iba apoderando poco a poco de la voluntad de Christián . La fascinación que Struensee ejercía sobre el Rey llevaron a éste a destituir a los miembros de su Consejo y a nombrar al médico jefe de su gabinete.

A partir de ese momento, Struensee ocupó un apartamento de la planta baja del palacio y empezó a trabajar. Nombraría a E. Brandt como su asistente y se lanzaría a promulgar de manera frenética nuevas leyes, todas ellas reformistas, que modificarían el perfil económico y social de Dinamarca. Abolió determinados altos cargos de la administración civil que estaban ocupados por los nobles, suprimiendo algunos de los privilegios de los que gozaba la nobleza, también disminuyó el gasto público recortando la financiación del estado a la construcción de templos y a empresas privadas de algunos privilegiados Abolió la tortura en los procesos penales y garantizó la libertada de prensa. En tan sólo dos años transformó Dinamarca.

Mientras tanto Christián -que había firmado un decreto confiriendo a Struensee poderes totales – se iba deteriorando. Presentaba ya alucinaciones y en ocasiones dudaba hasta de su origen. Solía dar saltos en el aire, correr por los jardines a cualquier hora y darse golpes contra las paredes. Descargaba su agresividad rompiendo los muebles de palacio y los vidrios de las ventanas, a veces su violencia le llevaba a escupir o abofetear a quienes encontraba a su paso amenazándoles con darles muerte.

Christián VII. Jean Juel

Struensee tenía cada vez más enemigos en la Corte, sus medidas no gustaban ni a la nobleza ni al clero y la actitud desquiciada de Christián y la relación del médico con la Reina- se atribuía a Struensee la paternidad de la segunda hija de Carolina- proporcionaron a sus enemigos una magnífica excusa para apartar de la política al jefe del gabinete.
Struensee era demasiado soberbio para tomar precauciones, estaba demasiado seguro del dominio que ejercía sobre el Rey y sobre Carolina y eso le convirtió en una presa fácil de aquellos que deseaban su caída. Pronto se organizaría el complot. La noche del 18 de enero de 1772 los conspiradores logran acceder a las habitaciones del Rey. Preso del pánico, Christián firmaría todos los documentos que le pusieron ante los ojos. La condena a muerte de Sruensee y Brandt y la orden de arresto de Carolina Matilde, acusada de adulterio, quedan firmadas esa noche. Los conspiradores se marchan contentos. El Rey se duerme.
Struensee y Brandt son ejecutados. Carolina Matilde, tras el divorcio, es obligada a partir hacia el exilio. Las leyes progresistas promulgadas son revocadas y Dinamarca vuelve al punto de partida. Sería por poco tiempo.


A partir de ese momento Christián vivirá recluido y en sus momentos más lúcidos se dedicará a  pintar cuadros. Las ocasiones en que aparece en público son muy escasas y tan sólo cuando los intereses del regente así lo requieren para mostrar al mundo que Dinamarca sigue teniendo un Rey. Su reclusión durará más de veinte años.

Catedral de Roskilde

En Rendsburg, el 15 de marzo de 1808, terminaba la triste existencia de este rey esquizofrenico como consecuencia de un aneurisma cerebral. Sus restos reposan en la catedral de Roskilde.

lunes, 2 de marzo de 2015

Federica de Grecia









Federica de Hannover


La que llegaría a convertirse un día en Reina de Grecia y también en madre de un rey y de una reina nació en Blankerburg, Alemania, el 18 de abril de 1917. Era hija de Ernesto Augusto III, Duque de Brunswick y de la princesa Victoria Luisa de Prusia. Su madre era la única hija del emperador Guillermo II de Prusia y de Victoria de Holstein-Sonderburg-Augustenburg por lo tanto biznieta de Victoria I del Reino Unido. Así pues, por las venas de esta niña a la que se impuso el nombre de Federica, corría sangre alemana e inglesa. 

La revolución de noviembre de 1918 en Alemania supuso el fin de la Monarquía y la constitución de la República, por tal motivo el 8 de noviembre de 1918 el padre de Federica, que había llegado a ser general del ejército alemán, se ve obligado a abdicar. Al día siguiente lo haría el kaiser Guillermo II y tres días después finalizaría la primera guerra mundial con la victoria de los aliados. 

Con miedo a ser asesinados el matrimonio, junto con sus hijos, toman un tren rumbo a Austria. Se instalaran en Gmunden, en la villa Weinberg. Federica contaba un año de edad. Tras la abdicación de Ernesto Augusto, se fundó el Estado Libre de Brunswick como parte de la República de Weimar. 

 Federica con sus padres y hermanos

No corrían buenos tiempos para la familia pero Federica asegura en sus memorias que su infancia fue muy feliz. Todos sus hermanos eran varones y a pesar de que según parece se la rodeo de institutrices y gobernantas no se pudo impedir que participara en las aficiones de sus hermanos. Pasaban temporadas en Blankenburg, donde vivían sus abuelos, en el distrito de Herz, en la alta Sajonia y, según nos cuenta la propia Federica, este lugar tuvo una gran influencia sobre ella. 

Cuenta Federica, que aunque veían a sus padres a menudo en pocas ocasiones se hablaba de cosas privadas en su presencia. Según refiere las comidas, al estar presentes en ellas su institutriz y el preceptor de sus hermanos, se convertían en un acto oficial. También nos dice que apenas se recibía a nadie ajeno a la familia y al séquito, y como no se celebraban ni bailes ni banquetes las diversiones eran muy escasas. Se puede deducir, por lo tanto, que si bien tuvo una infancia feliz, ésta debió ser también bastante aburrida.

En 1930, Federica ingresa en las Juventudes Hitlerianas, tenía apenas trece años y según relata en sus memorias, su padre se vio obligado a inscribir a sus hijos puesto que se había promulgado una ley que así lo ordenaba pero, lo cierto es que la pertenencia a esta organización no fue obligatoria hasta 1939. Con los años, las fotografías en las que luce el uniforme de las Juventudes Hitlerianas le traerían no pocos disgustos. 

Federica y sus hermanos con uniforme de las J.H

En 1934, tal vez para completar su educación o tal vez para apartarla de la influencia del nazismo, Federica es enviada al Reino Unido. El internado, North Foreland Lodge, se encontraba en Kent y en él la futura Reina de Grecia empieza a dar muestras de su carácter impetuoso y dominante. Dos años después es enviada a una escuela norteamericana, patrocinada por la Sociedad de Naciones, en Florencia. En sus memorias nos cuenta que fue en ésta ciudad donde conoció al Príncipe Pablo y donde ambos se enamoraron. El 9 de enero de 1938 se celebró la boda en Atenas. El trono griego estaba ocupado por el hermano de Pablo, el Rey Jorge II, y puesto que no tenía hijos, sería Pablo el legítimo heredero.

Lógicamente Federica tuvo que ingresar en la iglesia Ortodoxa. La primera hija del matrimonio nacería el 2 de noviembre de1938, se le impondría el nombre de Sofía y llegaría a ser Reina de España. En 1940 nace su segundo hijo, Constantino que sería, pasados los años, Rey de Grecia. 

En abril de 1941, en plena guerra mundial, Alemania ataca a Grecia y la familia real es evacuada a Creta. Después irían a Alejandría y a Sudáfrica, Allí, en Ciudad del Cabo nacería Irene, la última de sus hijas. Finalmente se trasladarían a Londres. En septiembre de 1946 Grecia, mediante plebiscito, restituye el trono al Rey Jorge II, que muere un año después. Pablo sería el nuevo Rey y Federica se convertíria en Reina consorte. 

Federica y Pablo de Grecia el día de su boda

Tras la guerra, Grecia estaba en la pobreza y Federica fue la impulsora de la creación de orfanatos para niños huérfanos o hijos de familias que habían quedado desestructuradas como consecuencia de la guerra. Por esta razón, en un primer momento la opinión que los griegos tenían de su Reina era bastante buena. Más tarde el carácter de Federica fue poniendo al pueblo en su contra. 

Los viajes, las fiestas, las joyas y la constante ingerencia en la política del país volvieron a la opinión pública en su contra. En 1962 la mayoría del pueblo griego estaba atravesando grandes dificultades económicas. Federica haciendo gala de autoritarismo, falta de tacto y delirios de grandeza se empeñaría en celebrar la boda de su hija Sofía con el futuro rey de España, Juan Carlos, de un modo fastuoso. Para ello no solo le bastó cargar los gastos de la misma al Erario Público sino que además exigió que se promulgara una ley mediante la cual el gobierno griego pagaría la dote de la Princesa. Toda la oposición voto en contra pero, la ley fue aprobada. Ningún político de la oposición asistió a la boda. 

Dos años después, en 1964, fallece el Rey Pablo y asciende al trono un jovencísimo e inexperto Constantino aconsejado e influenciado por su madre. El pueblo griego sigue siendo crítico con Federica y con los enormes gastos que la boda del nuevo Rey habían ocasionado. Dos años después se produce un golpe de estado militar y da comienzo la Dictadura de los Coroneles. A los ocho meses  el Rey y su familia se verán obligados a huir del país.



En un primer momento, Federica, se instala en Roma, ya no tiene ni patria ni corona, tampoco puede ejercer ese papel de consejera que tanto le gustaba y que tanto poder le proporcionó. Las relaciones con su hijo no pasaban por su mejor momento desde que tuvieron que huir hacia el exilio. Siempre le había atraído el misticismo y la filosofía de los Vedas, así que junto a su hija Irene se instalará en Madrás. Allí, en 1974, recibirán a su hija Sofía y a su esposo el todavía Príncipe Juan Carlos que se encontraban en visita oficial en la India. 

En febrero de 1981 Federica se encuentra en Madrid. Los Reyes van a pasar el fin de semana esquiando junto a sus hijos y Federica se despide de ellos. Va a someterse a la resección de unos xantelasmas parpebrales, una intervención quirúrgica muy sencilla que realizará el Dr Vilar Sancho en la clínica de La Paloma. El Dr Zurita, esposo de la infanta Margarita, estará presente así como el Dr Aguado. Normalmente esta intervención solo requiere anestesia local, pero en el caso de Dª Federica se realizó bajo anestesia general. Dos horas después de la intervención y ya recuperada se la trasladaría a su habitación en la clínica. Allí sufriría un infarto de miocardio masivo. La reanimación se intentó sin éxito. Tras el fallecimiento fue trasladada al palacio de La Zarzuela. Tenía 63 años. 




Seis días después sus restos fueron trasladados a Grecia para recibir sepultura, junto a su esposo, en Tatoi. Grandes medidas de seguridad rodearon los funerales ya que los monárquicos deseaban estar cerca del que para ellos seguía siendo su rey, por el contrario, los republicanos consideraban que el entierro de Federica en Grecia era un desafío a la voluntad popular. Tras el sepelio, todos los familiares que habían asistido regresaron a sus respectivos países. El depuesto rey Constantino sólo había recibido autorización para permanecer seis horas en suelo griego.