Felipe de Habsburgo. Maestro de Affligem
Nació en Brujas el 22 de junio de 1478 y era hijo del archiduque de Austria Maximiliano y de María de Borgoña, heredera de todos los territorios del ducado. Su nacimiento fue muy celebrado en todos los pueblos de Flandes. Su madre murió cuando el sólo contaba cuatro años y en su testamento, aunque Felipe era su heredero, dejaba la custodia de sus territorios a su esposo Maximiliano.
Este testamento supuso una serie de revueltas en el ducado porque la nobleza consideraba que la regencia de Maximiliano vulneraba sus derechos. Felipe no tuvo más remedio que madurar pronto ya que tenía apenas 15 años cuando murió su abuelo paterno y su padre, Maximiliano, se vio obligado a partir hacia Innsbruck para ser coronado como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
La política emprendida por Felipe para el gobierno de sus territorios era muy diferente a la ejercida por su padre. Felipe, estaba dispuesto a mantener las particularidades de cada uno de los territorios que conformaban su Estado y además realizaría reformas administrativas que le producirían duros enfrentamientos con su padre pero, en sus tierras se le quería y se le consideraba un buen administrador.
Interesaba a los Reyes Católicos y a los Habsburgo, una alianza matrimonial que evitara la hegemonía de Francia y sus pretensiones, por lo que se inician las negociaciones para concertar el matrimonio de su hijo Juan y de su hija Juana con los hijos de Maximiliano I, Margarita y Felipe. Francia no veía con buenos ojos esta alianza y por ello intentó convencer a Felipe para que anulara el compromiso.
Juana de Castilla. Juan de Flandes
Juana llegaría a Lier en septiembre de 1496 tras un dificultoso viaje pero, su prometido no se encontraba allí para darle la bienvenida. Felipe había partido hacia Innsbruck para realizar una visita a su padre, aunque algunos historiadores opinan que en realidad Felipe estaba empezando a cambiar de opinión respecto a la conveniencia de su matrimonio con Juana. Hasta el 20 de octubre estuvo esperando Juana a su prometido. Según señalan todas las crónicas ambos se sintieron profundamente atraídos, hasta el punto que Felipe solicito que se adelantara la ceremonia de la boda pues estaba ansioso por consumar el matrimonio. Así que ese mismo día se celebraron los esponsales en la Iglesia de San Gumaro.
Este arrebato pasional duraría poco, las desavenencias llegarían enseguida. Juana y su séquito, tan acostumbrados a la austeridad de la Corte española, no llegaban a entender la disipada Corte borgoña y además, los acompañantes de Juana se sentían tratados con desdén por los nobles de los Países Bajos sin que Felipe hiciera nada por remediarlo. Probablemente ésta situación era debida, en parte, a que la nobleza borgoña hubiera preferido una alianza con Francia y no con los Reyes Católicos.
La muerte del Príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos, ocurrida en octubre de 1498, hace albergar a Felipe - según el embajador Gómez de Fuensalida - la idea de reclamar las Coronas de Castilla y Aragón, contando para este propósito con la ayuda del Rey de Francia, con quien Felipe tenía muy buenas relaciones. Los Reyes Católicos, alertados por Fuensalida, se apresuraron a llamar a su hija primogénita, Isabel, casada con el Rey de Portugal para que fueran jurados por las Cortes como herederos, desbaratando de ese modo los planes del borgoñón.
Ese mismo año nació la primera hija de Felipe y Juana pero, las desavenencias de la pareja eran cada vez mayores. La Infanta española consideraba que la amistad de Felipe con el Rey de Francia, Luis XII, era una deslealtad para con sus padres y además las amantes continuas de Felipe le producían unos celos obsesivos. En el año 1500 nace el ansiado varón de la pareja, un hermoso niño al que se impondrá el nombre de Carlos. Y es también en 1500 cuando se produce el fallecimiento del pequeño príncipe Miguel, hijo de la Infanta Isabel y por lo tanto legítimo heredero de los Reyes Católicos.
Felipe y Juana. Maestro de Affligem. Museo de Bellas Artes. Bélgica
Llegados a este punto y a pesar de no gustarles nada su yerno, los Reyes Católicos no tienen más remedio que solicitar la presencia de Felipe y Juana para que fueran declarados por las Cortes herederos de Castilla y Aragón. Se hizo rogar Felipe y no es hasta 1501 que emprende el viaje, haciéndolo por Francia y siendo recibidos allí por el Rey francés Luis XII. Por cierto que fue el Rey de Francia quien al verlo exclamó "he aquí un hermoso príncipe" lo que dio origen al sobrenombre de "el Hermoso" para Felipe.
Llegados a Castilla, en 1502, son jurados como Príncipes de Asturias y una vez conseguido esto, Felipe anuncia su intención de volver a sus tierras y a pesar de los ruegos de Isabel la Católica para que permaneciera más tiempo en el que un día sería su Reino, emprende el regreso, eso si, dejando en Castilla a su esposa Juana que se encontraba en su cuarto embarazo. Juana quedó destrozada.
En 1504 muere Isabel la Católica y Felipe decide volver. Fernando se había apresurado a proclamar a Juana como Reina de Castilla y a asumir él mismo el gobierno del Reino, dando cumplimiento así al testamento de Isabel. No estaba el borgoñés de acuerdo con esta decisión. Se había firmado ya en 1505 la Concordia de Salamanca, según la cual, Fernando el Católico, Felipe, como esposo de la Reina Juana y la propia DªJuana asumían conjuntamente el gobierno. Pero cuando “el Hermoso” llega a la península consigue, a base de regalos y promesas de prebendas, que la nobleza se oponga al gobierno de Fernando el Católico argumentando la amenaza que supondría que los intereses de Castilla cayeran en manos de un rey aragonés. Cuando el Cardenal Cisneros y el Duque de Medina- Sidonia muestran su apoyo a Felipe, Fernando se retira a Aragón, y Felipe es proclamado por las Cortes de Valladolid, en 1506, Rey de Castilla con el nombre de Felipe I.
Felipe I . Juan de Flandes
Dos meses después y encontrándose en Burgos en el palacio de los Condestables, conocido hoy como la Casa del Cordón, se siente enfermo. Sus cortesanos lo atribuyen al agua fría que había bebido tras jugar un partido de pelota. El Dr. Marliano, que era su médico personal, decide llamar al Dr. Parra, que era profesor en la Universidad de Salamanca. A las cartas que éste médico envió a Fernando el Católico debemos el conocer como se desarrolló la enfermedad día por día. Cuenta el Dr. Parra que Felipe se encontraba con fiebre pero lo suficientemente bien como para ocuparse de sus asuntos. Dos días después siente escalofríos y la fiebre se intensifica. Al día siguiente además del frío y la fiebre se le presentó dolor en el costado y esputos de sangre. Se llama entonces a dos físicos que deciden sangrárlo. Al día siguiente su estado empeoró, la úvula, la lengua y el paladar se habían hinchado, tanto que apenas podía hablar, sudó copiosamente durante más de seis horas sin que la fiebre cediera, su cuerpo se fue llenando, según refiere el Dr. Parra de "unas manchitas pequeñas, entre coloradas y negras y a las que nuestros doctores llaman blattas" cayendo, finalmente, en un sopor profundo.
El fallecimiento de Felipe I, el primer rey de Castilla de la dinastía Habsburgo, se produjo el 25 de septiembre de 1506. Tenía 28 años. Por todas las ciudades de Castilla corrió el rumor de que el joven Rey había sido envenenado y todos los ojos se volvieron hacia quien parecía el más beneficiado con su muerte: Fernando el Católico. Hoy los historiadores consideran que la causa de su muerte fue probablemente la peste, agravada por una septicemia.
Su cuerpo fue embalsamado y su corazón enviado a Bruselas. Pero no sería enterrado, sino que emprendería el más demencial de los viajes. Rodeado de velas portadas por clérigos que entonaban el oficio de Difuntos y con su viuda Dª Juana tras el feretro, fue recorriendo, siempre con nocturnidad, los caminos de Castilla. Cuando Juana fue recluida en Tordesillas su cuerpo fue depositado en el convento de Santa Clara.
Mausoleo de Felipe y Juana. Capilla Real. Granada
En 1525 su hijo, Carlos V, ordenó el traslado de sus restos a la Capilla Real de Granada