Leopoldina de Austria. J. Kreutzinger
Nació en Viena, en el palacio de Schönbrunn, un 22 de enero de 1797. Era hija del entonces emperador del Sacro imperio Romano-Germánico Francisco II y de Maria Teresa de las Dos-Sicilias y por lo tanto Archiduquesa de Austria.
Su infancia transcurrió mientras Europa atravesaba una difícil coyuntura política, las guerras napoleónicas acabaron desmoronando el Sacro Imperio y su padre terminó, por exigencias de Napoleón, siendo el emperador Francisco I de Austria. No obstante, su educación fue esmerada y su vida familiar simple y tranquila. Su madre murió cuando Leopoldina contaba diez años de edad y fue la tercera esposa de su padre la que se encargaría de su educación. Aprendió idiomas, historia y se sintió especialmente atraída por las ciencias naturales.
En 1816, su padre, el emperador Francisco I, consideró que una alianza con Portugal era lo más conveniente para reforzar el comercio exterior de Austria. Por otra parte, Juan VI del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarbe también deseaba la celebración de este matrimonio. El príncipe heredero Pedro, vivía con sus padres, los reyes, en Brasil desde que Napoleón había invadido Portugal, así que, en Brasil estaba el destino de Leopoldina.
La boda se celebró por poderes y la princesa embarcaría poco después en Livorno rumbo a Río de Janeiro, y allí llegaría el 5 de noviembre, acompañada de un nutrido grupo de científicos curiosos por descubrir un país tan desconocido para los europeos.
Pedro I de Brasil-S. Rodrigues de Sá
Leopoldina se enamoró a primera vista del príncipe Pedro aunque al parecer no le ocurrió lo mismo a él. La educación del príncipe había estado totalmente descuidada, era bebedor, pendenciero y mujeriego y su flamante esposa era refinada, educada, culta y no poseía los atributos físicos capaces de atraerle. También le impresionó vivamente a la princesa su nuevo país, los colores, la exuberancia de la vegetación y sin duda el clima bochornoso y sofocante para alguien que llegaba de Austria.
El matrimonio se instaló en el palacio de San Cristóbal en la Quinta Boa Vista. Leopoldina, que era una mujer sencilla se acostumbró pronto a una vida y a un escenario tan distinto a aquel del que procedía. Escribía habitualmente a los miembros de su familia y en sus cartas daba descripciones exactas de su hogar. Estaba convencida, así lo deja claro en sus cartas, que tenía que cumplir con sus deberes para con Brasil, intentando reforzar el papel político y económico de este gran país y por tanto participaba activamente en el auge de su nueva patria.
Desde 1819 y hasta el año de su muerte Leopoldina tuvo un hijo por año. A pesar de lo que pueda parecer por sus continuos embarazos, la princesa fue enormemente desgraciada en su matrimonio. Las infidelidades de su esposo fueron continuas desde el mismo día de su matrimonio demostrando además tener un carácter sumamente violento.
Palacio de San Cristobal
Durante esos años la inglesa Mary Graham se convirtió en su mejor amiga y en su confidente. A esta mujer inteligente, intelectual, independiente y con ideas modernas confió Leopoldina la educación de sus hijos y Mary se instaló en el palacio hasta que las intrigas en la corte y los conflictos con Pedro, que no aprobaba sus métodos educativos, la apartaron de este cometido. No obstante, siguió viviendo en Río y manteniendo un estrecho contacto epistolar con Leopoldina y no cabe duda que su influencia fue positiva y aumentó la autoestima de la princesa. El que algunos estudiosos del tema hayan pretendido encontrar en la correspondencia de ambas “algo más” que una profunda amistad carece por completo de fundamento.
A principios de 1821 su suegro, Juan VI, regresa a Lisboa dejando a su hijo como regente. Desde ese momento los privilegios de los que había disfrutado Brasil durante los 13 años en que Río de Janeiro fue la capital del imperio desaparecen. Por un lado Portugal exigía el regreso del Príncipe y por otro los nacionalistas luchaban por la independencia de Brasil.
En la correspondencia de Leopoldina a su familia queda claro que la Princesa simpatizaba con el movimiento independentista.
Finalmente, Pedro declara en septiembre de 1822 la independencia de Brasil. En octubre Leopoldina se convierte en la primera emperatriz del nuevo estado.
Días antes de la proclamación de independencia Pedro conoce a una tal Domitila de Castro, en Sao Paolo, lugar al que había acudido para apaciguar una revuelta. La pasión surge entre ambos con tal fuerza que el ya Emperador que hasta entonces había mantenido a sus amantes discretamente apartadas de la Corte, exhibe a Domitila por todos los lugares. Le compra una casa cerca del palacio de San Cristóbal y le concede el título de vizcondesa de Santos.
Domitila de Castro- Fco Pedro de Amaral
Tras su participación activa en la vida política de Brasil, este adulterio de su marido, conduce a Leopoldina a una depresión y sufrimiento mental que deja patente en sus cartas, abandona poco a poco el escenario social y siente que su función es meramente reproductiva. Propensa como era a la depresión cae sumida en ella .
La emperatriz esta embarazada de nuevo cuando en octubre, Pedro I nombra a su amante marquesa de Santos, este nombramiento y las continuas noches que Pedro pasaba con su Domitila, conducen a Leopoldina a la desesperación.
A finales de 1826 la salud de la Emperatriz era ya precaria, los continuos embarazos la habían agotado y la flagrante infidelidad de su esposo habían acabado por minar su resistencia. Cuando Pedro pretende que su amante, la marquesa de Santos, acompañe a Leopoldina a una ceremonia oficial la Emperatriz se niega. Se iniciará entonces una violenta discusión, que a decir de algunos, terminó con un puntapié que el Emperador propinó a su esposa. Sea como fuere lo cierto es que Leopoldina abortó y que el aborto le provocó una septicemia que acabó con su vida.
La emperatriz Leopoldina con sus hijos-D. Failutti
¿Fue Leopoldina de Habsburgo-Lorena, Archiduquesa de Austria y Emperatriz de Brasil, víctima de la violencia de género, ó es tan sólo una leyenda urbana? Lo cierto es que no hay documentación que avale el posible golpe propinado por Pedro. No obstante, tres días antes de su muerte, la Emperatriz dicta una carta a la marquesa de Aguiar destinada su hermana María Luisa, en la que pueden leerse frases como estas: "por el amor de un monstruo seductor me encuentro reducida a un estado de mayor esclavitud …… Últimamente, me acaba de dar la prueba final de su total olvido de mí, maltratarme en presencia de la que es la causa de todas mis desgracias……… me falta la fuerza de recordar el horrible ataque que sin duda será la causa de mi muerte".
Los restos de la familia imperial fueron exhumados en 2012 a instancias de la historiadora y arqueóloga Valdirene Do Carmo y los exámenes realizados, que contaron con el apoyo de la Facultad de Medicina de Sao Paolo, no constataron ninguna fractura ósea.
Leopoldina murió el 11 de diciembre de 1826. Sus restos fueron depositados en la Cripta Imperial de Sao Paolo.
Son historias sorprendentes y desconocidas para casi todos las que usted refiere. Los intentos de arraigar casas reales en América resultaron un completo fracaso.
ResponderEliminarEfectivamente fracasaron. Gracias por el comentario.
EliminarUn saludo
Hola Ambar:
ResponderEliminarMéxico y Brasil fueron los únicos imperios del nuevo mundo. El de Brasil más dilatado que el de México, que tuvo con Iturbide y después con Maximiliano, una pausa republicana.
Leopoldina es muy recordad en Brasil. Una de las favelas de Rio lleva su nombre, Que posteriormente le dio a la escuela de zamba de esa favela: Emperatriz Leopoldinense.
Es posible que si hubiese maltrato psicológico, que no deja huellas físicas...
Saludos
Su influencia en la independencia de Brasil y su carácter afable hicieron que Leopoldina se ganara el cariño de los brasileños.
EliminarSaludos
Malos tratos de alto nivel.
ResponderEliminarUn saludo.
Tengo mis dudas sobre si esos malos tratos fueron físicos o tan solo psíquicos. De lo que no me cabe duda es de que la carta dictada por Leopoldina días antes de su muerte supuso una pequeña venganza que lanzó a la posteridad
EliminarTriste historia la de esta emperatriz, si es cierta. Supongo que muchas soberanas de todos los tiempos pasaron por ese maltrato psicológico del que habla Manuel, tan lamentable como el físico.
ResponderEliminar¡Saludos!
Muchas soberanas sufrieron el maltrato psicológico que supone el adulterio pero también muchos soberanos....sólo hay que recordar a algunas reinas españolas.
EliminarUn saludo
Triste historia, y más frecuente de lo que se piensa en la monarquías en todo tiempo y lugar. Si fue o no, el caso es que el deprecio al que la sometió fue tortura bastante.
ResponderEliminarUn saludo.
E ingresado a este Blog y lo e encontrado muy entretenido ycob historias interesantes
ResponderEliminarEspero ser un asiduo lector vuestro
Aquellos miembros de familias reales europeas que osaron sentarse en tronos americanos acabaron fatal. Además de los emperadores del Brasil tendríamos que añadir la triste historia de Maximiliano en México.
ResponderEliminarUn saludo
No me extraña con tanta infidelidad de su esposo que llegase a una depresión y ademas engendrar a tantos hijos no le debió ayudar en su estado de salud, la violencia de su marido hizo fin a su vida, que pena ya que era sencilla y se adaptó a otro mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aunque no se quisieran tanta humillación acaba con la cordura de cualquiera, tanta indiscreción y desvergüenza no hay quien la aguante, pero los reyes han sido siempre mujeriegos, y yo no conozco a ninguno que no lo haya sido. Otra historia magnifica. Un beso.
ResponderEliminarEran raros, ciertamente, los reyes fieles conyugalmente, pero los ha habido, como Carlos III de España, Luis XVI de Francia o el zar Nicolás II. Otro caso célebre fue el emperador Carlos I de España y V de Alemania, que sí tuvo hijos con amantes durante sus soltería y viudez pero que durante su matrimonio fue fiel a su esposa la bella emperatriz Isabel de Portugal.
EliminarEran raros, ciertamente, los reyes fieles conyugalmente, pero los ha habido, como Carlos III de España, Luis XVI de Francia o el zar Nicolás II. Otro caso célebre fue el emperador Carlos I de España y V de Alemania, que sí tuvo hijos con amantes durante sus soltería y viudez pero que durante su matrimonio fue fiel a su esposa la bella emperatriz Isabel de Portugal.
EliminarThank you Admin for the information. I am very happy to read it because it is very interesting.
ResponderEliminarobat bius
this article I read is very helpful for me also add input.
ResponderEliminarobat bius