Isabel la Catolica - Atribuido a Juan de Flandes
Todo el mundo sabe algo de la historia de Isabel de Castilla, la reina nacida en Madrigal de las Altas Torres en Abril de 1451 e hija de Juan II, rey de Castilla y de Isabel de Portugal pero, quizás sean menos los que conocen los problemas de salud que sufrió y que seguramente marcarían su vida cómo marcan la de cualquier ser humano.
Se casa Isabel en 1469 con su primo segundo Fernando de Aragón y un año después, en 1470, nacerá en Dueñas su primera hija a la que llamarán Isabel, como a su madre.
Según cuenta el cronista de la época, la que sería llamada Reina Católica soportó los dolores del parto con gran fortaleza y dado que la costumbre castellana era que el parto fuera presenciado por testigos, se hizo cubrir la cara con un lienzo, no se sabe si para que nadie viera su dolor ó para no tener que ver ella a quienes la rodeaban en semejante trance.
Tardará Isabel 8 años en volver a tener un hijo aunque durante ese periodo sufre un aborto cerca de Toledo. Se encontraba Castilla en ese momento en plena guerra de sucesión entre los partidarios de los presuntos derechos dinásticos de Juana la Beltraneja y los de la propia Isabel por lo que, ella cabalgaba sin descanso a pesar de su estado. Se cree que ésta fue la causa de que se interrumpiera una gestación que debía estar ya avanzada puesto que se supo que el feto correspondía a un varón.
Piadosa como era, había peregrinado la reina a la provincia de Burgos, al monasterio de San Juan de Ortega, para solicitar al santo, del que se decía que era abogado de la esterilidad, su intercesión a fin de concebir un nuevo hijo. Lo cierto es que, bien sea por su intercesión, porque los aires de Sevilla lo favorecieran ó porque según se dice, la reina se sometió a diversos tratamientos de un físico judío llamado Lorenzo Badoc, Isabel dió a luz al ansiado hijo varón el 30 de Junio de 1478 en el Alcázar de Sevilla. El físico judío fue generosamente recompensado en aquel momento pero, sin embargo, a su muerte la Inquisición se apropió de sus bienes, despojando de ellos a su esposa y a su hija casadera.
Monasterio de San Juan de Ortega (Burgos)
Asistió a Doña Isabel como partera una mujer sevillana conocida como “la Herradera”. Los testigos según el cronista de la época Alonso Palencia fueron: García Téllez, Fernando de Abrego, Alonso Melgarejo y Juan de Pineda. Los cuatro darían fe de que quién paría era la reina y no otra.
La crianza del neonato corrió a cargo de una dama noble, Dª María de Guzmán pero la salud del joven príncipe no fue buena por lo que, imaginamos que daría alguna que otra preocupación a la Reina siendo como era el heredero de los reinos de Castilla y de Aragón. Su muerte a los 19 años y sin un hijo que lo sobreviviese supuso un duro golpe para Isabel la Católica.
A los 8 meses del nacimiento del príncipe, Isabel inicia un nuevo embarazo ya que el 6 de Noviembre de 1479 y ésta vez en Toledo, en el palacio del conde de Cifuentes, nació su tercera hija a la que se impuso el nombre de Juana. Según cuentan los cronistas, esta princesa era tan parecida a su abuela paterna que la reina Isabel la llamaba habitualmente “suegra”. Su parto se desarrolló con gran facilidad y a decir de quienes a él asistieron, sin apenas dolor para la reina. Sin embargo, la vida de ésta infausta princesa causarían en Isabel los mayores sufrimientos y grandes decepciones lo que seguramente minaría su salud.
En 1482 se traslada la reina desde Medina del Campo hasta Andalucía para ocuparse de los asuntos de la guerra de Granada a pesar de estar de nuevo en estado de gestación. En esta ocasión las molestias que sufre la reina son mayores por lo que piensa que es posible que su embarazo sea múltiple. En el siglo XV los partos dobles eran considerados de mal agüero y aunque parece ser que la reina no era supersticiosa seguro que algo de preocupación le causaría la sospecha de un doble alumbramiento. Isabel da a luz en Córdoba a una niña, la Infanta María y a las 35 horas de iniciado el parto pare otra niña que nacerá muerta.
Marcuello -Isabel con sus tres hijas mayores
El último de los partos de Isabel tendría lugar en Alcalá de Henares en el palacio del cardenal Mendoza que en aquel momento era Arzobispo de Toledo. Nació la infanta Catalina sin ninguna dificultad para su madre y fue esta quinta hija la más querida de su padre según el propio Fernando confesaba.
No sorprende que cada hijo de la Reina naciera en un lugar diferente, teniendo en cuenta su vida itinerante, siempre cercana a los lugares donde se libraban las batallas en sus reinos. Dicen los cronistas de la época que los partos de la reina se desarrollaban fácilmente debido a su constitución natural y también seguramente a su vida al aire libre y al ejercicio físico realizado durante sus gestaciones.
No parece pues que Isabel conociera el dolor físico en aquellos años y sin embargo siempre se preocupó por mitigar el dolor de sus soldados. A ella se debió la organización del primer hospital de campaña del que se tiene noticia en la historia bélica. Fue en tierras de Andalucía y estaba compuesto por seis grandes tiendas de tela gruesa impermeabilizadas con resina y en la que cabían de 10 a 15 heridos.
El declive físico de Isabel se producirá unos años más tarde tras la muerte de su madre y de dos de sus hijos. Pero, de esa parte de su historia hablaremos en otra ocasión.
Muy amena e interesante tu entrada. Espero con impaciencia la continuación. Bienvenida al club de los blogueros. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por tu caluroso recibimiento.Tu blog si que es interesante
EliminarUn saludo
La historia es tan interesante. Puede que sea casualidad, ando estos días decidiéndome entre Historia o Literatura.
ResponderEliminarSaludos,
Moon.
Lo haces tan bien que creo que no importará por cual te decidas.
EliminarGracias por tú visita. Un saludo
Gracias por pasar por el mio, me gusta el tuyo y me quedo
ResponderEliminarEs un placer pasar por tu blog. Gracias por quedarte por el mio
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