martes, 25 de julio de 2017

Eulalia de Borbón, Infanta de España


Eulalia de Borbón - Giovanni Boldini



En la madrugada del día 12 de febrero de 1864 la reina Isabel II alumbraba en el Palacio Real a la última de sus hijas. Se le impondría el nombre de Eulalia ( por ser la santa del día de su nacimiento) y una larga lista de otros nombres, continuando así con la costumbre de la Casa Real española.

 Eulalia contaba apenas cuatro años cuando en España se desató " La Gloriosa", la revolución que traería como consecuencia el exilio de la reina y de su familia. Se trasladaron a Paris, instalándose en el palacio Basilewsky, que, dado el casticismo de Isabel II, fue rebautizado de inmediato pasando a llamarse palacio de Castilla.

Eulalia y sus hermanas ingresaron en el colegio del Sagrado Corazón, y la infanta guardaría de él muy gratos recuerdos. La etiqueta era, lógicamente, menor que en Madrid y esa libertad de la que gozaba la rememora Eulalia en sus memorias escribiendo que "todo era fácil, alegre y grato en aquel París risueño del último periodo imperial". 

Cuando se produjo la restauración de los Borbones en el trono español, Eulalia tenía 11 años. Su hermano Alfonso regresó a España pero tanto ella como su madre y hermanas - excepción hecha de la Infanta Isabel que, al ser la mayor, sería nombrada Princesa de Asturias - permanecerían en París ya que, no serían autorizadas a pisar suelo español hasta un año después.

A pesar de sus pocos años, Eulalia aparecía como la más guapa de las hermanas. Era rubia de ojos claros y tez blanca, tenía una hermosa figura y demostraba, ya en aquellos años, una gran sencillez y un cierto carisma.

Eulalia con Isabel II y sus hermanas


La vida transcurría para Eulalia entre Sevilla y Madrid y la experiencia del regreso a la Patria no parece que fuera de su agrado, acostumbrada como estaba a una vida más libre y con mayores distracciones. La propia Eulalia confesaría que no tenía amigas con las que divertirse.

La destronada Isabel II había regresado a Paris y Eulalia y sus hermanas, instaladas en el Palacio Real, habían visto casar a su hermano con Mª de las Mercedes de Orleáns, quedar viudo de ésta y volver a contraer matrimonio con Dª Cristina de Habsburgo.

Cuando la segunda boda de su hermano se celebra Eulalia tenía 15 años y por razones de etiqueta no podía asistir a los saraos que se celebraban pero, fue justamente durante esta boda cuando tuvo lugar el primer escarceo amoroso de la Infanta.

El Archiduque austriaco Carlos Esteban, hermano de María Cristina, acudió a Madrid para la boda y parece ser que Eulalia, según nos cuenta ella misma, al ver lo apuesto que era quedó vivamente impresionada. Sin pensarlo dos veces, y desobedeciendo las ordenes de su hermano el Rey, acudió a su encuentro y entre ambos surgió el flechazo. Aquel primer amor se diluyó tan rápidamente como había surgido, pero da cuenta del indómito carácter de la Infanta.

Eulalia se sentía como una extranjera en España, su espíritu liberal chocaba de frente con el encorsetamiento de las damas españolas y su exacerbado catolicismo. Por otra parte las relaciones con su hermana Isabel eran francamente malas, las separaban diez años y un modo de entender la monarquía diametralmente opuesto.

En Sevilla conocería Eulalia a otro de sus amores juveniles: Carlos de Portugal, heredero a la Corona lusa. A pesar de que ambos se enamoraron no entraba en los planes de Eulalia convertirse en Reina y rechazó al pretendiente aunque, según José Mª Zabala, se convirtieron en amantes y parece ser que esta relación perduraría hasta que en 1907 se produjo la muerte de D. Carlos.

Como ocurría siempre, las razones de Estado imperaban y el Rey ya tenía pensado el candidato que convenía a la Corona española como marido de Eulalia. El elegido era Antonio de Orleáns y Borbón, hijo de los duques de Montpensier y por tanto su primo carnal. No era del agrado de Eulalia pero cuando Alfonso XII, ya mortalmente enfermo, pide a la Infanta que acepte el compromiso ella, conmovida por la inminente muerte de su hermano, prometerá hacerlo.


Antonio de Orleáns y Borbón

No le quedaría mas remedio que cumplir su promesa. La presión de su madre y de su hermana Isabel serían más fuertes que su deseo de rechazar al novio y la boda se celebró el 5 de marzo de 1886 en el Palacio Real de Madrid.

Ninguno de los dos estaba enamorado y el carácter de ambos era completamente distinto. Eulalia era inteligente, cosmopolita e independiente y Antonio un hombre excéntrico, amante del lujo, mujeriego y de limitada inteligencia.
 Desde el momento en que Eulalia se convirtió en una mujer casada se le empezaron a encomendar tareas de representación y comenzó su etapa viajera. Estaba presente en todas las cortes europeas junto a su esposo pero, a pesar de que los hijos habían comenzado a llegar el matrimonio hacía aguas. Antonio de Orleans tenía sus amantes y Eulalia no le iba a la zaga y también tenía los suyos. De entre ellos quizás el más conocido, en aquella época, fuera el conde francés Jorge Jamentel.

En los periodos entre viajes Eulalia regresaba a Madrid, lugar que detestaba y donde no encontraba ningun aliciente. La regente, Mª Cristina, era una viuda triste y con su hermana Isabel jamás se había llevado bien. En 1893 realizó, representando a España, un viaje por Estados Unidos y Cuba, tal vez, el más emblemático y conocido y también el más comprometido.

Eulalia y su esposo dejaron de aparecer juntos en 1895, aunque hasta cinco años después no se produjo la separación oficial. Fue la propia Eulalia quien la solicitó al darse cuenta que la suma de dinero que recibía del Estado español como Infanta y que era administrada por su esposo, disminuía considerablemente antes de llegar a sus manos. El escándalo corrió como la pólvora, removiendo los cimientos de la realeza y de la nobleza europea.

Eulalia junto a sus hijos

Eulalia se trasladaría a Paris, huyendo de los acusadores ojos de su familia, de los políticos españoles y de la nobleza. La custodia de los hijos le sería otorgada al padre y éste se apresuraría a enviarlos a un internado inglés. Ni Eulalia ni su exmarido se ocuparían demasiado de ellos.

Comienza entonces un periodo muy "agitado" en la vida de la Infanta que , ya libre, recorre todas las cortes europeas participando en cuantos actos sociales se celebraban. También se relaciona con intelectuales y artistas tanto de izquierdas como de derechas, monárquicos o no, lo que ampliaría su mente y sus conocimientos. Su familia empezaría a referirse a ella como "la republicana" y por su parte, Eulalia llegaría a decir que "Ninguna corona se ciñe lo suficiente como para no caerse". Fue una premonición.

En 1911 protagonizaría otro escándalo al publicar "Au fin de la vie" su primer libro, que fue prohibido en España por Alfonso XIII, y tachado de inmoral y escandaloso por la sociedad española. Después escribiría otros.

Los cuatro años que duró la Primera guerra Mundial los pasó en Paris, sin escuchar a familiares y amigos que le pedían que regresara a España. No volvería hasta 1921 y por poco tiempo. Las relaciones con su familia se habían ido suavizando, a pesar de que la desenfrenada vida de su hijo Luis Fernando - tan parecido a ella - tenía muy irritado a Alfonso XIII, que le había desposeído de su titulo de Infante y le había prohibido la entrada en España.

Cuando en 1931 se produce la caída de la Monarquía en España y el exilio de los Reyes, Eulalia estaba en París y acababa de escribir sus memorias.



Al acabar la Guerra Civil española, la Infanta compraría una villa en Irún a la que pondría el nombre de Ataúlfo en honor a su nieto y se instalaría en ella. En 1945 murió su hijo Luis Fernando en París sin que ni siquiera Eulalia fuera a su entierro. Su respuesta a quienes le dieron sus condolencias fue: "es lo mejor que podía haberle pasado Luis Fernando".

El febrero de 1958 Dª Eulalia sufrió, según el Dr Gallano que era su médico, un colapso circulatorio. Cuatro meses antes la Infanta, que contaba ya 93 años, había sufrido una caída que la dejó postrada y de la que no se había recuperado. En la tarde del 8 de marzo la enfermera Hortensia Gonzalez Quiñones, a cuyo cuidado estaba, viendo que la infanta se había agravado dio aviso al medico que nada pudo hacer por su vida.

Dª Eulalia acababa de cumplir 94 años y murió rodeada de su hijo Alfonso, de su nuera y de sus nietos. Los periódicos de la época, como no podía ser de otra manera, dijeron que había confesado, comulgado y que su muerte había sido ejemplar.

Recibió sepultura en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial.

martes, 18 de julio de 2017

GRACIAS MACONDO



Chema, me dedica hoy en su blog Bitacora de Macondo, una de sus Macondobiografías. Quiero darle las gracias por ello y por lo que en ella dice.

Añadiré que no me siento identificada con el papel de profesora o "señorita" de nadie, ya me gustaría a mi saber lo suficiente de algo y ser capaz de trasmitirlo.

Así que gracias por dedicarme una de tus páginas y por tu benevolencia.